
El 60% de los trabajadores a nivel mundial lo hacen bajo la economía sumergida. Esto quiere decir, que la gran mayoría de la mano de obra del globo no tiene un contrato de trabajo y no recibe una nómina legal (con impuestos y cotizaciones a la seguridad social) a final de mes o que sus empresas les dan de alta por menos horas y un salario más bajo del que declaran. Pero la situación se vuelve más grave aún en los países de bajos ingresos, cuya tasa asciende al 90% de la población activa. Así lo confirma la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su informe Romper los círculos viciosos del empleo informal y el trabajo mal pagado.
El origen de la economía sumergida tiene varias aristas y no hay una única solución posible para luchar contra ella. Generalmente, se alimenta de los períodos de crisis, la alta inflación, la falta de recursos públicos en los controles administrativos y del grado de desarrollo económico y social del país. En definitiva, los grandes autores económicos resumen que la economía sumergida aflora cuando el ciclo económico es peor.
El organismo hace especial hincapié en lo que denominó como "el círculo vicioso de la informalidad". Reiteran que los niños que nacen en el seno de una familia con padres con trabajos informales "tienen menos posibilidades de conseguir un trabajo formal a medida que crecen". Esto lo achacan a que su acceso a la formación primaria es mucho más irregular, incluso inexistente, que aquellos menores cuyos padres trabajan formalmente. "Los padres dedican menos recursos financieros y tiempo a su educación y las transiciones de la escuela al mundo laboral son más largas e inciertas para ellos", denuncian.
En líneas generales, el informe saca un perfil concreto del tipo de trabajador que está dentro de la economía sumergida. El 45% de las personas contratadas de manera informal en el mundo "tienen, en el mejor de los casos, un nivel de educación primaria". El porcentaje escala al 95% para aquellos trabajadores que no tienen ni la formación básica.
Al mismo tiempo, resalta que estos trabajadores tienen "oportunidades muy limitadas" para mejorar sus habilidades. Esto supone un problema muy grave ya que los empleadores "buscan habilidades que los trabajadores informales no tienen o no pueden demostrar tener", reitera el informe de la OCDE. Por tanto, están abocados a seguir encadenando empleos dentro de la economía sumergida para poder salir adelante.
Por tanto, este tipo de personas "enfrentan una mayor probabilidad de caer en la pobreza y tienen mayores dificultades relacionadas con la salud y la vejez", advierte el organismo.
La formación como clave
En líneas generales, es muy poco probable que una persona que emprende su vida laboral dentro de la economía sumergida consiga transicionar a un empleo formal. "Incluso cuando ocurren, tales transiciones no necesariamente resultan en mejoras de ingresos para los trabajadores", reza el informe.
La clave para que esto no ocurra y que se rompa ese "círculo vicioso" del que hablan de "crear oportunidades específicas" para los trabajadores informales a través del reconocimiento de sus habilidades adquiridas en ese tipo de empleos. Por otro lado, recalca que los Gobiernos deben "seguir invirtiendo en una educación accesible, equitativa y de calidad", al mismo tiempo que deben esforzarse por prevenir el abandono escolar.
Otra solución que el organismo internacional considera "fundamental" es la de ampliar el escudo social a través de subsidios que fomenten su participación e incorporación al mundo laboral contributivo. De hecho, la OCDE dice que debería verse esta medida como "una inversión para el alivio de la pobreza".
En el caso que aquellos trabajadores que tienen niveles de estudios superiores pero que están dentro de la economía sumergida la solución que aporta el organismo internacional son "medidas adicionales" garantizando una cobertura adecuada de las leyes laborales, seguridad social y las regulaciones tributarias, haciéndolas cumplir tanto a los trabajadores como a los empleadores.