Economía

Así será la próxima crisis fiscal en EEUU: la batalla de los presupuestos y el posible cierre del Gobierno

  • Los mismos diputados que casi llevan al país a la quiebra amenazan los presupuestos
Foto: Dreamstime

Apenas han pasado dos meses desde que EEUU evitó por los pelos caer en quiebra, y el Congreso estadounidense ya está mirando a la siguiente crisis que se avecina: los presupuestos. El país tiene que aprobar las cuentas del próximo año antes del 1 de octubre, pero los republicanos más radicales están amenazando con bloquear el proceso y llevar al país a lo que se conoce como un 'cierre del Gobierno' (la suspensión de las actividades no esenciales del Estado y el paro temporal de numerosos funcionarios) si no se cumplen las exigencias que ya pusieron sobre la mesa en la anterior negociación.

Cuando la agencia Fitch recortó la calificación de la deuda de EEUU la semana pasada, uno de sus argumentos fue la constante sucesión de crisis políticas que ponen en riesgo la estabilidad financiera del país. Y este año parece estar diseñado a propósito para darles la razón, con una sucesión casi perfecta de todas las crisis fiscales que se pueden imaginar.

En primavera, el mundo tembló ante la posibilidad de que una particularidad de la ley estadounidense, la obligación de que el Congreso autorice las emisiones de deuda, estuvo a punto de llevar al país clave del sistema financiero mundial a la suspensión de pagos. Y ahora, en otoño, la nueva particularidad que amenaza con sacudir al país es la imposibilidad de prorrogar automáticamente los presupuestos si no se aprueban unos nuevos antes del 1 de octubre, cuando comienza el nuevo ciclo de gasto. Si no hay unas cuentas aprobadas, el Gobierno simplemente no podrá gastar ni un céntimo: ni pagar a los funcionarios, ni pagar la luz, ni limpiar los baños de los parques nacionales, ni nada. Todos los funcionarios 'esenciales' deberán trabajar sin sueldo (que se les reembolsará cuando se arregle la situación), y el resto se irán a casa a esperar que el Congreso apruebe las partidas necesarias.

¿Por qué está de nuevo el país en esta situación? La clave está en el grupo de 21 diputados radicales republicanos, que bloquearon el nombramiento de Kevin McCarthy como presidente de la Cámara de Representantes durante varios días de votaciones infinitas, y que fueron el principal obstáculo en las negociaciones para solucionar la crisis de la deuda. Ahora, ese grupo ha declarado que se sienten decepcionados con el acuerdo firmado entre el presidente, Joe Biden, y McCarthy, que hizo algunos pequeños recortes al gasto público a cambio de poder emitir deuda durante dos años más. Y han dejado claro que bloquearán los presupuestos si Biden no acepta los enormes recortes que habían pedido en un primer momento y que ambos líderes renegociaron a la baja.

A eso se suma que McCarthy, en una concesión a este grupo, ha anunciado que las cuentas se tramitarán como 12 leyes individuales, en vez de como un solo paquete de centenares de páginas, como se viene haciendo en los últimos años y como se hace, por ejemplo, en España. Esos 'macropaquetes' hacen más difíciles las enmiendas individuales a ciertas partidas, así que trocear los presupuestos en 12 partes favorece que esos diputados radicales puedan añadir cambios que, por ejemplo, prohíban al Ejército financiar el viaje de sus empleadas destinadas en estados donde el aborto sea ilegal a otros donde sí lo sea para poder terminar allí su embarazo legalmente.

Los demócratas ya han dejado claro que no van a aceptar este tipo de "guerras culturales" en las cuentas, que necesitan el apoyo de ambos partidos para ser aprobadas. McCarthy ya ha pedido reunirse con el presidente del Senado, el demócrata Chuck Schumer, para no dejar la negociación hasta el último momento. Pero el riesgo es que las tres semanas legislativas que quedan hasta el 30 de septiembre no sean suficientes para tramitar las 11 leyes pendientes. Si eso ocurre, sería posible aprobar una prórroga temporal de los presupuestos del año pasado, pero hasta a eso se niegan los 21 diputados radicales, que consideran que las cuentas actuales están "sesgadas" hacia las prioridades demócratas.

En la última década, EEUU ha vivido cuatro cierres del Gobierno, de los cuales el más largo duró 34 días, ante la negativa del entonces presidente Donald Trump a aprobar el proyecto de presupuestos si no se incluía una partida de dinero para construir el muro fronterizo reforzado con México. Una nueva crisis este año tampoco sorprendería a nadie. Y ese es, precisamente, uno de los motivos por los que Fitch ha reducido la calificación de EEUU: que la legislación que antes se aprobaba de forma rutinaria ahora exija una batalla política permanente.

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