
Un año después de la entrada en vigor completa de la reforma laboral, el alcance total de su impacto en el mercado laboral sigue siendo objeto de debate. Persisten, en particular, las dudas alrededor de la situación de los trabajadores fijos discontinuos, una modalidad de contratación indefinida pero ligada a actividades eventuales. La cuestión no se limita impacto en el paro, sino a su capacidad real de crear empleo. Pero los datos de la última Encuesta de Población Activa plantean interrogantes que también afectan a lo que ocurre con los temporales propiamente dichos.
En el primer trimestre del año, los asalariados con contratos fijos discontinuos cayeron por primera vez desde que la reforma laboral arrancó definitivamente, cediendo un 4,67%, con 27.800 ocupados menos. Este comportamiento se puede achacar a factores estacionales y ya se dio en el primer trimestre de 2022, cuando la norma aún estaba en periodo de 'vacatio legis' y no se habían suprimido los contratos por obra y servicio, lo que produciría la explosión definitiva de los contratos fijos discontinuos en los meses siguientes.
Sin embargo, la cifra de asalariados con este tipo de empleo que arroja ahora el INE, 566.400, es muy inferior a la de que revelan las cifras de afiliados a la Seguridad Social en marzo. De hecho, es un 35% menor. Si en el último año los ocupados han aumentado un 53%, los afiliados lo han hecho un 86%.
¿Hasta qué punto resulta relevante esta brecha? Es obvio que los datos de afiliación y EPA no se recopilan ni elaboran de la misma forma. Los primeros se extraen de la media mensual de trabajadores en alta a la Seguridad Social y los segundos de una encuesta trimestral (aunque las entrevistas se realizan en el último mes del periodo, en este caso marzo). Pero ambas métricas de empleo siguen una evolución similar.
Salta la vista al comparar las cifras de los asalariados totales. Las cifras que publica que el Instituto Nacional de Estadística son algo más elevadas que las de afiliados al régimen general, aunque esta diferencia se ha ido reduciendo. En el primer trimestre del año se quedó en el 1,8%.
Pero al intentar analizar la brecha por tipos de contratos, la cosa se complica. La razón es que las estadísticas de Seguridad Socia solo hacen este tipo de desglose para los afilados al Régimen General. Un problema que afecta sobre todo a los de datos de trabajadores que tienen un contrato indefinido ordinario.
Existe una diferencia de 2,3 millones de ocupados indefinidos "permanentes a lo largo del tiempo" en la EPA respecto a los afiliados al Régimen General: un 20%.
El 'culpable' es claro: los asalariados con contrato indefinido del sector público y otras actividades. Aunque en la última década las reformas de la Seguridad Social y las Administraciones han conseguido reducir esta brecha para que cada vez más funcionarios se integren en el Régimen General. Así, el dato de marzo es el mínimo de la serie histórica.
La sorpresa discontinua
Pero a pesar de esta abultada brecha en las métricas de los indefinidos ordinarios, su evolución es coherente a lo largo del tiempo, como la que ha seguido el total de los asalariados. Eso sí, conviene tener en cuenta sus peculiaridades a la hora de utilizar la comparación entre EPA y Seguridad Social para analizar la calidad del empleo estable tras la reforma. Aunque este problema no se aplica en el caso concreto de los fijos discontinuos.
La razón es simple: el sector público apenas usa este tipo de contratos. De hecho, su peso es del 0,7% del empleo, frente al 3,9% del sector privado. Es decir, 5,6 veces menor. Esto significa que la inmensa mayoría (sino la totalidad) de los fijos discontinuos cotizan en el Régimen General de la Seguridad Social y que la cercanía entre afiliación y EPA sea mucho más estrecha. O, mejor dicho, lo era hasta la reforma laboral.
A lo largo de la serie histórica, la diferencia entre fijos discontinuos en la EPA y la Seguridad Social ha oscilado entre el máximo del 12% y un mínimo del -16% en 2015. Esto refleja la volatilidad de un tipo de empleo ligados tradicionalmente a actividades de temporada. Pero con la reforma laboral y las modificaciones, esta diferencia negativa empieza a ampliarse hasta cerrar el primer trimestre en un 35% (aunque en verano llegó a superar el 41%). De hecho, es el único tipo de contrato que registra menos ocupados EPA que afiliados a la Seguridad Social.
Un dato que apunta a una volatilidad del empleo aún mayor de lo que refleja la afiliación. El Gobierno tiene pendiente de hacer público su prometido (y demorado) informe sobre estos trabajadores, pero resulta significativo que los responsables del Ministerio de Trabajo y los sindicatos han pasado en los últimos meses de defender la calidad de estos contratos a jactarse de su escaso peso efectivo en el empleo.
La brecha se dispara en los temporales
Pero el análisis de otros tipos de contratos aún guarda una sorpresa adicional, en este caso referida a los temporales. Y es que estos ocupados han seguido una evolución similar a la de lso fijos discontinuos (a fin de cuentas, ambos se ligan a actividades eventuales), aunque menos volátil.
Hasta 2022 la brecha entre ocupados afiliados osciló entre un máximo del 6,7% en el tercer trimestre de 2011 y un mínimo negativo del 7,9%. Pero con la reforma laboral se produce un fenómeno llamativo: la brecha se dispara a un récord del 33,6%% en el primer trimestre. De hecho, por primera vez en la historia supera a la que registran los indefinidos ordinarios.
La explicación se debe a que, como ocurre con los fijos discontinuos, la evolución de la afiliación es mucho más positiva que la de la ocupación. Y es que los datos de la EPA reflejan el intenso retroceso interanual de la contratación temporal y el incremento de la indefinida, pero la matizan.
En el primer año en vigor de la reforma laboral plena, los ocupados temporales cayeron un 42% según la Seguridad Social y un 26% según la EPA. En el caso de los fijos discontinuos, la subida según el INE es del 53,6% frente al 86,6% que estima la Tesorería General de la Seguridad Social. Los indefinidos con contratos ordinarios, por su parte, aumentaron un 10% según los datos de ocupación y un 17% según los de afiliación.
En este caso, la diferencia es menor. En cualquier caso, la evolución de los datos de la EPA es histórica, como demuestra que la tasa de ocupados con contratos indefinidos (sumando aquí a los fijos discontinuos) sigue creciendo y suponen un 82,7%, el máximo de la serie.
Aunque el foco sobre sobre las diferencias entre estadísticas se centra en los datos de desempleo, en el caso del empleo sigue siendo de elevado interés para los analistas, ya que buscan de lograr la radiografía más precisa y completa sobre el mercado laboral. En este caso, aunque la divergencia entre dos datos puntuales se pueda explicar por las diferentes metodologías utilizadas, el salto dado tras la reforma laboral suscita preguntas más profundas que apuntan al alcance y profundidad de la transformación del mercado laboral en el último año.