Economía

Los salarios se moderan en 2024 y crecerán por debajo de la inflación

  • Para este curso los salarios subirán al ritmo previsto por patronal y sindicatos del 3%
  • Preocupa en el BCE que las mejoras en las nóminas retroalimenten el alza de precios
  • El BCE proyecta un IPC del 5,4% en 2023 y del 2,7% para el ejercicio actual
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Los países europeos no consiguen recuperarse de los efectos de la inflación, que han asolado a las familias durante más de un año. Los españoles, por su parte, no llegaban a fin de mes si tenemos en cuenta encuestas como el Barómetro de Cetelem o los datos del Banco de España, que apuntan a que el 25% de las familias gastaban más que su sueldo todos los meses. Para este año, fuentes sindicales consultadas por elEconomista.es, confirman que su base para las negociaciones será el acuerdo salarial firmado en mayo, que establece un aumento adicional del 3% para el año 2024 y otro aumento idéntico para 2025, con la posibilidad de añadir un 1% extra en cada año si la inflación supera esos incrementos del año anterior. Sin embargo, si se cumplen las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), esta trayectoria tampoco resultaría en un aumento del poder adquisitivo en 2024, ya que se espera que la inflación en España alcance un 3,9%. Según el Banco de España, se proyecta una inflación del 3,3% para este año; por su parte, las previsiones del Ejecutivo son del 3,6%.

Si las previsiones dadas por el FMI y el Banco de España se cumplen, los sindicatos intentarán hacer presión en la negociación de estos convenios e incluir así la cláusula del 1% por la situación de los precios de consumo.

Nuestro país debe afrontar la negociación de los más de dos millares de convenios que, en algunos casos, llevan sin renovarse más allá de un lustro, además de la actualización de otros. Por no hablar de la actualización del SMI, que afectará previsiblemente a la negociación de muchos de estos, debido a la cercanía que hay entre las subidas pactadas por el diálogo social en algunos sectores. Todo esto, apuntan las previsiones, provocará el aumento de España sea superior al de la media de la UE y la eurozona.

Durante este año, los agentes sociales se emplazan a negociar los más de 2.000 convenios que todavía quedan de los 3.385 recogidos por el Ministerio de Trabajo, dirigido por Yolanda Díaz.

En 2023 se suponía que las familias comenzarían a recuperar en el margen de ahorro de las familias, motivada en parte por las últimas subidas del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y de los salarios a través de la negociación colectiva de los convenios, debido al Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) alcanzado en mayo por CEOE, Cepyme, CCOO y UGT, que instaba a las empresas y trabajadores a negociar alzas de al menos el 4% para el pasado ejercicio, pero que no logran recuperar el poder adquisitivo perdido durante los años de crisis provocada por la pandemia.

Según los datos recopilados por Trading Economics, en el último período, los salarios de todos los trabajadores aumentaron un 4,22%, mientras que los precios lo hicieron el 3,1%, como apunta también el último indicador adelantado del IPC publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

No obstante, la última estadística publicada por la cartera de Díaz, apunta a una evolución inferior en los salarios de nuestro país. Estos datos indican una evolución del 4,14% de aumento para los convenios firmados en 2023 y que afectan a 3,6 millones de trabajadores, por los 10,6 millones analizados en la estadística de convenios colectivos. Para los 7 millones restantes, la retribución crece un 3,16%. Este contexto cambia también en función de la tipología del convenio; por su parte, los de empresa firmados en 2023 evolucionan un 3,74% y 3,25% en general, los sectoriales crecen por encima, un 4,15%. Esto supone un crecimiento global del 3,5%.

En base a estos datos, los trabajadores experimentaron un alza media de un punto en su poder adquisitivo para el pasado año, después de haber perdido más de cinco puntos durante el año 2022.

La diferencia experimentada en 2022 marcó el mayor retroceso registrado en los salarios reales en España, representando la novena caída más pronunciada entre los 38 países miembros de la OCDE. Aunque no se espera una disminución en los salarios este año, a su término no se espera haber recuperado lo perdido durante los períodos más duros de la inflación. El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, cree que el poder adquisitivo de los españoles no se restablecerá por lo menos hasta 2026.

En los países de nuestro entorno económico, los sueldos negociados por convenio crecieron un 5,3% el pasado año, según los datos de Trading Economics, que proporciona cifras de 20 millones de indicadores económicos de 196 países, incluidos valores reales, cifras de consenso, previsiones y series cronológicas históricas. Mientras, la inflación se ha mantenido en el 2,9% hasta diciembre, según datos de Eurostat. Por su parte, el BCE proyecta una inflación del 5,4% para el año saliente, por lo que la mejoría sobre la Unión Europea sería de tan solo 4 décimas, y por debajo de la zona euro en una décima.

Las previsiones para este curso mantienen la tendencia ajustada de los salarios sobre la inflación, ya que los salarios crecerán sobre el 2,65% en la UE y 2,85% para la Eurozona, según Trading Economics, y se espera que los precios no aumenten por encima del 2,7%, según los datos del regulador bancario europeo.

Después de las subidas de 2023, motivadas por la inflación, en 2024 se espera una desaceleración por parte de estas debido a las previsiones en la evolución de los precios, que seguirán con la tendencia a la baja de final de curso.

Se relajan las alzas en 2024

De los países del euro, la mayor subida en los salarios fue la experimentada por Croacia, en donde la retribución media creció una media del 14,6% durante el pasado año y se rebajará hasta el 7,83% para este. Si bien es cierto que, según apuntan los datos de Eurostat, en octubre, su inflación media estaba en el 6,7%; por otra parte, para este año esperan estar alineados con la media de la zona euro.

Pero no todos los Estados que integran la Unión Europea han sufrido una evolución positiva de sus salarios con respecto a la inflación. A España se le unen países como Irlanda, Italia, Islandia, Alemania, Eslovaquia o República Checa experimentaron el año pasado subidas por debajo de sus IPC. En el caso de los tres últimos, el problema para las familias y su poder adquisitivo siguió agravándose debido a que los aumentos eran casi inexistentes (o,6% en Alemania), o incluso llegando a experimentar reducciones en las nóminas, como es el caso de Eslovaquia (-0,6%) y República Checa (-0,8%).

En 2024 muchos estos países experimentarán el mismo problema, aunque se espera que no se repitan las reducciones salariales en ningún país de la Unión Europea. A pesar de ello, estos avances no serán suficiente como para contrarrestar los efectos de la inflación.
Esta evolución preocupa especialmente al Banco Central Europeo y a su presidenta, Christine Lagarde, que vio como los sueldos de convenios alcanzaron su máximo en 30 años durante el pasado curso.

Ahora, el miedo ante los conocidos como efectos de segunda ronda se ciernen sobre el entorno económico europeo debido a que la crisis inflacionaria que ha impactado a las principales economías del mundo después de la pandemia ha coincidido con un sobrecalentamiento del mercado laboral, resultando en un notable aumento de vacantes no cubiertas. Esta escasez de mano de obra se traduce en una mayor capacidad de negociación para los trabajadores, quienes pueden demandar salarios que compensen de manera más contundente la pérdida de su poder adquisitivo debido al aumento de los precios, en comparación con crisis inflacionarias pasadas.

Efectos de segunda ronda

Las expectativas del mercado se centran en la confianza de una reducción de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE), impulsadas por una desaceleración en la inflación y la necesidad de evitar que su política monetaria conduzca a la economía de la zona euro hacia una recesión. A pesar de esto, Christine Lagarde continúa emitiendo mensajes cautelosos, destacando lo que ella denomina la "fortaleza" del mercado laboral. Este enfoque refleja su temor a repetir uno de los errores de diagnóstico más significativos durante esta crisis.

La preocupación de los bancos centrales respecto a los salarios responde al temor de efectos secundarios, donde las mejoras en los sueldos para contrarrestar la inflación podrían retroalimentarla, generando mayores dificultades para las empresas en el mantenimiento de su ritmo. Sin embargo, esta situación se ha exacerbado durante la actual crisis inflacionaria, donde la desconexión entre la oferta y la demanda de mano de obra ha dado a los trabajadores un poder sin precedentes para establecer sus condiciones laborales. Esto ha obligado a las empresas a aumentar sus ofertas salariales para atraer y retener talento, generando una escalada en las negociaciones.

Hasta mediados de 2022, los funcionarios del BCE expresaban confianza en que la estructura de los acuerdos salariales atenuaría este impacto en la zona euro. Esto se fundamentaba en la mayor influencia de la negociación colectiva entre patronales y sindicatos en Europa, en contraste con la relación más directa entre empleados individuales y empresas, como se observa en Estados Unidos. Esta dinámica se consideraba clave para moderar la volatilidad salarial y los costes laborales en un período más corto.

Pero algo ha salido mal en este análisis, y tras diez incrementos consecutivos en los tipos de interés, esa sensación de calma se ha desvanecido. Cada intervención de Christine Lagarde viene acompañada de una advertencia sobre los salarios. Incluso después de que en octubre el banco central detuviera su política monetaria agresiva al observar que la mayoría de los indicadores, incluyendo el IPC, estaban mostrando signos positivos y que la estrategia monetaria convencional podría estar perjudicando más que beneficiando a la economía europea.

El BCE puede tener razón al sugerir que los convenios colectivos amortiguan los aumentos generados por la inestabilidad laboral y la salida de trabajadores. Sin embargo, esta opinión ha coincidido con una prolongada crisis inflacionaria que ha durado dos años, impidiendo no sólo esta amortiguación, sino también agitando la negociación colectiva.

Cuando los acuerdos salariales aumentan demasiado, no solo resulta más complicado negociar reducciones posteriormente, sino que estos acuerdos afectan a todas las plantillas, no sólo a aquellos empleados que amenazan con abandonar sus puestos. De hecho, los datos del tercer trimestre indican que los aumentos salariales negociados ya superan la tasa de inflación por primera vez desde el primer trimestre de 2021, aunque el incremento actual es más de tres puntos porcentuales superior al de aquel entonces.

Ante esta situación, crece la preocupación por no haber tomado la decisión correcta en la situación sobre la evolución del mercado laboral. Numerosos analistas señalan que las tensiones en el mercado laboral tienen raíces estructurales más profundas, como el envejecimiento de la población activa, que ninguna política monetaria puede corregir.

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