
Incertidumbre, crisis y recesión. Esos son los términos económicos en los que se mueve la actual coyuntura y por los que el Banco Central Europeo (BCE) pregunta. Grandes empresas del entorno del euro muestra ya una preocupación creciente ante la posibilidad de que acontezca una recesión -dos trimestres consecutivos con crecimiento negativo-. "La inflación sigue siendo indeseablemente alta y se espera que se mantenga por encima del objetivo del consejo de gobierno durante algún tiempo. Los últimos datos indican una desaceleración del crecimiento, lo que empaña las perspectivas para la segunda mitad de 2022 y más allá", explican, observando un futuro algo más gris.
"La actividad económica se ha desacelerado en las principales economías avanzadas desde la última reunión del Consejo de Gobierno, celebrada en junio", y esto también incluye a la propia eurozona, según explica el boletín mensual de la institución bancaria.
En cuanto a las perspectivas económicas en el entorno, el BCE observa una "incertidumbre y preocupación generalizada" sobre la actividad, especialmente para después del verano. Además del mercado de la vivienda, los expertos apuntan directamente al consumo. La confianza del consumidor apunta a la baja -especialmente en los sectores de comercio minorista y de bienes de consumo- de cara al tercer trimestre, una postura que ahora se ve reforzada.
La otra cara del pesimismo va más allá haciendo hincapié sobre la posibilidad de caer en recesión. "Algunos contactos señalaron que, con el tiempo, los hogares notarían cada vez más la mengua de sus recursos financieros causada por las subidas de precios", reflejan sobre el impacto de la inflación. Además, la puntilla final sería la rebaja o el recorte del suministro del gas, que "sin duda se materializarían escenarios bajistas".
La política fiscal está contribuyendo a amortiguar el impacto que está teniendo la guerra en Ucrania en los más afectados por la subida de los precios de la energía. Aún así, el Banco Central destaca los precios por encima del resto: las perspectivas mundiales auguran todavía precios elevados entre las principales economías. En Europa, precisamente el lastre de la guerra supone una carga extra que frena el crecimiento y presiona los precios al alza por la capacidad exportadora de grano ucraniana y la dependencia de la energía de Rusia.
Por otra parte, los empresarios valoraban varios factores que podrían sostener la actividad en los próximos meses: la demanda embalsada, el ahorro acumulado, el aumento de pedidos... aunque los últimos indicadores del PMI revelan una vuelta a la tendencia de crecimiento negativo similar a los niveles de pleno inicio de pandemia.
El Indicador de Sentimiento Económico (ESI) de la Comisión Europea disminuyó levemente en junio, lo que indica una desaceleración del crecimiento en el segundo trimestre. Si bien la confianza empresarial mejoró algo en la industria y los servicios, se deterioró en los sectores minorista y de la construcción.
Más transmisión de costes y alzas de precios
La institución bancaria recoge la postura de los empresarios en el proceso de la transmisión de las sustanciales presiones de costes a lo largo de la cadena de valor inflacionista. Así, los empresario del entorno europeo indican una "elevada magnitud y/o frecuencia de las subidas de los precios de venta" como consecuencia del encarecimiento de la cadena de valor.
Aunque la mayoría de los contactos preveían una tendencia similar de subida de los precios de venta en el tercer trimestre, algunos tenían más dudas en vista de la pérdida de dinamismo de la demanda, lo que apunta a una posible moderación de la tasa de incremento global.
Para contener la pérdida de poder adquisitivo, las clausulas salariales se están revisando al alza. La mayoría de los contactos pensaban que las presiones salariales estaban aumentando progresivamente, aunque todavía había una incertidumbre considerable y disparidades entre países.
Aproximadamente tres cuartas partes de los empresarios esperaban que las negociaciones salariales en curso o futuras se tradujeran en un mayor incremento en 2023 que en 2022, y la mayoría situaba el crecimiento salarial de 2022 entre el 2% y el 4%.
Eso sí, para muchos resultaba complicado dar una indicación cuantitativa en este momento. Las subidas salariales cuentan con distintas aristas: desde las diferencias temporales en las negociaciones, la longitud de los contratos vigentes, o el emplazamiento de una subida salarial repartida a lo largo de los años hacen que resulte complejo calcular una subida entre las plantillas de la eurozona.