
Los datos de la EPA del segundo trimestre del año, que previsiblemente tendrán continuidad en los meses de verano, parecen haber superado hasta las previsiones del Gobierno en funciones, que ahora incluso ve posible lograr el pleno empleo. Unas cifras que siguen la tendencia del resto de la Unión Europea, donde el comportamiento del mercado laboral parece responder a los patrones de una fase expansiva inmune a cualquier incertidumbre. Sin embargo, es precisamente la comparativa con nuestros vecinos la que echa un jarro de agua fría sobre el optimismo laboral en España.
Nuestro país logró hacer frente a la pandemia sin disparar su tasa de paro tanto como en la crisis financiera y aprovechando el 'rebote' de la actividad que se sigue trasladando con intensidad en el empleo. Ello pese a un año y medio en el que el fin de la crisis sanitaria ha dado pie a una situación complicada por la invasión rusa de Ucrania que disparó los precios de la energía, y con ello la inflación.
Aunque este no es el único 'culpable' que los bancos centrales encuentran al incremento de los precios: el sorprendente dinamismo de los mercados laborales y las dificultades de encontrar mano de obra ha estado en el foco de las subidas de tipos del BCE, que entre sus objetivos tiene también enfriar la demanda de trabajadores para controlar la subida de los sueldos (y los temidos efectos de segunda vuelta en la inflación), si bien hasta ahora su éxito está bastante escaso en este sentido.
Este fenómeno ha llevado a la Oficina Europea de Estadísticas, Eurostat, a poner el foco en la curva de Beveridge, que estudia la relación entre vacantes de empleo y tasa de paro para analizar el momento del ciclo en el que se encuentra un mercado laboral. La idea es que, durante las contracciones de la economía, hay pocas vacantes y un elevado desempleo, mientras que durante las expansiones hay más vacantes y la tasa de desempleo es baja.
Lo sorprendente es que el comportamiento de este indicador parece contradecir el de otros, como el PIB. Por ejemplo, un país como Alemania, cuyo crecimiento se ha estancado tras llegar a caer en recesión técnica, tiene más vacantes que desempleados, que están en mínimos históricos. Hay varias explicaciones para lo que está ocurriendo: la inyección de dinero público para contrarrestar los efectos de la pandemia en trabajadores y empresas, los cambios en el modelo de relaciones laborales que lleva a que los empleados a tener más disposición y opciones para cambiar de empleo (lo que enlazaría con la denominada 'Gran Recesión') o factores demográficos que están reduciendo la mano de obra disponible.
Del Plan E a los 'records' de empleo público
La falta de mano de obra está siendo un problema incluso en España, que está llevando a que sea el país de la zona euro que más ha subida sube los sueldos en las ofertas de empleo publicadas en el último año (incluso superando, aunque por poco, a Alemania) según los análisis de Indeed. Algo que no deja de ser paradójico en el país con la mayor tasa de paro de la UE (a al espera de conocer si los datos del segundo trimestre han cambiado la posición en el ránking) y que apunta a que la falta de empleos puede retroalimentar la inflación.
De hecho, si se analiza la curva de Beveridge de nuestro país desde 2006 se aprecia que el momento actual está más cerca de un ciclo expansivo que de uno recesivo, aunque sin llegar a los niveles previos a la crisis financiera. Eurostat expresa esta evolución en media de cuatro trimestres (para evitar la volatilidad estacional), aunque tiene la ventaja de que la serie histórica de tasa de vacantes es mucho más amplia que la que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE), que llega solo a 2013.
Gracias a ello, se aprecia que los datos del último año no corresponden a máximos de vacantes. El récor corresponde a 201, cuando la tasa de vacantes se disparó al 1,4% gracias al Plan E puesto en marcha por el Gobierno de José Luis Rodríguez zapatero para 'rescatar' a la construcción. Y es que más de la mitad de las vacantes en España corresponden al sector público. Aunque en ese momento la tasa de paro llegaba al 19,9%, lo que confirma la distorsión que supuso el desembolso de miles de millones de euros.
En comparación, el 'calentamiento' de la curva de Beveridge desde 2022, parece achacable al vigor de la recuperación. El paro sigue lejos de su mínimo histórico de 2007 pero las vacantes se sitúan dos décimas por encima. Un balance positivo en un ejercicio marcado por la reforma laboral y las subidas del SMI, que no parecen haber frenado la necesidad de contratar de las empresas, pese al incremento de costes laborales. Aunque conviene tener en cuenta el efecto de los 'récords' de oferta pública de empleo de los últimos años, en buena parte motivados por el envejecimiento de la plantilla de funcionarios.
El país con menos oportunidades
Sin embargo, estas notas positivas se tiñen de colores más oscuros cuando comparamos la situación con el resto de la UE. Y es que nuestro país combina la mayor tasa de paro de la zona euro con la menor tasa de vacantes. En este caso los datos de Eurostat se limitan al primer trimestre de 2023. A la espera de conocer la tasa de vacantes y los datos de empleo de Eurostat correspondientes al segundo trimestre para todos los países de la UE, no sabemos si el repunte del mercado laboral español entre marzo y junio ha cambiado esta posición. Aunque la distancia con el resto de nuestros vecinos lo pone en duda.
A lo sumo podemos haber batido a Grecia, con los que nos disputamos históricamente el 'hito' de ser el país con menos oportunidades laborales. Pero el mercado laboral heleno ha reducido su tasa de paro con mayor intensidad que el español, y todo apunta a que se puede haber beneficiado tanto o más que este de la recuperación del turismo.
El cualquier caso, los datos arrojan muchas preguntas sobre la cuarta economía de la zona euro. Empezando por su paupérrima tasa de vacantes. Este reducido porcentaje de puestos no se adapta a lo que dicen las empresas y patronales, ni a informes como los del Banco de España, que sitúan la falta de mano obra como una de las preocupaciones al alza de las empresas. Sin embargo, los datos de España se elaboran con la misma metodología que los del resto de países.
Aunque los análisis de la curva de Beveridge en España tienden a minimizar esta comparativa con el resto de Europa, y prefieren señalar la serie nacional para destacar que la situación de nuestro país no se corresponde a un momento recesivo, la lectura que se puede hacer desde Bruselas de este modelo es demoledora, porque arroja una enorme debilidad de la oferta y demanda de mano de obra.
Parar expresarlo de otra forma, lo que refleja este modelo elaborado por la Oficina Europea e Estadísticas es que la situación de España en un momento 'bueno' del ciclo económico, equivale a una profunda crisis de proporcione inéditas para Alemania, Países Bajos o República Checa, donde la tasa de paro ronda el 3% y la de vacantes supera con creces el 4%.