
Crear puestos de trabajo para las personas de 55 años en adelante y retener el talento senior en el mercado laboral es el gran reto de España y una cuenta pendiente con los profesionales de más edad. La evolución en este ámbito está entre las más lentas de Europa a pesar de que el colectivo entre 55 y 70 años lo conforman ocho millones de personas, de los que casi la mitad son población activa. El reloj demográfico avisa de los riesgos de que el sistema no cambie y aboca a un alargamiento de la vida laboral.
El II Mapa de talento sénior. España en el contexto europeo del Centro de Investigación Ageingnomics de la Fundación MAPFRE ha analizado la actividad y el empleo entre los trabajadores de 55 años en adelante en Alemania, Francia, Italia, Polonia, Suecia, Portugal y España. Estos países, repartidos por todo el continente, comparten rasgos demográficos (baja natalidad, población envejecida, mayor esperanza de vida...) y en todos ellos el mercado laboral está falto de trabajadores jóvenes mientras la masa de trabajadores definidos como 'mayores' (de 55 a 69 años) gana volumen y se alargan los años de vida laboral.
Este envejecimiento de la población tiene y tendrá un efecto directo sobre el mercado de trabajo. Entre otras cosas, hará que haya menos jóvenes, pero con mejores tasas de desempleo (algo fundamental en España, donde el desempleo de los menores de 25 sigue marcando récords en la Unión Europea). También supondrá una menor presencia de jóvenes y adultos-jóvenes, pero será compensada en parte por la inmigración, habrá más mujeres en todos los tramos de la pirámide laboral (su incorporación tardía, no ha terminado) y, por supuesto, habrá más perfiles sénior que deberán compensar los huecos que dejen los jóvenes para evitar que el mercado laboral se desfonde.
¿Estamos preparados para esto? La respuesta de los expertos es que queda mucho por hacer. "Todos los interlocutores del mercado de trabajo (administración, empresas, sindicatos y trabajadores) deben tomar decisiones", apunta el informe. Los 15 próximos años serán clave, antes de que el desarrollo de la robotización y la automatización den una giro de 180 grados al empleo. Hasta entonces, los trabajadores de carne y hueso seguirán siendo imprescindibles para cubrir las necesidades de la producción y los servicios, y, por la propia evolución demográfica -y el devenir económico imposible de calcular-, tendrán que ser mayores.
Los activos sénior representan el 18% del total de población activa
Con este contexto planteado, ¿cómo se comporta el mercado laboral sénior? El primer dato que destaca es el crecimiento del número de activos mayores en todos los países de la muestra, especialmente en el grupo de edad de 55 a 59 años. En datos de Eurostat (cifras absolutas) los mayores aumentos desde el año 2008 corresponden a los países más poblados: Alemania, Francia e Italia. Este último también lidera el crecimiento relativo (90,8%).
El aumento se traduce en una subida de la población activa sénior en el total de la población activa. Es decir, hay más perfiles de 55 años o más entre los activos porque hay más séniores en la pirámide de edades y menos jóvenes debido a las natalidades descendentes. En España, por ejemplo, ha pasado de representar el 11% a suponer el 18% del total de población activa. "La 'seniorización' del mercado laboral es un proceso que ya se ha iniciado y que va a seguir intensificándose en las próximas décadas", destaca el informe.
La duración de la vida activa está directamente relacionada con esto. Aunque cada vez los trabajadores amplían más su vida laboral, las diferencias entre los países son grandes. El valor más alto lo tiene Suecia, con 42 años, y el más bajo Italia, con 31. España, con 35, está en una posición intermedia. "Estamos, pues, en las mejores condiciones posibles para laborar más tiempo que nunca, lo cual no solo resulta beneficioso para la salud física y mental de los trabajadores, sino para la sociedad y la economía general de un país", apuesta el informe basándose en la longevidad en aumento y descartando este escenario para ocupaciones de gran carga física, por ejemplo.
Sobre esta cuestión ya se ha apuntado en varias ocasiones. El ranking 'Golden Age Index' de PwC ya calculó que el Producto Interior Bruto (PIB) español podría crecer entre un 5% y un 9,9% en el largo plazo si se aumentase el empleo entre los mayores de 55 años al nivel de los países más avanzados de la OCDE.
La tasa de empleo sénior de España está 10 puntos por debajo de la media europea
El empleo sénior también va en aumento. La presencia de los empleados de más de 55 en el conjunto de la población ocupada roza ya el 20% en España, desde el 11,4% que se anotaba en 2008 y se sitúa en quinta posición. Salvo Suecia y Portugal, ostenta los índices más bajos de crecimiento de la población empleada de 55 a 69 años. En este sentido, los expertos advierten del "abandono excesivamente temprano de un buen número de trabajadores por encima de los 50 años".
La tasa de empleo sénior nacional (41,9%) tampoco sale bien parada. Está diez puntos por debajo de la media europea y muy lejos del ejemplo sueco, (61,82%). El camino a recorrer es aún más largo en la comparativa de las tasas de empleo en la franja de 55 a 59 años: mientras en Suecia se sitúa en el 85%, en España se queda en el 65%.
Aquí los estudios influyen y también hay notables diferencias. Uno de los factores que favorece el empleo sénior es el nivel de preparación académica. El mercado de trabajo de los perfiles mayores está integrado mayoritariamente por personas con educación secundaria superior y postsecundaria menos en los países ibéricos, donde hay más ocupados sénior de niveles de estudios primarios.
En todos los territorios, además, se produce un predominio de los asalariados sobre los trabajadores por cuenta propia, con Alemania (86%), Suecia (84%) y Francia (81%) a la cabeza, así como los que trabajan en actividades industriales, comercio y administración pública, y los que desarrollan su actividad a tiempo completo, entre el 70 y el 90% de los ocupados sénior en los países analizados.
La mitad de los nuevos parados en España son sénior
Tres datos de inicio: la mitad de los nuevos parados en España son sénior, uno de cada tres desempleados es mayor de 50 años y uno de cada dos son de larga duración.
Es en el desempleo donde se dan las mayores distancias entre países. Mientras en Polonia y Alemania se ha producido una caída del número de parados desde 2008 (el mercado laboral absorbió el aumento del grupo sénior y además a parte de los que estaban desempleados), Francia, España e Italia se han anotado los mayores aumentos de paro en estos 14 años, especialmente los dos últimos (181% y 201% respectivamente).
España presenta en los tres años de la muestra (2008, 2014 y 2020) las cifras más altas de paro entre mayores de 55 años, que llegó a rebasar en 2020 el medio millón de personas y supera a los demás países en tanto en la franja de 55 a 59 años, como en la de 60 a 64.
El análisis del paro entre mayores de 55 también da medida de la brecha de género en esa franja de edad. Pese a que en España hay menos mujeres empleadas sénior que hombres, hay más paradas. "Esto certifica la peor situación de las mujeres sénior españolas ante el empleo. Solo cuando las generaciones más jóvenes lleguen a edades por encima de los 55 años se corregirá esta situación, pero para ello queda aún un largo camino", apuntan los expertos.
La duración del desempleo da la puntilla. En Suecia, Polonia y Alemania, el tiempo medio que pasan los trabajadores de entre 55 y 64 años oscila entre los 3 y los 11 meses, mientras que en Francia el intervalo asciende a entre 24 a 47 meses y en Italia, Portugal y España se dispara a 48 meses o más. El patrón se repite con el paro de larga duración (más de 12 meses): en Suecia ronda el 18% entre los sénior supera el 50% en Francia (60,1%), Italia (59,8%), Portugal (60,8%) y España (52,8%).
El 'salvavidas' del emprendimiento
El peso que tiene el trabajo autónomo sénior en España está muy alineado con el resto de los países europeos y alcanza el 15,9% del total de los trabajadores, frente al 14% del total de los siete países analizados. Es Italia el territorio con mayor porcentaje de autónomos mayores de 55 años (21,8%) y Alemania el menor (8,8%).
Al contrario de lo que ocurre con la tasa de emprendimiento (TEA), que disminuye conforme se superan los 45 años en todos los países europeos analizados, el estudio del sector sénior desvela que en todos esos territorios, el trabajo por cuenta propia gana peso sobre el total de trabajadores a medida que se avanza en la edad.
¿Y qué motiva el emprendimiento a edades avanzadas? Pues en líneas generales, cubrir una necesidad. Más que una posibilidad de negocio, los emprendedores sénior buscan una salida a la pérdida de empleo y las dificultades de acceso al mercado laboral. Vuelve a ser España el país de los analizados en el que emprender por necesidad es más relevante, especialmente entre perfiles sénior que buscan seguir activos.
La lista de deberes que proponen los expertos, que abogan por un gran pacto de país para el fomento del empleo sénior, es compleja y supone abrirse a un cambio de sistema. Los objetivos pasarían por lograr mejores cifras de empleo sénior en los tramos por encima de los 60 años, conseguir más mujeres en el mercado laboral de los séniores y extender la fórmula del trabajo a tiempo parcial como vía de permanencia en el mercado laboral.
Esto último sería un paso lógico en el tránsito hacia la jubilación que permitiría estirar la vida laboral. Sin embargo, en estos territorios predomina un modelo de trabajo en el que se trabaja al 100% hasta la jubilación. "Son pocos los que escalonan la salida con reducciones de su jornada que probablemente permitirían incrementar el número de los ocupados y reducirían el grado de frustración de los que en 24 horas pasan de una actividad plena a una inactividad total".