Economía

La gran derrota de EEUU frente a Rusia y China que deja el futuro del petróleo en manos de Arabia Saudí

  • Riad se distancia de Washington y da la mano a Moscú para abrir una nueva era
  • Arabia Saudí ha recurrido a China para llegar a nuevos acuerdos con Irán
  • EEUU pierde su papel de mediador diplomático y de equilibrio en el petróleo
Vladimir Putin (Rusia) y Xi Jinping (China) estrechan la mano. Foto de Reuters

Hace solo tres años, cuando las relaciones petroleras y diplomáticas dentro de la OPEP+ se comenzaron a despedazar (disputas entre Irán y Rusia con Arabia Saudí y sus aliados), EEUU se encontró jugando un papel de pacificador y de equilibrio en el mercado de petróleo. EEUU no solo era la primera potencia del mundo económica, también era el mayor productor de crudo del planeta y su buena relación con Arabia Saudí era clave para la estabilidad del mercado de petróleo.

Sin embargo, estas buenas relaciones entre Riad y Washington no solo han llegado a su fin, es que además Arabia Saudí se ha acercado y mucho a Rusia, uno de los grandes enemigos de EEUU. Esta es una historia curiosa, cuyo desenlace puede ser vital para todos los ciudadanos del mundo, puesto que el precio del petróleo parece estar en juego. 

Según revela la agencia Bloomberg, la alianza petrolera entre Arabia Saudí y Rusia tiene el potencial de causar todo tipo de problemas a la economía estadounidense, la economía global e incluso a la campaña de reelección del presidente Joe Biden. La decisión de la OPEP+ de este mes de reducir la producción de crudo, por segunda vez desde que Biden voló a Arabia Saudí el verano pasado en busca de un aumento, puede ser solo el comienzo.

Ese anuncio del 2 de abril, que elevó los precios del petróleo en alrededor de cinco dólares por barril, ya deja entrever que los riesgos de recesión son mayores de lo que hubieran sido de otra manera, porque a los consumidores que necesitan en mayor medida la energía les quedará menos renta disponible para gastar otras cosas, y la inflación será más alta. Mientras tanto, el presidente ruso, Vladimir Putin, obtiene un 'tesoro' de guerra más grande para financiar su ataque a Ucrania. Pero lo más significativo es lo que dice el movimiento de la OPEP+ sobre el camino probable de los precios del petróleo en los próximos años.

Arabia elige a China para negociar con Irán

No solo Rusia ha vencido en esta batalla diplomática a EEUU. China también empieza a cobrar mayor relevancia en este campo y es visto cada vez más como una especie de mediador que puede resolver conflictos. Rusia, China y Arabia Saudí pueden convertirse en una especie de nuevo grupo de aliados que hagan de contrapeso en una economía global todavía dependiente de las energías fósiles.

En un mundo de alianzas geopolíticas cambiantes, Arabia Saudí se está separando de la órbita de Washington. Los saudíes fijaron los niveles de producción de petróleo en coordinación con Rusia. Ahora, cuando han intentado aliviar las tensiones con su rival regional, Irán, los saudíes recurrieron a China para negociar un acuerdo, dejando a EEUU fuera de cualquier tipo de negociación. La influencia occidental sobre el cártel del petróleo, en otras palabras, está en su punto más bajo en décadas.

¿Qué pasó entre EEUU y Arabia Saudí? En 2018, el columnista del Washington Post y disidente saudí Jamal Khashoggi fue asesinado en el consulado saudí en Estambul. En 2019, Biden, entonces candidato presidencial, amenazó con convertir a Arabia Saudí en un estado paria y detener la venta de armas. En 2021, a principios de su presidencia, Biden publicó un informe de inteligencia que evaluaba que el príncipe heredero Mohammed, el gobernante de facto del reino, era responsable del asesinato de Khashoggi.

Ahí comenzó el giro de Arabia. El país árabe dejó de mirar a EEUU para poner sus ojos en Rusia, país con el que ya mantenía una relación petrolera. Y para completar el movimiento, China se ha convertido en un apoyo político clave para alcanzar la estabilidad en la zona.

Otras prioridades de la OPEP

Además, todos los miembros de la OPEP+ tienen sus propias prioridades, desde los ambiciosos planes del príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed Bin Salman, para reinventar su economía, hasta la guerra de Putin. Cualquier ingreso adicional que obtengan al cobrar más por el petróleo es una ayuda. Mientras tanto, Rusia está intentando maximizar sus exportaciones de petróleo aprovechando las compras de la India, China y Turquía.

Cuando se le preguntó sobre las preocupaciones por los movimientos de la OPEP+, puesto que el cártel ya ha optado dos veces por reducir la producción desde la visita del presidente Biden a Arabia Saudí, un portavoz del Departamento de Estado aseguró que la administración se centra en mantener bajos los precios de la energía interna y garantizar la seguridad energética de EEUU.

El Gobierno de Biden, obviamente, ve los recortes de producción como desaconsejables dada la actual volatilidad del mercado, pero esperará a ver qué medidas toma finalmente la OPEP+, aseguraba el portavoz.

Mientras tanto, la amenaza de la industria del fracking sigue siendo solo eso, una amenaza que no se materializa porque los frackers y los productores americanos están más concentrados en repartir dividendo que en expandir su negocio. Y aunque es cierto que hay un esfuerzo global para reducir el uso de combustibles fósiles, y los altos precios acelerarán ese esfuerzo, el petróleo seguirá siendo clave en los próximos años.

Sume todo esto, y aunque algunos analistas (como los de Citigroup) aseguran que los obstáculos de la demanda supondrán que el aumento reciente de los precios podría resultar fugaz, la mayoría anticipa precios por encima de los 80 dólares por barril en los próximos años, muy por encima del precio promedio de 58 dólares por barril entre 2015 y 2021.

¿Qué pasará con el petróleo?

Para la economía global, un menor suministro de petróleo y precios más altos son malas noticias. Los principales exportadores son los grandes ganadores, por supuesto. Pero estos países que producen mucho petróleo conforman una cuota pequeña de la economía global. Muy pocos ganan mucho, mientras que muchos pierden un poco. El resultado agregado es una economía global que sufre. Para los importadores, como la mayoría de los países europeos, la energía más cara es un doble golpe: arrastra el crecimiento a la vez que aumenta la inflación.

EEUU queda en algún punto intermedio, puesto que produce mucho crudo, pero se cree que todavía es un país que pierde más que gana con la subida del precio del petróleo. Como gran productor, se beneficia cuando suben los precios. Pero esas ganancias se evaporan por la subida de la inflación y los mayores costes para los consumidores.

El modelo SHOK de Bloomberg Economics predice que por cada aumento de 5 dólares en los precios del petróleo, la inflación de EEUU aumentará en 0,2 puntos porcentuales; no es un cambio dramático, pero en un momento en que la Reserva Federal está luchando por controlar los precios, tampoco es bienvenido. Además, su impacto sobre la economía americana y global será negativo, lo que puede generar ciertas fuerzas contra el crecimiento mundial que se retroalimentan.

Es cierto que no hay garantías de que los saudíes, Rusia y el resto del cartel de la OPEP+ puedan mantener eternamente su unión y coordinación, puesto que la zona de Oriente Próximo siempre ha sido inestable y las disputas entre Irán y Arabia Saudí siguen siendo importantes. Pero lo cierto es que en un momento complejo para el mundo, el petróleo está en manos de una Arabia Saudí que se deja influir por Rusia, enemigo número uno de Occidente desde que comenzó su invasión a Ucrania.

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