
El enorme déficit (agujero) comercial que presentan la mayoría de los países desarrollados con China ha ido ganando peso en el debate político y en la propia sociedad. Ciertos sectores de la población y del espectro político culpan a la competencia china de los males que afligen a muchas economías avanzadas. Como respuesta, EEUU impuso importantes aranceles a decenas de bienes chinos, mientras que la Unión Europea está muy cerca de hacer algo similar, empezando por el coche eléctrico. A primera vista, las medidas proteccionistas de EEUU redujeron el déficit comercial con China, al menos eso es lo que dicen las estadísticas oficiales. Sin embargo, hay algo que no encaja del todo en esta historia de 'éxito' proteccionista.
Algunos economistas aseguran que las importaciones en EEUU procedentes de China se están subestimando. Los datos no terminan de cuadrar y la brecha entre lo que registra un país y otro es cada vez mayor, algo que carece de sentido salvo que haya una pieza del rompecabezas oculta o escondida. Esto puede tener repercusiones notables, porque si las ventas de China a EEUU y al resto del mundo son mucho mayores de lo que parece, el impacto de la deflación china a nivel global podría ser también mayor de lo que se cree, aseguran desde el Financial Times.
La gran brecha estadística
Las cuentas no salen. Mientras que el Departamento de Comercio de EEUU ha publicado que las importaciones de China se han reducido hasta los 427.000 millones de dólares en 2023 (unos 100.000 millones menos desde sus máximos), el organismo de comercio chino, por su parte, sostiene que las exportaciones a EEUU superaron los 500.000 millones de dólares. La diferencia entre ambos datos es de más de 80.000 millones de dólares, una cantidad que supera en tamaño, por ejemplo, a la economía de Croacia.
Este gran desacoplamiento estadístico debería ser preocupante (algo se está midiendo mal), sin embargo, esta brecha parece ser positiva para ambos países (de cara a su sociedad). Por un lado, los datos publicados en EEUU han permitido anunciar a 'bombo y platillo' que China ya no es el primer proveedor de bienes de EEUU, ahora ese puesto lo ocupa México, un país al que los americanos ven con mejores ojos que al 'enemigo' asiático. Por otro lado, en China, algo más pragmáticos, lo que les importa es que sus productos sigan inundando las economías desarrolladas, ante la creciente sobrecapacidad industrial del país, que a su vez está atrapando al país en una peligrosa deflación.
Aunque sea positivo a nivel interno para ambos países, la duda sigue ahí: ¿por qué esta diferencia tan grande en las estadísticas de ambos países? Existen varias razones, puesto que en muchas ocasiones pequeños matices pueden cambiar el origen de un producto (según el valor añadido que se le aporte en cada etapa), algo que varía incluso según las regulaciones de cada país.
Por otro lado, China cuenta con zonas económicas especiales cuyas exportaciones pueden ser contabilizadas de diferentes formas. Buena parte de importaciones que llegan a EEUU, de Vietnam y México en realidad son bienes que proceden de China y que apenas ha variado en su paso por dichos países. Según McKinsey Global Institute, aunque el peso de China en las importaciones de manufacturas que llegan a EEUU ha caído en los últimos años de forma oficial, su peso real en realidad aumentó. McKinsey señaló, por ejemplo, que entre 2017 y 2022, las importaciones estadounidenses de ordenadores portátiles desde Vietnam aumentaron en la misma cantidad que las importaciones vietnamitas de piezas de ordenadores portátiles desde China.
El curioso caso de las 'minimis'
Pero no solo eso, hay otra práctica que llama aún más la atención. Las empresas chinas han estado explotando una un agujero en la ley comercial estadounidense, que lleva existiendo desde hace décadas, y que permite la entrada sin apenas control de paquetes con un valor inferior a 800 dólares a Estados Unidos. Además, estos paquetes, conocidos como 'minimis' (significa en latín acerca de las pequeñas cosas) entran libres de impuestos y sin la necesidad de ser contabilizados en las aduanas.
Los expertos consultados por The Wall Street Journal creen que esta 'laguna' podría estar sirviendo a China para inundar EEUU con sus productos sin levantar sospechas, al menos hasta hace poco. Ya algunos congresistas han comenzado a mover sus hilos para acabar con esta práctica de la que se benefician empresas como Shein y Temu.
La mayoría de las importaciones que entran en los países desarrollados en buques portacontenedores gigantes siguen un proceso relativamente estricto en el que se registra parte del contenido, se toma nota del país de origen, se asigna un código de clasificación aduanera de 10 dígitos (en el caso de EEUU) y, por último, se determinan los aranceles. Un importador registrado con sede en EEUU o un agente de aduanas es responsable del envío y es responsable si se infringen las reglas. Pero con las 'minimis' no se hace nada de esto.
Las 'minimis' entran por todas partes
"Si no hay ningún agente de aduanas involucrado, entonces el vendedor extranjero simplemente realiza algunas afirmaciones y declaraciones", en las que da datos sobre el valor del paquete y describe el artículo en pocas palabras, aseguraba Charles Benoit, asesor comercial de la Coalición para una América Próspera, un grupo que representa a parte de los fabricantes de EEUU, en declaraciones a The Wall Street Journal.
Los datos federales recopilados por el economista de la Universidad de Yale, Amit Khandelwal, revelan que la cantidad de paquetes que entran en EEUU bajo esa excepción se ha triplicado desde 2017. Pese a todo, este dato sigue siendo solo la punta del iceberg, puesto que la mayor parte de la discrepancia entre los datos de China y de EEUU viene por las otras prácticas comentadas anteriormente. No solo supone un problema de contabilidad a nivel comercial.
A través de las 'minimis' entran en EEUU bienes que no han cumplido unos mínimos en materia de legislación laboral. Este es un agujero importante por el que se cuelan millones de dólares en bienes chinos fabricados con trabajo forzoso en la provincia de Sinkiang, en el oeste de China, hogar de la minoría uigur, de mayoría musulmana e históricamente arrinconada por Pekín. Poco a poco, los uigures están perdiendo su región ante la llegada masiva de chinos de la etnia Han (la mayoritaria del país). Esto ha generado apoyo en la Cámara de Representantes para abordar cuanto antes lo que muchos miembros consideran una gran 'laguna' comercial.
Aun así, Brad Setser cree que, si EEUU termina atacando a las 'minimis', China redoblará sus esfuerzos para evadir o neutralizar los aranceles y seguir 'colando' sus bienes en EEUU por otras vías. "El incentivo para desmontar un producto, sacar algunos tornillos, encontrar un proveedor de tornillos alternativo, enviarlo a un tercero para que no sea 100% producto chino y empaquetarlo como una exportación de un tercero es simplemente abrumador", asegura este experto.