Los socios del euro han intentado completar la unión bancaria, con el pilar pendiente de una garantía depósitos común, de todas las maneras y con todas las estratagemas posibles. Para intentar desatascar la discusión, con una enorme carga política sobre todo para Alemania, el gran obstáculo, los líderes del euro pidieron a sus ministros de Finanzas el pasado diciembre que elaboraran "de forma consensuada, un plan plan de trabajo con pasos detallados y plazos vinculantes, sobre todos los elementos pendientes necesarios para completar la unión bancaria." Este calendario debería ser aprobado por los ministros en el Eurogrupo esta tarde, para que quede listo para la cumbre de líderes de la próxima semana.
Sin embargo, fuentes europeas y diplomáticas se mostraron ayer escépticas con que se vaya a conseguir cerrar el calendario, más aún porque el presidente del Eurogrupo, Paschal Donohoe, aspira a lograr un plan de trabajo que sea lo suficientemente específico y ambicioso.
Tal y como propuso la Comisión Europea inicialmente, los Estados miembros redujeron el volumen de créditos morosos (hoy inferior al 3% del total) para que se pudiera avanzar con la mutualización de los depósitos de la eurozona superiores a 100.000 euros. Sin embargo, Alemania continuó sin ceder, a pesar de la presión de prácticamente todos los socios, la Comisión, el Parlamento Europeo, el BCE y el FMI. En noviembre de 2019, su ministro de Finanzas, Olaf Scholz, pareció abrirse a un acuerdo. Pero fijó un precio elevado. Entre otras demandas, propuso limitar la excesiva exposición de la banca a la deuda soberana, por ejemplo penalizando a partir de cierto volumen, lo que implicaría terminar con la consideración libre de riesgo que tiene la deuda soberana en las reglas prudenciales. Italia y España, entre otros, no pasaron por el aro.
De esta manera, la discusión regresó al nivel técnico donde se ha mantenido desde entonces. Una fuente diplomática que ha seguido las discusiones durante los últimos cinco años apuntó ayer que, en algunos puntos, como el de la exposición soberana, se está aún más lejos que antes, porque no se sabe qué se quiere acordar.
En un tono más positivo, un alto cargo comunitario apuntó ayer que "se ha logrado reducir las diferencias en la mayoría de los asuntos", aunque se trata de una discusión "extremadamente compleja".
Pero la misma fuente también reconoció que el principal obstáculo sigue siendo "político". El escollo es la oposición de Berlín a poner bajo el paraguas europeo a los depositantes del Sur, tras las crisis bancarias de la pasada década. Por eso, reconocen que el periodo actual no es el más apropiado para lograr un acuerdo ambicioso sobre este calendario, con las elecciones alemanas previstas en septiembre. El calendario electoral alemán pondrá de nuevo el motor comunitario a ralentí.