Economía

El empleo agota el 'efecto rebote' tres años después de la pandemia

  • La creación de empleo se frena y vuelve a niveles de 2019
  • La reforma laboral no ha logrado evitar la desaceleración
  • La incertidumbre económica y política empeora los pronósticos para los próximos meses

Hace tres años, la irrupción del Covid 19 supuso un auténtico terremoto laboral que se tradujo, primero, en una oleada de despidos y ERTEs sin precedentes en la historia democrática, para dar lugar en 2021 y 2022 a una recuperación igual de intensa, e incluso sorprendente, según se reactivaban más sectores económicos. Pero los datos de los últimos meses confirman el fin de una tendencia que desata la incertidumbre sobre el futuro del empleo a corto plazo.

Este 'efecto rebote' en el empleo tras la pandemia no es exclusivo de España. Descuadró las previsiones de la mayoría de los analistas, pero también de los Gobiernos del mundo. Incluso ha afectado a las decisiones de política monetaria de los bancos centrales. La hoja de ruta de la Fed y el BCE no han perdido de vista que una creación de empleo demasiado vigorosa tiene su efecto en los salarios y, de ahí, en la inflación.

Hasta en España, donde la tasa de paro del 12,8% sitúa la cuestión en las antípodas de Estados Unidos, Reino Unido o Alemania, se ha notado esta 'tensión' del mercado laboral en diversos sectores. El Gobierno achaca este ímpetu a lo acertado de sus políticas en estos años.

En especial, destacan los acuerdos para aplicar una 'barra libre' de regulaciones de empleo que en 2020 'hibernó' a millones de trabajadores cuyas empresas tuvieron que echar la persiana por las cuarentenas, y a la 'prohibición de despedir' por causas vinculadas al Covid.

Aunque la justicia ya ha desmontado el alcance de esta última, los datos también muestran que su eficacia fue muy reducida: en 2020 se registraron caídas interanuales de la afiliación inéditas desde la crisis financiera. Sin embargo, existe unanimidad en que sin el esfuerzo que supusieron los ERTEs el impacto hubiera sido mucho mayor.

En 2021 la recuperación empezó a pesar de las recaídas en la pandemia, las restricciones (ahora más intensas en el resto del mundo que en España), los acuciantes problemas de suministros y los primeros coletazos de la inflación. En la segunda mitad del año ya se empezó a hablar de problemas para encontrar mano de obra en sectores que habían empezado a tirar de la economía antes que el resto, como la agricultura.

Mientras gestionaba las medidas para intentar encauzar esta recuperación, el Gobierno empezó a trabajar en su proyecto de Legislatura en materia de empleo: una nueva reforma que derogara la de 2012, compromiso electoral tanto del PSOE como de Unidas Podemos. Al final, el texto salió con pacto, de hecho, el último gran acuerdo tripartito logrado entre el Ejecutivo de coalición, la patronal y los sindicatos.

El impacto de la reforma laboral

El debate sobre los efectos de la reforma laboral en la creación de empleo ha sido constante. La norma eliminaba una de las modalidades más utilizadas: el contrato temporal por obra y servicio e impulsaba alternativas como el indefinido fijo discontinuo para tareas eventuales. Aun así, el cambio tuvo un mayor efecto en el incremento de los contratos indefinidos ordinarios, que elevaron en más de diez puntos su peso en el total del empleo (eso sí, solo en el caso de las empresas privadas).

Aun así, el desplome de los contratos temporales provocó un descenso interanual del conjunto de la contratación del 24,9% en febrero. Aunque esto, en teoría, es lógico: si hay más contratos indefinidos se firman menos temporales. Además, por la elevada volatilidad del mercado de trabajo español, la contratación y creación de empleo en términos de variación de la afiliación no se corresponden.

La idea del gobierno es que, al haber más trabajadores con empelo indefinidos, la afiliación neta reduce su rotación y, con ello, se crea más empleo en términos interanuales. Atendiendo a la evolución de esta última, 2022 arrancó confirmando las tesis del Gobierno. En mayo de 2022 se registró un incremento interanual de la afiliación de 969.500 cotizantes, un dato sin precedentes en la serie histórica, que se remonta a 2009. Pero a partir de ahí, la creación de empleo empieza a echar el freno.

Las explicaciones son varias, empezando por la difícil coyuntura geopolítica tras la invasión de Ucrania y una inflación que no parece dar tregua, a la que se suma la subida de tipos que dificulta la financiación y la creación de empleo. Esta inédita combinación de factores hace difícil desglosar el impacto de la reforma laboral.

Volatilidad indefinida

Sin embargo, la evolución de la afiliación muestra pautas a tener en cuenta. La primera, que la pérdida de velocidad de la creación de empleo coincide con el auge la contratación fija discontinua, dos meses después de que concluyera el plazo dado por el Gobierno para la supresión definitiva de los temporales por obra y servicio.

Los fijos discontinuos son indefinidos, pero con una particularidad: están ligados a actividades temporales, y cuando estas se interrumpen, son dados de baja a la Seguridad Social hasta que la empresa vuelva a llamarles. De hecho, este pase a la inactividad es la segunda causa por la que un trabajador deja de contar como afiliado, solo por detrás del fin de un contrato temporal.

Teniendo en cuenta este matiz, la comparativa de la variación de la afiliación media totales y los trabajadores con cada uno de los tres tipos de contratos parece apuntar en una dirección clara: la creación de empleo indefinido ordinario fue compensada por la destrucción de los temporales, sin que los fijos discontinuos, por su elevada volatilidad, contribuyeran a mejorar el saldo interanual tal y como planteaba el Gobierno.

A ello se suma que la mitad del empleo creado en la Legislatura es público. Además, los trabajadores públicos son los más castigaos por la temporalidad, ya que la reforma laboral no  se les aplica.  

Esto no significa que la reforma laboral sea la causa de la desaceleración del empleo, sino que no ha sido capaz de frenarla. De hecho, el incremento interanual de febrero es similar al de junio de 2019. Sin embargo, en aquel momento se hablaba de desaceleración de la creación de empleo tras la salida de la crisis financiera.

Aunque en aquel entonces, la situación se achacaba al e bloqueo institucional tras unas elecciones fallidas, que provocó que Pedro Sánchez gobernara en minoría y con los presupuestos que aprobó el PP antes de la moción que un año antes le llevó al poder. Pese a lograr formar Gobierno con Unidas Podemos a finales de ese mismo año, la crisis de la pandemia le impidió sacar adelante sus primeros presupuestos hasta diciembre de 2020.

El contexto actual parece abocar a un 'atasco' político similar al de 2019 tras las próximas elecciones generales. A ello se suma la incertidumbre de las empresas ante el incremento de costes laborales tras la reforma de pensiones y los cambios legales que puede aplicarse antes de que acaba la Legislatura, lo que puede frenar muchas decisiones de contratación.

Un efecto que se suma a la deriva económica y financiera en un arranque del año que está resultando especialmente convulso para el crédito.

Un escenario, en todo caso, incierto, al que tampoco ayudan los cambios estadísticos que ha realizado el Gobierno para medir la creación de empleo. Así, aunque el Ministerio de Inclusión y Seguridad Social estima una creación interanual de empleo desestacionalizada de 506.543 a mediados de marzo, sus cálculos se realizan con una compleja y polémica 'cocina' que evitan la comparación con la serie histórica más allá de 2019.

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