España arrastra un mal endémico en cuanto a previsión social y ahorro. En la economía española, los fondos de pensiones suponen un escaso desarrollo de previsión social complementaria que hace vulnerable a la población de cara al retiro, una época en la que se obtienen otro tipo y nivel de ingresos. Así, el patrimonio de estos fondos sobre el Producto Interior Bruto (PIB) significa únicamente el 9,5% en España, un dato que contrasta con el 60,1% que promedian los países de la OCDE, algunos de ellos incluso por encima del total (100%) de su economía. Es decir, España ahorra únicamente una sexta parte en fondos de pensiones respecto a la media de las economías desarrolladas.
Estos datos corresponden a la mitad de 2020, concretamente al segundo cuarto del primer año de pandemia. A largo plazo, España es el farolillo rojo europeo en cuanto a previsión complementaria y ahorro, junto a países como Italia (8,4% del PIB), Bélgica (8,4%), Alemania (7,4%) o Grecia (0,8%). De hecho, el ahorro español es muy volátil ante crisis que generan incertidumbre y la población tiene un enfoque cortoplacista.
Tal y como recoge el IEE, "es una realidad que en España existe una clara vocación por la inversión en activos reales (inmuebles) y no por el ahorro financiero, y dentro de este, el ahorro a largo plazo (planes de pensiones) es alarmantemente bajo, comparado con los países de nuestro entorno". Es lo que se conoce como una reacción intensa de ahorro 'precaución'. Si observamos la curva del ahorro en España frente a la media del entorno europeo, España es capaz de acumular varios puntos porcentuales de ahorro en una etapa corta antes de que esa tasa vuelva a caer por el consumo privado.
Para Miguel Carrero, presidente de Previsión Sanitaria Nacional, entidad experta en gestión de ahorro previsional, "uno de los grandes males en España con el ahorro finalista es que no ha sido fomentado ni respetado desde el Estado. Es necesario fomentar y estimular el sistema privado de pensiones o cualquiera de las herramientas que permita evitar la insuficiencia económica futura de las personas y ello debe ser una prioridad para cualquier Gobierno que pretenda velar por los intereses de sus ciudadanos".
Desde un enfoque histórico (en promedio desde 1999), la tasa de ahorro en España se situó en el 8,5% de la renta disponible de los hogares mientras que, para la eurozona, esta media se situaba en el 13,2% (sumando 4,7%). Es destacable que, según los datos de Eurostat, solo Dinamarca, Polonia y Grecia presentaron durante este periodo una tasa media inferior a la de España. Esta posición de ahorro débil se acentúa en el periodo entre 2012 y 2020: la tasa de ahorro descendió hasta el 7,5% (por la volatilidad del ahorro), frente a la media de la eurozona que se mantuvo estable en el 13,3%. Es decir, en España se ahorra un 5% menos de media que entre los vecinos europeos.
Sin incentivos fiscales
Únicamente el 16% de los trabajadores en España disponen de un sistema de previsión social empresarial, es decir, un Plan de Pensiones de empleo, una tendencia decreciente, tal y como recoge el libro blanco para la reforma fiscal en España del IEE. El conocido como Pilar II del sistema es uno de los puntos a potenciar por la reforma de Escrivá que, no obstante, nace sin incentivos fiscales para la empresa: José Luis Escrivá no incluyó una desgravación en el impuesto de Sociedades para las aportaciones de las empresas como solicitaban los empresarios en la mesa de negociación.
El dato que recoge tanto el IEE como UNESPA es que, entre los planes privados que suman 9,5 millones, las aportaciones por cada partícipe son muy dispares. De hecho, dos tercios de los partícipes no realizan aportaciones o bien las hacen en importes muy reducidos. Nos tenemos que ir hasta el 5% de los partícipes que aportan más de 3.000 euros anuales para encontrar una cantidad significativa de dinero en planes individuales.