La economía española se mueve en una paradoja fiscal. Los ingresos tributarios se encuentran en máximos históricos, y ya en el cómputo de 2021 se alcanzaron varios récords. De hecho, los ingresos de las arcas públicas supusieron el 39% del Producto Interior Bruto (PIB). "Contra los vaticinios de algunos estudios, la presión fiscal disminuyó al 38,7% del PIB", señala Francisco de la Torre Díaz, inspector de Hacienda y autor de Y esto, ¿quién lo paga? en un ágora de Thinking Heads centrado en los impuestos.
¿Por qué esta paradoja? La respuesta es la mejora del PIB nominal y la inflación que importa la economía española. La síntesis que cierra el autor es que "hay un incremento nominal de la recaudación fiscal, pero no un aumento real" en la comparativa con el PIB. España, de hecho, lleva dos años incrementando la presión fiscal acercándose a la media UE (41,7% en 2022).
El avance de la Contabilidad Nacional ofrece esta primera aproximación a lo que asumieron los contribuyentes en impuestos durante 2022 respecto al conjunto del PIB. Si bien la presión fiscal como tal bajó tres décimas hasta el citado 38,7%, la recaudación nominal subió más de 42.000 millones. Pese a la mejora de los ingresos públicos en niveles no vistos previamente, De la Torre recuerda que el gasto también crece a un ritmo parecido. El resultado es una economía deficitaria por valor de 63.700 millones de euros, el 4,8% del PIB.
"El punto clave de la variación de todas las ratios no es fiscal, o no sólo es fiscal, sino también, especialmente, el comportamiento del PIB", analiza en inspector de Hacienda. Las arcas públicas pueden mejorar sus ingresos, pero mientras lo hagan por debajo del aumento del PIB nominal (que durante 2022 fue prácticamente del 10%), la presión fiscal estaría bajando. "Aunque se batan récords en recaudación de impuestos y cotizaciones sociales, la presión fiscal disminuirá" en ese caso, sentencia.
La inflación, el motor de los impuestos
De igual forma contribuye que el crecimiento del conjunto de la economía superó las expectativas. Pero también hizo frente al shock de precios: según señala De La Torre, el efecto de la inflación importada está tomando forma dentro de los productos nacionales, elevando su precio y también el PIB nominal por la mayor recaudación en términos nominales.
Un ejemplo simple y directo podría ser la recaudación por IVA de un producto que antes valía 10 euros y ahora vale 14 euros: si antes se aplicaba el 21% y Hacienda ingresaba 2,1 euros, ahora ingresará 2,94 euros (+14%). Y como el crecimiento del IPC fue superior al del deflactor del PIB, indica el informe, el IVA crece.
Y el mismo efecto tiene la progresividad en frío que sufren las rentas, especialmente los salarios y las pensiones que son los dos grandes pilares del Impuestos sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). "Los contribuyentes del IRPF nunca habíamos pagado, de media, un tipo tan elevado", explica De La Torre: en 2022, los españoles destinaron el 14,1% de su salario sólo a IRPF. Además, ante el mayor coste de vida, los sueldos tratan de recuperar el poder adquisitivo perdido por la inflación. El resultado de no ajustar la tarifa a la inflación, subiendo los salarios de media un 3%, es una pérdida del 1% de su renta por una especie de subida silenciosa (ver gráfico).

Misma situación ocurre, de forma natural, con las pensiones. Como cada vez son más elevadas y suben ligadas a la inflación y el IRPF es un impuesto progresivo, el tipo medio ha vuelto a subir hasta el 9%, como lleva subiendo de forma ininterrumpida desde 1995, recoge el libro Y esto, ¿quién lo paga?.
Impuestos bonificados y 'aflorados'
De igual forma, las diversas medidas puestas en marcha durante el pasado 2022 para contener los precios y hacer frente al shock de la guerra han supuesto una rebaja de la presión fiscal. Por ejemplo, apuntan a la rebaja fiscal de 1.500 millones por el IVA de la electricidad. En total, según datos de la Agencia Tributaria, las medidas especiales supusieron una rebaja fiscal cercana a 5.500 millones de euros, un 0,41% de la recaudación. "Si no se hubiera tomado esas medidas de rebaja fiscal, la presión hubiese aumentado ligeramente".
Además, todo indica que el pulso óptimo de la recaudación también tiene que ver con el uso habitual de las tarjetas de crédito. El afloramiento de la economía sumergida es un síntoma "positivo" de "cumplimento fiscal" y "reducción del fraude" tras la pandemia.