El órdago lanzado por los sindicatos mayoritarios, reivindicando para este año un incremento de los salarios por convenio que ronde el 4%, amenaza con convulsionar el desarrollo reciente de la negociación colectiva en España. Si la reivindicación sindical prosperara, el incremento de los sueldos casi triplicaría el avance promedio registrado el año pasado, que se situó en el 1,47%.
Una subida de semejante intensidad, en el plazo de un solo año, constituiría un hecho completamente anómalo en la serie histórica, a lo que se suman los riesgos asociados de un rally en los salarios tan repentino en momentos de elevada inflación como la actual. No en vano las subidas tan precipitadas como cuantiosas de las retribuciones del trabajo son extremadamente contraproducentes, en la medida en que tienden a retroalimentar los precios al consumo y a afianzar estos últimos en niveles elevados. Se trata de los temidos efectos de segunda ronda de la inflación.
La posibilidad de que este año se produzca una intensa revalorización de los salarios sometidos a convenio no se basa únicamente en las muy ambiciosas reivindicaciones sindicales, que han llegado ya, en algunos casos particulares, a abogar por alzas de hasta el 5%, como revelan desde la patronal de pequeñas y medianas empresas Cepyme.
Además, la propia evolución de las negociaciones, en los apenas dos meses transcurridos de 2022, apuntan en la misma dirección. En concreto, los datos del Ministerio de Trabajo, relativos al mes pasado, muestran que el incremento salarial medio de los convenios colectivos, revisados o firmados con efecto desde enero de este año, se sitúa en el 2%.
Ya en niveles pre-crisis
Se trata de la tasa más alta desde 2019, cuando los niveles de inflación eran muy diferentes y, no menos importante, cuando los efectos de la crisis económica derivada del Covid-19 quedaban todavía muy lejos.
Más llamativo todavía es el hecho de que el porcentaje de incremento de los sueldos por convenio entre diciembre de 2021 y enero de 2022 ronde el 0,5%, una tasa totalmente desacostumbrada, por su alta cuantía, en el transcurso de un año a otro.
Y aún existe un tercer motor capaz de contribuir a un recalentamiento de los sueldos en el presente ejercicio. La reforma laboral recién aprobada en el Congreso enmienda a su antecesora de 2012 en lo que respecta a la preeminencia de los convenios de empresa sobre los sectoriales.
Ahora, con los cambios acordados por Trabajo con los agentes sociales, los acuerdos con alcance sectorial vuelven a tener la primacía, lo que facilita que las empresas se vean forzadas a repercutir la alta inflación actual en los sueldos de su plantilla, pese a las expectativas de que los precios pueden moderarse ya a partir del próximo mes de mayo.
Es más, el objetivo declarado de los sindicatos pasa por volver a generalizar las cláusulas de revisión salarial, que blindan las retribuciones contras las pérdidas de poder adquisitivo.
Esta figura legal ha mostrado un franco retroceso en los últimos años, caracterizados por unos niveles de precios al consumo mucho más moderados que los actuales, capaces de superar el 6% según el dato definitivo de IPC del pasado mes de enero, publicado por el INE.
Cláusulas de revisión salarial
Como resultado de ese proceso, del total de 2.866 convenios colectivos registrados en el pasado ejercicio, únicamente el 15,8% (456 en términos absolutos) contaban con una cláusula de revisión salarial. De ellos, un número todavía inferior, 354, contemplaban que esa disposición se aplique con efectos retroactivos.
Los sindicatos quieren plantear ahora el regreso una situación semejante a la propia del año 2000 cuando cerca de la mitad de los convenios colectivos preveían ese tipo de colchón frente a las subidas de los precios.
A partir de 2008, la crisis obligó a dejarlo en desuso cada vez con más frecuencia, lo que tuvo un indudable efecto positivo a la hora de impulsar la recuperación económica tras la crisis que se extendió hasta 2013. La contención salarial propició el fenómeno llamado devaluación interna, el cual permitió ganar competitividad a las exportaciones españolas en los mercados internacionales.
En el contexto actual, se plantea ahora el reto de preservar esa competitividad haciendo frente a la indudable pérdida de poder adquisitivo que están sufriendo los salarios con respecto a la muy elevada inflación.
Esa pérdida resulta innegable considerando que la subida media de las retribuciones ligadas al trabajo, del 1,47% por convenio en 2021, quedó muy por debajo de la tasa promedio del IPC en ese ejercicio. Ahora bien, existen otras soluciones que van más allá de las subidas rápidas y cuantiosas de los salarios en un único año como las que ahora vuelven a plantearse.
La patronal CEOE ya ha propuesto que en el futuro Acuerdo de Negociación Colectiva vuelvan a definirse las directrices salariales con un horizonte temporal más amplio, posiblemente tres años, de modo que haya más margen para compensar las pérdidas de poder adquisitivo sufridas sin correr el riesgo de retroalimentar la inflación.
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