El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, abre la puerta a que la pensión máxima de jubilación llegue al entorno de los 3.300 euros mensuales a partir de 2050. Una cifra que se alcanzará una vez culminado el proceso de destope de la base máxima de cotización, que según un planteamiento preambular del propio ministro podría llegar hasta los 60.000 euros dentro de 25 años. De ser esta la senda finalmente ejecutada, la subida de la base máxima y de la pensión máxima de jubilación sería del 22,8% más. Sin embargo, para las rentas altas, el proceso de aumento de la cuota de aportación a la Seguridad Social será más del doble de gravosa que la media.
Así lo confirmó el propio Escrivá durante la rueda de prensa donde avanzó los datos de afiliación adelantados del mes de noviembre. En las preguntas con periodistas y sobre la negociación de la senda de destope que el ministro situó en torno a un 0,9% anual en los próximos 25 años como una posibilidad de cara a las negociaciones, Escrivá confirmaba que con el aumento de las bases máximas, y para conservar la contributividad del Sistema, el alza de la prestaciones máximas a las que podría acceder el beneficiario "será equivalente".
También aparece este compromiso en el documento que recoge los componentes de la reforma de pensiones remitido a Bruselas, para la segunda pata de la reforma, donde se prevé "mantener estrictamente" la contributividad respecto a la pensión máxima durante el proceso de destope en las próximas décadas. "Es un elemento que tenemos que tener el año que viene en la Ley General de la Seguridad Social y con ello nos armonizamos con las prácticas habituales de nuestro entorno", señaló el ministro sobre la negociación de este punto.

Sin embargo, las rentas altas no solo asumirán la senda de subida de cotizaciones de la bases máximas, que se esboza en el entorno del 0,9%, sino que también asumirán por otro lado el alza generalizada prevista del 0,6% como parte del despliegue del mecanismo de equidad intergeneracional. Es decir, la suma de ambas subidas plantea un alza mínimo para las rentas más altas del 1,5% a partir de 2023, momento en que comenzaría a desplegarse la segunda parte de la reforma que negociarán Ejecutivo y agentes sociales.
En comparación con las bases medias, que asumirán de forma generalizada este aumento del 0,6%, la senda es el doble de gravosa para las rentas a partir de 48.900 euros, es decir, 4.070 euros mensuales. Si bien, son estos trabajadores con nóminas más onerosas los que también se beneficiarían en última instancia de ese incremento de su pensión del 22,8%, a cambio de un aumento paulatino de su contribución a la Seguridad Social.
En este punto, cabe aclarar que esta senda podría no llegar a duplicar la subida general que afrontan la generalidad de los trabajadores. También el avance de los salarios medios pactados por convenio implica un incremento de las bases de cotización. Sin ir más lejos, este incremento está pactado en el entorno del 1,5% para este año, lo que supone para ese número de trabajadores un incremento de la base de cotización en la misma medida. También la senda de incremento de las bases mínimas por la vía de alza del SMI implicará una subida de la base media, y además, habitualmente aplica como una suerte de catalizador para empujar al alza las cotizaciones del resto de bases.
Sin embargo, sí que es cierto que pese a estar la subida de la base máxima y de la pensión máxima en el mismo nivel del 0,9%, ese tramo más elevado de cotización crecerá más por otras vías, al sumar el mecanismo de equidad (+0,6%) y posibles actualizaciones con el IPC. En este punto, si bien es cierto que en punto del destope el Ejecutivo se guarda de preservar la contributividad del Sistema con alzas equivalentes del 0,9%, el resto de adiciones que supondrán un incremento de la base máxima hará que se descompense la senda de aumento de ambos conceptos, creciendo más la aportación máxima que la pensión máxima.