
La subida de precios que comenzó como un problema derivado de las cadenas de suministro y la energía va adquiriendo cada vez un mayor rango. En España, la inflación alimentaria es casi del 18%, lo que explica el impacto del encarecimiento de las materias primas de los alimentos que impulsa al alza el ticket de la comida. En concreto, prácticamente la totalidad de los alimentos está subiendo a tasas "extremadamente elevadas", por encima del 5,5%.
Es lo que revela, y alerta, el Banco de España en su último informe publicado, relativo a la inflación de las materias primas de alimentación. Cada crisis de precios tiene sus matices y rasgos diferenciados, y así lo está siendo en la actual. Tal y como revelan desde el banco central, actualmente se observa un aumento más generalizado que en otras experiencias observadas de tensión de los mercados.
De hecho, lo que revelan los datos es que actualmente hay una inflación generalizada, mucho más amplia, en la cesta de los alimentos. Si en 2001 y 2002 era el 27% de alimentos los que subían a lo que en la zona euro se consideran "tasas extremadamente elevadas", por encima del umbral del 5,5% en este caso, o en la crisis financiera era el 54%, ahora el dato se triplica o casi duplica, respectivamente.
Aún así, desde el BdE señalan que la tarea de calcular la transmisión de costes del encarecimiento de las materias primas al consumidor final es una tarea "compleja". Por el proceso intervienen distintos actores de la cadena alimentaria, desde el productor, al intermediario o el consumidor final. En un principio, tanto el productor como el intermediario puede asumir costes antes de elevar los precios, si bien al final termina encareciendo el producto final que asume el consumidor, por lo que alertan de los efectos de segunda ronda ya latentes y especialmente rápidos en las carnes, grasas y aceites.
Como consecuencia de estas dinámicas, desde enero de 2021, en el área del euro, el aceite es ahora un 34% más caro, y los cereales y los lácteos y huevos son un 12% y 13% más costosos, respectivamente. En España, los precios han aumentado de forma más notable desde principios de 2021: un 56% el aceite, un 17% los cereales, un 16% los lácteos y huevos, y un 10% la carne.
Así, calculan que esta subida es gradual y aparentemente espaciada en el tiempo. Un aumento del 10% de los precios repercute en tres décimas sobre la tasa general... 12 meses después.
El Banco de España señala la diferencia del impacto de los precios de los alimentos, ligeramente al alza en España. Mientras que en el conjunto del área del euro el peso sobre el presupuesto se sitúa en el 17% y los alimentos han contribuido 0,9 puntos al avance del índice armonizado de precios de consumo (IAPC) -actualmente en el 8,9%, récord de la serie histórica-, en los tres últimos trimestres, en España el peso asciende a un 22%y la contribución promedio a una inflación del 10,8% ha sido de 1,4 puntos.
Así, con un IPC medio armonizado del 10,8% en España y del 8,9% en la zona euro, el cálculo de una cesta de la compra básica es un 29% mayor en España (cuatro puntos por encima).
¿Se reducirán los precios?
Tomando previsiones del Banco Mundial, los precios futuros de las materias primas de alimentación se han elevado al son de la inflación general. La ardua tarea de calcular estos precios revela una cierta tendencia a la baja que dependerá en gran medida del granero europeo, Ucrania, que continua sumido en un conflicto que encarece los precios de los cereales y su distribución.
Asimismo, apunta a que la escalada de los precios y las disrupciones en la oferta proveniente de Rusia y de Ucrania, junto con algunos desarrollos climáticos adversos, están llevando a algunos países a prohibir o a imponer restricciones a las exportaciones de algunas materias primas alimenticias, lo que supone un tensionamiento adicional de las cadenas globales de suministro de los alimentos, con el potencial de generar aumentos adicionales muy persistentes de los precios internacionales.