Se acerca el armisticio a la 'Guerra de las Salchichas' entre la UE y Reino Unido, con una ristra de concesiones de Bruselas para calmar las tensiones provocadas por el Brexit en Irlanda del Norte, el único territorio británico que permanece en el Mercado Común europeo. Entre las propuestas que presentará la Comisión Europea la próxima semana estará la de permitir que sigan vendiéndose en la provincia "productos de relevancia nacional", así como medicinas que se hayan autorizado en el Reino Unido.
Las primeras filtraciones de los textos que se publicarán el próximo miércoles indican que la UE ha decidido abrir la mano y hacer excepciones en los puntos que estaban provocando mayores tensiones antes de que Reino Unido intentara romper unilateralmente el tratado y desatara un conflicto internacional de primer orden, como venía amenazando el Gobierno de Boris Johnson en las últimas semanas.
Maros Šef?ovi?, el vicepresidente de la Comisión, explicó esta semana en un acto en Dublín que haría una serie de propuestas al Reino Unido que "serán atractivas". Las principales, además de permitir la venta de salchichas inglesas, serán la facilitación de las inspecciones aduaneras y un acuerdo específico para los certificados fitosanitarios, dos de los mayores obstáculos para el comercio entre Gran Bretaña y la provincia irlandesa.
Además, la Comisión buscará una forma de "dar voz" al Parlamento de Belfast en Bruselas, ya que, al contrario que otros territorios no miembros de la UE con acceso al Mercado Común, como Noruega o Suiza, Irlanda del Norte no tiene ningún cauce para expresar sus opiniones o preocupaciones sobre las nuevas leyes que quieran aprobar los Veintisiete.
La permanencia de Irlanda del Norte en el Mercado Común fue la principal concesión de Boris Johnson en las negociaciones del Brexit, para conseguir que Inglaterra, Escocia y Gales tuvieran una marcha lo más dura posible. Dublín había puesto como línea roja que no hubiera una frontera entre Irlanda y la provincia del Norte, para lo que era fundamental que esta mantuviera las mismas leyes comerciales europeas. Johnson lo aceptó, creando una frontera dentro de su propio país: todos los productos que cruzan de Gran Bretaña a Irlanda del Norte deben realizar trámites aduaneros y sanitarios si "están en peligro de ser exportados al resto de la UE", para asegurarse de que cumplen los estándares comunitarios.
La situación ha creado una grave crisis en el unionismo norirlandés, que ha sufrido dos cambios de líder desde la primavera y está viendo al principal partido pro-reunificación, el Sinn Féin, ponerse al frente de las encuestas por primera vez en la historia. Los unionistas están presionando a Johnson para romper el tratado, ya que temen que la nueva frontera termine impulsando una separación permanente del Reino Unido.
Por el momento, los datos comerciales indican que el comercio entre Irlanda del Norte y la UE se ha disparado en lo que va de año, indicando que la frontera está surtiendo efecto y que las empresas de la provincia están cambiando sus cadenas de suministro de compañías británicas a europeas. Los datos son claros: el comercio entre Irlanda y su provincia vecina ha aumentado un 77% en lo que va de año frente al mismo periodo de 2019. Y los efectos son muy claros: las gasolineras norirlandesas son las únicas de Reino Unido que no han tenido ningún problema de suministro, y sus supermercados están completamente abastecidos. Una comparación que deja en evidencia las consecuencias de salir del Mercado Común.