El impuesto mínimo global del 15% para las empresas propuesto este fin de semana por el Grupo de los Siete (G7) aumenta la división entre los socios de la Unión Europea (UE). Aunque el G7 todavía debe perfilar la normativa, impulsada por Estados Unidos, las pequeñas economías del Euro han mostrado ya su desacuerdo y piden esperar a un consenso internacional más amplio. La situación amenaza con un nuevo bloqueo de mayorías entre los socios comunitarios.
La decisión del G7 -firmada por Alemania, Canadá, los Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido- aumenta las tensiones entre las grandes y las pequeñas economías europeas. La medida está rubricada por las tres mayores potencias europeas: Alemania, Francia e Italia. Sin embargo, en Europa y en la UE hay economías modestas que utilizan una política fiscal con un Impuesto sobre Sociedades más reducido para atraer inversión. Es el caso de Irlanda o Chipre -que fijan un tipo general del 12,5%-, de Bulgaria -que aplica un 10%- o de Hungría, que mantiene el tipo de referencia en un 9%.
Irlanda y Hungría lideran por el momento la respuesta al G7, también contra sus socios europeos. El ministro de Finanzas irlandés, Paschal Donohoe, advirtió este lunes que Irlanda desafiará la decisión del G7 y "luchará" por mantener su tipo del 12,5% en el Impuesto sobre Sociedades. Donohoe habló la semana pasada con Janet Yellen, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos. El irlandés trasladó a la Administración Biden que "todavía existe un papel para la competencia fiscal legítima, particularmente para las economías más pequeñas". Donohoe espera que otros países se sumen a su petición e impugnen la decisión del G7.

"Los países pequeños como Irlanda necesitan poder utilizar la política fiscal como una forma legítima de compensar las ventajas de escala, recursos y localización que disfrutan los países grandes. Al mismo tiempo, admitimos que tiene que haber límites para asegurar una competencia justa y sostenible", apuntó este fin de semana el ministro de finanzas irlandés. Según sus estimaciones, Irlanda perderá alrededor de 2.000 millones de euros al año con la decisión del G7. Donohoe previó hace meses esta situación e incorporó en los Presupuestos esta eventualidad. Las pérdidas para la Hacienda irlandesa, de entre 2.000 y 2.400 millones de euros, equivaldrá a una quinta parte de los ingresos fiscales anuales del Impuesto sobre Sociedades de Irlanda.
Por su parte, el secretario de Estado de Asuntos Tributarios de Hungría, Norbert Izer, ha llegado a calificar la propuesta de Estados Unidos de "violación de la soberanía". A su juicio, "la decisión dificultaría la vida de las empresas locales". Hungría tiene la tasa impositiva en el Impuesto sobre Sociedades más baja de Europa, del 9% y una de las más bajas del mundo. En enero de 2017, el primer ministro Viktor Orban redujo la tasa del país del 19% al 9% para atraer más inversión extranjera. "Hungría no aceptará ninguna solución que dificulte la vida de las empresas locales o reduzca la soberanía financiera del Estado", aseveró el secretario de Asuntos Tributarios la semana pasada.
Los países más afectados son aquellos que utilizan tasas impositivas corporativas bajas para atraer inversiones extranjeras. Además de Hungría e Irlanda, Canadá, Hong Kong y Singapur están entre las economías desarrolladas con tasas bajas para atraer a las empresas y, además, por su posición económica y geoestratégica serán las que más se resientan con un nuevo impuesto mínimo global, puesto que tendrán dificultades para competir.
La rebaja del tipo propuesto por el G7, del 15%, mitiga los efectos en Singapur y Hong Kong
El plan fiscal internacional de Biden también afecta a su nación vecina, Canadá. Sin embargo, el país ha firmado el acuerdo del G7 después de que Estados Unidos rebajara sus pretensiones sobre el tipo hasta el 15%, que es justo el Impuesto sobre Sociedades canadiense. Washington inicialmente propuso una tasa del 21%.
Canadá ha utilizado hasta ahora ese tipo del 15% para atraer a empresas que desean mantener una presencia norteamericana sin pagar impuestos en Estados Unidos. Sin embargo, el Gobierno canadiense ha avalado la decisión de Biden. La ministra de Finanzas canadiense, Chyrstia Freeland, ha respaldado las propuestas fiscales de Biden. "En términos de pensamiento económico, nuestro gobierno está bien alineado con la Administración Biden", manifestó recientemente Freeland. "Soy una gran creyente en la acción multilateral, y estoy muy animada por las conversaciones en torno a ella", añadió en declaraciones a medios internacionales.
Hong Kong y Singapur son los dos grandes ejes financieros occidentales en Asia y otros de los más afectados por la decisión del G7. Sin embargo, han conseguido mitigar gran parte de sus efectos tras la rebaja de la tasa al 15%. La mayor parte de las inversiones de empresas americanas y europeas en la región pasan por estas plazas.
La tasa en el impuesto de Hong Kong es del 16,5%. En marzo, el secretario en jefe de Administración de Hong Kong dijo a los inversores extranjeros que "se asegurarán impuestos muy bajos en Hong Kong en el futuro". Las multinacionales aún tendrían grandes beneficios pese al impuesto mínimo global de Biden. El país no exige impuestos sobre las ganancias de capital, dividendos o ventas. Además, Hong Kong cuenta con una de las legislaciones mercantiles más avanzadas del mundo. Singapur mantiene una tasa en el impuesto sobre Sociedades del 17% y, al igual que Hong Kong, mantendrá atractivos para las multinacionales.
Dificultades en EEUU
En Washington, los principales republicanos en las comisiones de Finanzas del Senado y de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes han recalcado que no ven motivos para celebrar el acuerdo preliminar del G7. "Un acuerdo parece prematuro dadas las muchas preguntas sin respuesta sobre las propuestas tanto del Pilar 1 como del Pilar 2 y su potencial efecto sobre las empresas estadounidenses y los ingresos estadounidenses", explicaron en una declaración conjunta tanto el senador Mike Crapo como el congresista Kevin Brady.
Los republicanos entorpecen el plan fiscal de Biden y tendrá dificultades para aprobarlo
Los pilares 1 y 2 se refieren a las dos partes de las conversaciones sobre fiscalidad global que se están llevando a cabo entre más de 130 países. La primera se centra principalmente en cómo gravar los ingresos en el extranjero de las empresas digitales, y la segunda en establecer un tipo impositivo mínimo que se aplicaría en todos los países participantes.
Los votos republicanos podrían ser necesarios si los cambios en el impuesto mínimo de los países implican también la renegociación de los tratados fiscales, que requieren el voto de dos tercios del Senado para su ratificación. Tanto Crapo como Brady han insistido en que Washington ya impuso una forma de impuesto mínimo del 10,5% en 2017 y que otros países no lo han seguido. Los demócratas pueden aprobar algunos cambios por su cuenta pero a su vez también cuentan con diferencia de opiniones. Biden ha abogado por elevar el Impuesto sobre Sociedades del 21% actual al 28%.
¿De dónde sale esta nueva figura fiscal?
El Impuesto Mínimo Global impulsado por la Administración Biden busca exportar un modelo fiscal que ya creó el expresidente norteamericano Donald Trump en el año 2017. Estados Unidos era entonces único en el escenario mundial con su impuesto mínimo del 10,5% sobre las ganancias extranjeras, el llamado 'GILTI'. Sin embargo, el presidente Trump acompañó esta decisión con una bajada de impuestos histórica para las empresas norteamericanas, lo que contribuyó a la relocalización en territorio americano. Biden, ahora, propone la tasa impositiva corporativa combinada más alta de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con un 32,3%.