Las empresas europeas orientadas al consumidor se enfrentan a un dilema importante cuando remita la pandemia: ¿deberían aprovechar el repunte esperado en la economía para subir los precios?
Es palpable que hay prisa por reabrir peluquerías, restaurantes y agencias de viajes cuando terminen las restricciones impuestas para controlar al virus. Una prisa impulsada por la demanda contenida y una montaña de efectivo acumulado después de más de un año de ahorro forzoso.
Algunos economistas consultados por Bloomberg estiman que esto provocará un salto en los precios al consumidor a medida que empresas que van desde el sector del transporte hasta el del ocio empiecen a cobrar más. Los rendimientos de los bonos, una medida clave del riesgo de inflación, están aumentando a nivel mundial. Las cifras de la semana pasada mostraron un aumento en las ventas minoristas de EEUU y un repunte de los precios del Reino Unido, dos naciones que se están moviendo rápidamente con las vacunas.
Si bien los datos de la zona euro que se conocerán este martes pueden llegar a mostrar la inflación más rápida en casi un año, con un pronóstico del 0,9% por parte de los economistas, las perspectivas de una recuperación total en el poder de fijación de precios se ven atenuadas por un despliegue de la vacuna mucho más lento de lo esperado y por el legado de los millones de empleos perdidos durante la peor recesión en tiempos de paz en un siglo.
Los economistas hablan de una recuperación en forma de K, donde algunos sectores o países se recuperan y otros siguen moribundos. La ayuda fiscal ha variado mucho según el país y todavía se están perfilando los planes para gastar los fondos de recuperación de la UE.
Al mismo tiempo, algunos proveedores de servicios dicen que no tendrán más remedio que subir los precios si quieren sobrevivir, y muchas empresas orientadas al consumidor operan con márgenes de beneficio bajos y dependen del volumen.
"Notamos después del primer bloqueo que los precios subieron nuevamente", afirma Harald Esser, presidente de la Asociación Central de Peluqueros Alemanes en unas declaraciones a Bloomberg. "Muchas empresas están trabajando con solo la mitad del espacio para los clientes".
Un hotelero griego: "La situación es extraña, vivimos con esperanza y ansiedad al mismo tiempo"
"La situación es extraña, vivimos con esperanza y ansiedad al mismo tiempo", comenta asimismo Christos Paschos, un hotelero de la isla griega de Amorgos, que recortó las tarifas de las habitaciones hasta en un 15% el año pasado para cubrir los gastos. "En este momento estamos considerando dejar los precios al mismo nivel que en 2020. Necesitamos ver la demanda primero".
Jean Marc Banquet d'Orx, fundador de Longitude Hotels en Francia y tesorero del lobby de hoteles y restaurantes UMIH, dice que el sector de la hostelería no tendrá ni el deseo ni la capacidad de subir los precios. "Los aviones no volverán a llegar en masa y sabemos que los flujos del exterior tardarán en regresar", lamenta. Los restaurantes dependen de las costumbres locales por lo que "debes permanecer siempre en tu mercado, respetar al cliente, porque queremos que vuelva".
Las indicaciones de los servicios orientados al consumidor que capean la crisis en la zona euro constatan estas divergencias, ya que los peluqueros cobran más, los hoteles tienen descuentos y los restaurantes se mantienen estables.
El argumento de que los precios podrían subir mucho más de lo que la gente esperaba tras la pandemia descansa en la idea de que los gobiernos y los bancos centrales han invertido demasiado dinero en el sistema a través de programas como los ERTE y compras de bonos. Es un debate que ya se está librando en el mundo financiero con fenómenos como el 'rally' del bitcoin o la locura minorista en Wall Street de los foreros de Reddit.
Una acumulación de ahorros por parte de los consumidores que mantuvieron sus ingresos sin tener apenas en qué gastar su efectivo durante los confinamientos podría ser una manifestación de eso si se materializa en un mayor gasto sostenido. El análisis de Bloomberg Economics realizado por Maeva Cousin estima que el año pasado se depositaron 300.000 millones de euros más de lo normal en cuentas bancarias.
Aquellos con efectivo ya están ansiosos por gastar al menos una parte. Manabesh Chatterjee, que dirige la agencia de viajes PlanReisen en Frankfurt, dice que no escasean las consultas, incluso con los potenciales clientes aún sin estar listos para comprometerse a reservar. "Estamos viendo un enorme deseo de viajar", asegura. "Los precios rara vez salen a colación".
Esto concuerda con el estado de ánimo del turoperador TUI, que dijo este mes que los precios cobrados por las reservas de verano son un 20% más altos que en el mismo período de 2019. El director ejecutivo Fritz Joussen reseñó que esto era un reflejo de los consumidores con dinero extra acumulado durante la pandemia.
Qué dice el BCE
Sin embargo, esos ahorros se distribuyen de manera desigual y la inseguridad laboral es alta. El BCE reconoce que habrá picos de precios ocasionales, como en enero, cuando terminaron algunas exenciones fiscales por la pandemia en Alemania y los precios de la energía subieron desde niveles bajos, pero admite que las presiones a la baja persistirán mucho después de la crisis.
Sus previsiones son de una inflación promedio del 1% este año, que aumentará a solo al 1,4% en 2023, todavía muy por debajo de su objetivo de poco menos del 2%. La presidenta Christine Lagarde aseguró este mes que "pasará un tiempo antes de que nos preocupemos" de que la inflación sea demasiado alta.