En el año 2014, Iglesias asalta los cielos de la política, y lo hace sorprendiendo a propios extraños con una formación de izquierdas que obtiene hasta cuatro eurodiputados en Bruselas. Su cara es el único reclamo, y al parecer funcionó. Poco más tarde, este profesor interino de la Facultad de Políticas regresa a Madrid, una vez elegido secretario general el Podemos, con el 88,6% de los simpatizantes de la formación morada.
En 2015, solo un año más tarde, concurre a unas elecciones nacionales donde cosecha 44 escaños. Un indiscutible triunfo para una formación de izquierdas con DNI comunista, y aproximaciones a grupos políticos independentistas. Es su bautizo en la política nacional. Y no fue de cualquier manera. Hizo una propuesta al PSOE para gobernar en coalición, pero precisamente los guiños independentistas del podemita alejaron, entre otras razones, un posible acuerdo.
Hubo de esperar algunas convocatorias electorales más, y una moción de censura a Mariano Rajoy para que, tras su pacto con Izquierda Unidas, y ya con las siglas de Unidas Podemos, Iglesias empiece a considerar de sus opciones para ocupar un cargo en el Gobierno. Y después de otro intento frustrado, y quien sabe si provocado para obligar a Sánchez a aceptar sus condiciones, el dirigente de izquierdas llega a la cúspide de su carrera política: vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Asuntos Sociales.
Pero lo cierto es que su puesto en el Ejecutivo poco tenía que ver con la representación política de la formación morada en la Cámara Baja. Solo 35 diputados, frente a aquellos 71 con los que llegó a ser tercera fuerza política.
Dicen allegados a Iglesias que su paso por el Gobierno le llegó a cansar y provocar cierto hastío, deseando como estaba de vivir en el anonimato y poder coger el metro para quedar con sus amigos y tomar cervezas.
Iglesias entró en una espiral de malos datos, no solo a nivel nacional, si no en cada una de las citas electorales a las que su partido se ha ido presentando. Divorcios internos, escisiones, dimisiones, Unidas Podemos ha ido perdiendo fuerza a medida que Iglesias permanecía en el Gobierno. En marzo de este año, anuncia su marcha de Moncloa para dedicarse a la política de Madrid donde ha cosechado su último fracaso y ha entonado la fuga su particular Orgía Perpetua.