Economía

España, entre los países de la OCDE que más gravan la inversión empresarial

  • La Hacienda española solo permite deducir el 63,6% del coste de capital, según Tax Foundation
  • El sistema fiscal español cae hasta el el puesto 34 en el ránking de las economías desarrolladas
Un trabajador de la industria española. iStock
Madridicon-related

España es uno de los países de la OCDE que más penaliza la inversión interna de las empresas para mantener su operatividad. La Hacienda española permite deducciones de hasta el 63,6% de los costes de capital, aquellos que incluyen los gastos en mantenimiento de inmuebles, maquinaria o amortizaciones de intangibles. En el lado opuesto, algunos países de la OCDE destacan por ofrecer bonificaciones de hasta el 100% para evitar imputar unos beneficios artificialmente elevados. La media de deducciones por estos gastos en la OCDE alcanza el 71,8%, unos ocho puntos por encima de lo que permite la normativa española.

Las inversiones en maquinaria gozan del mejor trato fiscal, con una media OCDE del 87,2%. Sin embargo, en España, las deducciones por inversión en maquinaria apenas llegan al 77,9%. Por otra parte, las amortizaciones de intangibles gozan de una deducción del 77,5% de media en la OCDE. En España, solo del 73,8%. Cuanto menos permite la normativa deducir, más subestima los costos comerciales reales e infla las ganancias imponibles, gravando efectivamente unas ganancias que en realidad no existen.

También existe un contraste con las grandes economías del euro, para los que la institución experta en análisis fiscal destaca las desgravaciones de las inversiones operativas como puntos fuertes en favor del tejido empresarial. Alemania cuenta con una deducción de los costes de capital –promedio ponderado– ligeramente superior al 70% del total. Portugal (72,5%), y especialmente Francia (76,6%) e Italia (80,4%) tienen una fiscalidad más favorable para la inversión.

La recuperación de estos gastos varía entre los países de la OCDE. Desde el 100 % en términos reales en Chile, Estonia y Letonia hasta solo el 47,5% de Costa Rica, el 50,2 % en Nueva Zelanda y el 58,0 % en Colombia –que abarca edificios industriales, maquinaria e intangibles–. Teniendo en cuenta que durante la pandemia muchos países abordaron cambios.

En el ránking global que elabora la institución, España perdió dos puestos respecto al año previo y ocupa la plaza 34. Respecto a la fiscalidad que compete a las empresas, su puesto es el 31.

Un incentivo a la inversión

"Cuando a las empresas no se les permite deducir totalmente los gastos de capital en términos reales, realizan menos inversiones de capital, lo que también reduce la productividad y los salarios de los trabajadores", añaden. "Por lo tanto, se debe permitir que las empresas deduzcan por completo sus inversiones de capital en términos reales, ya sea a través de gastos totales o recuperación de costos neutral", destacan.

Desde la patronal CEOE y su think tank económico, el Instituto de Estudios Económicos (IEE), destacan esta brecha frente a otros países desarrollados. "Las empresas españolas tienen una mayor dificultad para recuperar sus inversiones a lo largo del tiempo como consecuencia de que, a diferencia de otros países, en España no existe libertad de amortización y las tablas fiscales de amortizaciones deducibles no se han cambiado desde hace décadas", explica su director general, Gregorio Izquierdo.

"El problema se ve agravado porque el tipo nominal del impuesto sobre sociedades en España es mayor que en nuestro entorno. Como consecuencia de todo ello, al final se tributa sobre bases imponibles que son mayores que el beneficio en términos económicos, lo que supone un indeseable incremento de la componente fiscal del coste de inversión que a la postre perjudica la inversión, la productividad y nuestro nivel de vida", reflexiona Izquierdo.

Las empresas determinan sus beneficios restando a los ingresos los costes, como los salarios y las materias primas, de los ingresos, explican los expertos. En este punto, las inversiones de capital –inmuebles, maquinaria e intangibles– tienen un trato diferenciado. "En su lugar, las empresas amortizan estos costes a lo largo de varios años, incluso décadas, dependiendo del tipo de activos", recoge Tax Foundation.

"El coste de capital juega un papel importante en la definición de la base imponible de una empresa y puede afectar estas decisiones de inversión, con consecuencias de largo alcance", vienen explicando los fiscalistas de la institución, Lisa Hogreve y Daniel Bunn.

La inversión se ve comprometida en esta parte del ciclo económico, en un punto en el que se centra sobre la capacidad económica la persistencia latente de la inflación y el rápido endurecimiento de la política monetaria. El menor poder adquisitivo hace que las desgravaciones pierdan su valor real una vez amortizado el bien, por ejemplo, relacionado con la maquinaria, según explican.

CEOE prevé que la inversión crezca un 1,9%

El indicador de inversión productiva se mantiene por debajo del nivel previo a la pandemia, según datos recogidos por Afi en un repaso de los principales aspectos macroeconómicos. Es una tónica en la mayor parte del conjunto de países del euro.

La patronal empresarial, CEOE, actualiza mensualmente sus previsiones en un boletín económico. En lo relativo a la inversión, esperan que avance un 1,9% este año y un 2,5% el que viene, con mayor impacto sobre inmuebles (construcción) y activos fijos inmateriales. Precisamente, aquellos dos tipos de inversiones con mayor deducción fiscal posible. Por su parte, la inversión en los bienes de equipo retrocederán.

Es una incógnita este indicador de formación bruta de capital fijo y así lo demuestran los bruscos cambios. El propio Banco de España dejaba desierta en marzo su previsión de inversión para este año, habiendo cerrado el informe antes de las turbulencias financieras. Ahora, lo eleva al 1,7%.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky