Las cotizaciones a la Seguridad Social y el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) alcanzan ya el 39,5% del salario del trabajador medio español, 0,2 puntos más que el año pasado. La suma de estos dos conceptos –lo que se conoce como la cuña fiscal– supera en 4,9 puntos la media de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que se sitúa en el 34,6%, sin variación anual. De esta forma, el sueldo neto que finalmente recibe el empleado queda en el 60,5% del coste laboral.
Según se desprenden los datos de la comparativa internacional, la diferencia entre España y la media de las economías desarrolladas son las cotizaciones a cargo de las empresas. En España, la empresa paga 23 puntos en cotizaciones sociales y en la OCDE son 13,4 puntos; sin embargo, son las cotizaciones a cargo del trabajador (4,9 puntos, frente a 8,2 puntos) y el impuesto sobre la renta (11,6 puntos, frente a 13 puntos) donde la carga es menor en España.
Es decir, la cuña fiscal incide más en las empresas españolas. Otra forma de interpretar los datos sobre España es la de que los trabajadores nacionales dedican casi cuatro de cada diez euros generados por cada empleo van destinados a pagar impuestos.
El documento de la OCDE realiza una comparativa homogénea entre países, en 2022. Sin embargo, para este 2023 está previsto un incremento de la carga impositiva sobre los salarios tras la subida de cotizaciones que recoge la reforma de pensiones. Desde este año, el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI) ideado por el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, gravará 0,6 puntos extra del salario de todos los trabajadores para pagar las pensiones del baby boom.
En este punto se revela una menor competitividad de la empresa española a la que se suma una productividad que ronda el 75% de la media de la eurozona. De esta manera, España fue el sexto país con mayor peso de la contribución de las empresas, sólo por detrás del 26,7% de Francia; el 25,3% de Estonia y Chequia; el 24% de Italia y el 23,9% de Suecia. Sin embargo, España suple esta carencia con unos costes laborales muy similares a la media de las economías desarrolladas.
De hecho, al acotar la comparativa a los países miembros del G20, España se coloca en cuarta posición.
Son los datos que publica el club de las economías desarrolladas en su informe anual Taxing Wages, centrado en el análisis de la fiscalidad de los salarios. Del pasado ejercicio, la OCDE destaca el doble golpe sobre la renta del trabajador: la inflación ha minorado el salario real, mientras en la gran mayoría de países ha subido la carga impositiva sobre el trabajo. El temido efecto de la progresividad en frío.
Pese a un leve aumento de la cuña fiscal (medida, según calcula la OCDE, como IRPF+cotizaciones), en España la presión fiscal bajó durante 2022. La paradoja es que, en realidad, los ingresos tributarios están en máximos históricos, pero su comparativa con la evolución del PIB indica que la presión fiscal se redujo, tal y como informó elEconomista.es.
Pensiones y salarios
El tipo efectivo de las pensiones y los salarios se situó en 2022 en máximos históricos. Esto es, lo que pagaron de media los declarantes y los perceptores de prestación pública de la Seguridad Social. Los salarios pagaron de media un 14,1%. "Los contribuyentes nunca habíamos pagado, de media, un tipo efectivo tan elevado de IRPF", explicaba el inspector de Hacienda, Francisco de la Torre.
La revalorización de las pensiones lleva a estas prestaciones a pagar un tipo del 9%. De hecho, sube el tipo de forma constante desde 1995, indica De la Torre.
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