El alza del empleo durante el año 2021 esconde una caída de la productividad española a cifras nunca vistas en la historia económica reciente de España. Pese que que el empleo ha recuperado ya las cifras previas a la crisis del coronavirus, la actividad sigue por debajo, lo que rebela que con el mismo nivel de empleo, la productividad es un 6,6% menor que al inicio de la crisis.
En el segundo trimestre de 2021 el indicador registró un descenso interanual del 9%, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Aunque la cifra está algo desvirtuada por la comparativa con el segundo trimestre de 2020, en pleno confinamiento, es el mayor descenso de toda la serie histórica. En gran parte, este descenso de la productividad se debe al aumento del peso del empleo público, tradicionalmente uno de los menos productivos, y de la recuperación del sector servicios, como la hostelería.
La baja productividad del tejido productivo español, que constituye un problema crónico, se está comportando de una manera inusual en este ciclo bajista. Las horas trabajadas aumentan más que la actividad, lo que refleja un descenso de la productividad de la mano de obra, algo inédito en la historia económica reciente.
La relación entre recesión y destrucción de empleo siempre se había traducido en un incremento de la productividad del factor trabajo en España. "Si se observa la evolución de la productividad de la hora efectivamente trabajada y el coste laboral unitario, se puede ver que mientras que éste último ha crecido en el último año hasta niveles no vistos desde los momentos previos a la Gran Crisis, la productividad se desplomó a cifras sin precedentes desde el segundo trimestre de 2020", apuntan los especialistas de Freemarket en uno de sus últimos informes.
Tal y como ya explicaba elEconomista en 2019, en periodos de expansión económica la productividad comienza a desacelerarse incluso llegando registrar tasas de crecimiento negativas, mientras que en las recesiones España suele liderar el crecimiento de la productividad en Europa. La explicación a este fenómeno reside, entre otros factores, en el mercado laboral español, uno de los más disfuncionales de los países desarrollados, con un peso elevado del empleo temporal y donde la creación de empleo se concentra en las fases de recuperación en sectores de baja productividad. Sin embargo, la crisis del coronavirus ha roto esta tendencia.
España entró en la recesión por el coronavirus con una tasa de desempleo muy elevada tras seis años de expansión económica, 13,96% en 2019, y con la persistencia de la clásica dualidad en el mercado laboral. La actual crisis se ha traducido en una rápida e intensa subida del paro, 16,1% en el cuarto trimestre de 2020 y otra rápida recuperación, ocultada en parte por los Erte. Esta subida del mercado laboral no ha logrado, sin embargo, compensar la productividad perdida durante la crisis.
Un problema estructural
El Banco de España (BdE) confirma en uno de sus últimos informes que España presenta un crecimiento muy modesto de la productividad -tanto medida por la productividad total de los factores, o PTF, como por la productividad del trabajo- en las últimas tres décadas. Desde un punto de vista sectorial, este escaso dinamismo de la productividad se explica tanto por el mayor peso de las ramas de actividad con menores crecimientos de la productividad como por la menor productividad frente a otros países europeos en prácticamente todos los sectores.
"El crecimiento de la productividad es la variable clave para el crecimiento sostenido a medio y largo plazo y para el bienestar social", apunta el informe del BdE. "En una economía de bajo crecimiento, la política económica se enfrenta a mayores dificultades para acometer reformas estructurales si estas conllevan consecuencias redistributivas, porque es más difícil disponer de los recursos que permitan adoptar medidas que amortigüen su impacto sobre los colectivos perjudicados", añade. "A su vez, en ausencia de reformas, el resultado es un menor crecimiento económico", concluye.
Los peores registros son, en el bloque de servicios y la hostelería
Desde el punto de vista de la productividad, los sectores mejor posicionados son, por un lado, los servicios de información y comunicación -en particular, programación, consultoría y otras actividades informáticas-, los servicios de investigación y desarrollo, las ramas financieras y de seguros, y las otras actividades profesionales, científicas y técnicas, entre las que se encuentran el diseño especializado y la fotografía y que destacan por sus indicadores de innovación.
Por el contrario, los sectores que presentan unos peores registros en términos de productividad son, en el bloque de servicios, la hostelería y algunas actividades administrativas y de servicios auxiliares -como las actividades de alquiler, y los servicios a edificios y actividades de jardinería-, así como las ramas del sector primario y las relacionadas con la construcción, que exhiben un bajo desempeño por sus desfavorables indicadores de capital humano e innovación.