
El presidente del Comité de Finanzas del Senado, el demócrata Ron Wyden, reveló finalmente esta semana los detalles del impuesto sobre las plusvalías para los multimillonarios, a medida que su partido busca fórmulas para recaudar los impuestos suficientes que compensen la agenda económica del presidente, Joe Biden. Aunque su paquete de programas sociales y medioambientales se reducirá hasta una horquilla de entre 1,5 billones y 2 billones de dólares, una tributación como la que pesará sobre los estadounidenses más adinerados espera recaudar hasta 250.000 millones de dólares.
Esta es la segunda oferta fiscal de calado que Wyden ha dado a conocer en los últimos días. Anteriormente reveló un impuesto mínimo sobre los beneficios de las empresas (algo que se ha convertido en una prioridad global para los demócratas). Ambas llegan tras semanas de negociaciones y después de que la senadora demócrata por Arizona, Kyrsten Sinema, se opusiera a la subida del impuesto de sociedades y del IRPF a las rentas más altas.
En busca de ingresos
La propuesta, que entraría en vigor para el año fiscal 2022, afectaría a los contribuyentes con activos de más de 1.000 millones de dólares, o ingresos de más de 100 millones de dólares durante tres años consecutivos. Es decir, afectaría a unos 700 de los contribuyentes más importantes del país. El plan aboga por imponer un tipo impositivo del 23,8% para las plusvalías a largo plazo sobre los activos negociables, como las acciones, que aumenten su valor a lo largo del año, hayan estas sido o no vendidas. No obstante, también permitiría a los contribuyentes deducir las pérdidas de los activos.
En el caso de las inversiones de gran liquidez, como las acciones, los contribuyentes más acaudalados pagarían impuestos sobre las ganancias, o reclamarían deducciones (si terminan con una pérdida en toda la cartera) anualmente. Los multimillonarios podrían trasladar las pérdidas al ejercicio siguiente, o bien amortizarlas durante tres años en algunas circunstancias.
Sobre otros activos como los inmuebles, los multimillonarios no pagarían impuestos anualmente sobre las plusvalías sino que pagarían una tasa, además de los impuestos regulares sobre las ganancias de capital, cuando vendan dichos activos. El impuesto también gravaría las participaciones de los multimillonarios en empresas constituidas como fondos y fideicomisos, incluidos los de inversión inmobiliaria, según un comunicado.
"Al final, cuando se les acaba el dinero de los demás, entonces vienen a por ti"
Esto pone en entredicho los principios del código tributario federal que permite a los contribuyentes aplazar el pago de las plusvalías sobre sus activos hasta que los vendan. Sin embargo, deshacer este planteamiento ha ganado popularidad entre los demócratas, que quieren hacer frente a la creciente desigualdad de la riqueza. Elon Musk, el consejero delegado de Tesla y la persona más rica del mundo, aseguró en un tuit esta semana que "al final, cuando se les acaba el dinero de los demás, entonces vienen a por ti", en referencia a los planes fiscales de los demócratas.
No obstante, Andrew Hollenhorst, economista de Citi, pone de manifiesto que dado el reducido grupo de personas afectas por el gravamen y el hecho de que las plusvalías no realizadas sean "ingresos", tal y como se menciona en la 16ª enmienda, "significa que es probable que se produzca un desafío legal si se promulga esta medida".
Los demócratas estudian otras opciones, como aplicar un impuesto mínimo del 15% a las compañías más grandes, con el objetivo de recaudar hasta 400.000 millones de dólares en 10 años. Este gravamen se aplicaría únicamente a las empresas que declaren públicamente más de 1.000 millones de dólares de beneficios anuales durante un periodo de tres años. Sinema ya ha respaldado su apoyo a este plan.