Madrid
Pablo Antonio Muñoz Gallego es el responsable del Área de Economía de la Longevidad de CENIE, los especialistas en el análisis de la economía sénior, un sector de la actividad que gana cada vez más peso acompañado del empuje demográfico. La mejor salud a partir de la jubilación plantea retos para el mercado laboral, donde reflexiona sobre el potencial de la jubilación flexible. Y, también, sobre un sistema público de pensiones que presiona cada vez más a las generaciones más jóvenes.
¿Cómo podemos explicar el concepto de economía de la longevidad?
El término de envejecimiento va unido a pensiones, cuidados o cuestiones que suelen implicar gasto. Una acepción más interesante y amplia es la longevidad, porque la sociedad se prepara para vivir más, con todo lo que ello implica: habrá más tiempo para ser jubilados y, en consecuencia, vivir más tiempo de la pensión, realizar gastos o actividades que antes no se contemplaban. Las vidas longevas implican un tiempo vital mayor también desde el punto de vista de las oportunidades y nos estamos preparando para unas vidas medias en torno a los 90 años de cara a mitad de siglo.
¿Y los retos para una economía?
Nos debemos preparar desde el punto de vista de salud o el financiero, también en otros aspectos como las relaciones personales conyugales o con los nietos. Vivir más implica mayores cuidados sanitarios en forma de salud preventiva, y en el aspecto financiero vas a tener que afrontar más años de vida con unos ingresos que serán inferiores al salario. Tienes que hacer tu propia planificación en estos aspectos. Que la sociedad viva más años en general también afecta a la jubilación. Habrá más tiempo para estar jubilado y en consecuencia más tiempo para estar viviendo de las pensiones.
El factor demográfico también tiene su peso
A partir de ahora será normal que los nietos tengan a sus cuatro abuelos, y eso es muy importante en un momento en el que las parejas tienden a tener menos hijos. La fertilidad por mujer está en 1,2 hijos. Cambia el escenario, porque hace un tiempo era justo lo contrario.
¿Y en el trabajo, qué oportunidades se abren?
Nos tenemos que preguntar hasta qué punto realmente la sociedad puede aguantar un modelo en el que en el que las personas en pleno uso de su salud y con plena vitalidad se jubilen cuanto las necesidades laborales son crecientes. Hay una mayor necesidad de cubrir puestos, pero no los jóvenes suficientes. Hay mayores que se jubilan estando en condiciones de trabajar, podríamos flexibilizar nuestro tránsito a la jubilación a través del trabajo parcial. La longevidad nos obliga a replantear este modelo de jubilación, pensar si la bonificación del 4% por estirar la vida laboral es suficiente. También por ingresos medios y número de personas hay que tener en cuenta su contribución al Producto Interior Bruto (PIB).
¿Son suficientes los incentivos a la jubilación demorada?
Actualmente, por ejemplo, una persona que supone que se tiene que jubilar a los 66 años y 7 meses. Si está un año más le bonifican un 4% la pensión o le dan una especie de cheque de hasta 12.000 euros. Podríamos pensar si eso es suficiente, si es insuficiente o si hay realmente que plantearse otras condiciones para que una persona pueda seguir trabajando y pueda seguir beneficiándose a la vez de un ingreso por pensión combinado con un trabajo a tiempo parcial.
Sin embargo, cada vez hay más desempleados sénior
Las menores tasas de paro están entre los 40 y 50 años, y ahí aumenta progresivamente en los empleados sénior. Además, son desempleados de larga duración de los que se pierde ciertas competencias como la experiencia o la madurez mental. En España también tenemos un cierto déficit de inversión que las empresas hacen en formación para mejorar la productividad, especialmente en digitalización, como una especie de círculo virtuoso. Esto se llama tasa de absorción tecnológica y hay empresas que tienen dificultades por no disponer una plantilla preparada para ello.
¿Hay incertidumbre por la reforma de pensiones? ¿Aquellos que se acercan a la jubilación temen que les cambien las reglas del juego?
El que tiene la mosca detrás de la oreja la seguirá teniendo. Una encuesta que hizo BBVA Research revelaba que sólo el 6% de trabajadores quería alargar su vida laboral. En España la jubilación activa es solo el 5%, frente al 10% de la media europea y tendríamos que pensar en acelerar el ritmo. El 75% decía que quería jubilarse lo antes posible, en cuanto pudiera cubrir sus gastos básicos.
¿Es justo el sistema?
Creo que como sociedad no deberíamos beneficiarnos de unas condiciones que perjudican a las generaciones venideras. En pensiones debe haber un pacto entre generaciones porque el actual sistema es insostenible, debemos arrimar el hombro recordando que en estos momentos la Seguridad Social es deficitaria.
¿Y el ahorro complementario?
Debemos asumir que los ahorros complementarán las pensiones futuras, especialmente los jóvenes. La preparación financiera debe ir de la mano con la empresa, a través de los planes de pensiones de empleo que trata de fomentar el Ministerio de Seguridad Social. Trataría incluso de ver convenios con empresas que se adscriben a planes y en qué medida realizan aportaciones como complemento a los salarios.
¿Y las cuentas previas a la jubilación?
Mientras estás trabajando llegas a un periodo de, digamos, madurez en la que se traslada a una mejora de salario. De hecho, hay una relación muy directa entre más edad, más salario. Eso es lógico, también en la media europea. A partir de los 62 ó 64 años y cuando empieza a dar paso la jubilación, los ingresos caen. Bajo ese concepto que te comento de jubilación flexible necesitamos también tener más fondos. Los ingresos medios de los adultos maduros son los más importantes de España y es importante disponer de ingresos si queremos mantener cierta calidad de vida incluso después de la jubilación. Ahora no solo se vive vegetativamente, se vive con salud y con gasto.
