Economía

Puigdemont gana el pulso a ERC y voltea a Moncloa

  • El expresident fugado tutelará el poder económico que condicionará a Sánchez
El expresident, Carles Puigdemont. Archivo.
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Desde Waterloo, ciudad de la épica batalla que acabó con el imperio de Napoleón Bonaparte, Carles Puigdemont, el expresident catalán fugado a Bélgica por saltarse la Constitución de 1978, ha vuelto a ganarle el pulso a Esquerra Republicana y al Estado en general, imponiendo sus reglas, eligiendo dirigentes, deslizando carteras y, logrando ostentar el máximo grado de poder, aun cuando su formación quedó la tercera en las urnas del 25 de marzo.

En su hazaña, y mientras el Partido Socialista catalán jugaba sus cartas para elevar a los altares a Salvador Illa -todavía deglutiendo su amarga victoria-, en esa quimera de Tronos frustrados por presidir un Govern con ERC y la facción podemita en Cataluña, el prófugo exconvergente, adalid de la independencia radical, ha sabido llevar hasta el limite las negociaciones con su odiado Oriol Junqueras, para de manera teledirigida y sin mancharse, dar la impresión de que dejaba hacer, regalando finalmente las migajas de la presidencia de la Generalitat a Esquerra Republicana.

Y para cebar más la leyenda de tan avieso personaje, este hábil extorsionador se ha hecho con las grandes áreas del Gobierno de la Generalitat, especialmente con las áreas económicas, entre ellas la gestión de los fondos para la Recuperación y Resiliencia de la Unión Europea.

Con la cartera en el bolsillo, el 80% del Presupuesto catalán, los de Puigdemont, amén de asaltar el poder económico -que sin duda agitará el pulso secesionista en contra de la democracia española, también se hacen con la Consejería de Exteriores y Transparencia, que bien podría quedarse en manos de Josep Riu, exjefe de Gabinete del fugitivo Puigdemont.

Esta será una buena herramienta para propagar sus ideas y seguir dando la matraca lastimera con el soberanismo por todos los rincones del mundo, al tiempo que Esquerra Republicana se hace responsable de la Consejería de Justicia, negociado que se afanará en obtener de Moncloa los indultos de los políticos presos por el procès.

Como aperitivo, y antes de que dé inicio el nuevo Gobierno de Cataluña, el osado Carles Puigdemont, para más señas y más sorna, eurodiputado en Bruselas, ha tenido este miércoles la desfachatez de 'cachondearse' de España alineándose con Marruecos -dolor de cabeza importante para el Gobierno de Pedro Sánchez- y defendiendo su soberanía en Ceuta y Melilla. Con este esparto, se antoja complicado un gobierno efectivo y resuelto para los ciudadanos de Cataluña, y adelanta una pesadilla para el resto de españoles.

Puigdemont es maestro de la agitación. Y encima sabe escaparse y mantener medio-vivo su relato de héroe. Cuando quiera presionar al Ejecutivo -y ocasiones tendrá, aunque está por haber si habrá nuevas negociaciones de Presupuestos Generales- meterá la sexta marcha para aplastar de Moncloa y desgastar a Esquerra en las mesas de diálogo, que tampoco podrá dar grandes pasos a dos años de unas elecciones generales. Entretanto, y con la amenaza de una hacienda catalana, o de un cupo como los vascos, quién sabe si sobrevuele la petición de una amnistía y vuelta a España. Cosas más raras se han visto.

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