
Son muchas las personas que tratan de ahorrar en la economía familiar y de su hogar, ajustando los gastos fijos y tratando de recortar otros mediante diferentes métodos, como puede ser la técnica de las 52 semanas o el método de los 50 céntimos, dos formas de ir acumulando dinero de forma progresiva.
Sin embargo, ahorrar dinero no solamente depende de ir metiendo en un fondo cierta cantidad, sino que también conviene controlar las finanzas y los gastos más superfluos, pensando si las compras que se llevan a cabo son necesarios o, simplemente, son caprichos.
Es aquí donde entra en juego la denominada regla del precio del producto, que es un método que permite a los consumidores reflexionar sobre las necesidades antes de gastar dinero en una compra compulsiva.
La regla del precio del producto
Así, cuando quieras comprar un producto, pero no estés suficientemente convencido sobre ello o pienses que no es una necesidad como tal, lo que hay que hacer es aplicar esta regla, que básicamente consiste en esperar el número de días que cuesta el producto.
Por ejemplo, si se quieren adquirir unas zapatillas de 30 euros, habrá que esperar un mes antes de comprarlas y volver a preguntarse si realmente son necesarias o, por el contrario, es más un capricho innecesario, ahorrando dinero con ello.
Además, este tiempo de reflexión también puede servir para, mientras tanto, seguir ahorrando dinero, esperar a cobrar otra nómina o aguardar hasta que llegue alguna fecha especial para darse el capricho, por lo que llegado el momento de la compra, los ahorros serán mayores y no supondrá tanto problema para las finanzas.
Este método se puede aplicar con compras de gran valor o en los casos en los que no se esté muy convencido de hacer la compra, ya que adquirir productos de manera compulsiva suele traer, posteriormente, arrepentimientos, sobre todo, en los casos en los que la compra compulsiva suponga problemas financieros.