
Funcas ha elegido el IPC energético como El dato del año. No en vano, los precios de la energía han puesto en serios aprietos a la economía y han sido el principal lastre. El peor momento fue en marzo, un mes después de la invasión rusa a Ucrania, el índice de la energía dentro del IPC se disparó un 60,9%, el mayor incremento desde 1980.
Hacía cinco décadas que el precio de la energía no se disparaba de tal manera. No se veían incrementos tan abruptos desde la crisis del petróleo de los años 70, recuerdan desde Funcas. Pero esta vez el oro negro no ha sido el principal culpable, hay que mirar al precio de la electricidad. En los momentos más críticos del año llegó a subir un 107,8%, en términos anuales, el pasado mes de marzo.
El precio de la electricidad aceleró su ascenso tras la invasión de Ucrania, ante el desplome de las exportaciones de gas ruso y la amenaza de cortes de suministro, la cotización de la materia se disparó, tensionando fuertemente los mercados de la electricidad. Precisamente el precio del gas ha tenido un comportamiento más moderado a lo largo del año. La excepción ibérica con la introducción de un tope al precio del gas entró en vigor antes de que la demanda creciera por el invierno, manteniendo bajo control los precios.
Los carburantes también han seguido una senda alcista, pero menos pronunciada, a diferencia de la crisis del petróleo de los años 70. Pero, en general, todos los componentes del IPC energético han registrado un fuerte encarecimiento.
Habida cuenta del elevado peso de estos componentes en el IPC total, Funcas estima que el alza del IPC energético explica directamente cerca del 41% de la inflación total registrada en 2022. Esto es sin tener en cuenta el impacto indirecto en el resto de precios, especialmente en lo que atañe al transporte, los fertilizantes (y por tanto la producción agrícola) y la industria electro-intensiva.
Sin embargo, desde el otoño, los precios han tendido a moderarse, en consonancia con la moderación de la demanda, la introducción de un tope al precio del gas que entra en la generación de electricidad y la diversificación como alternativa al abastecimiento de gas ruso.
El IPC general llegó en marzo al 9,8%, para luego repuntar al 10,8% en julio. En el último dato de noviembre se sitúa al 6,8%. La evolución de los precios muestra como el alto coste de la energía se ha ido trasladando al resto de la cesta de productos. La inflación subyacente, que excluye la energía y alimentos frescos, estaba en marzo al 3,4%. En noviembre se situó al 6,3%.