
Los líderes europeos cerraron este viernes la última cumbre de un año para olvidar con buenos resultados. Desbloquearon el gran paquete presupuestario de 1,8 billones de euros hasta 2027 para salir de la recesión. Acordaron metas climáticas más ambiciosas, e incluso lograron ponerse de acuerdo en su respuesta hacia Turquía. La futura relación con el Reino Unido intencionalmente quedó fuera del debate, para evitar que el Brexit les robara de nuevo el tiempo y energía que han necesitado en un periodo cargado urgencias y prioridades.
Pero tal y como les dejó claro la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, Londres les estropeará probablemente el final del año a los europeos.
Von der Leyen intervino brevemente para informar a los 27 jefes de los Ejecutivos sobre la delicada situación de las negociaciones, tras su encuentro con Boris Johnson en Bruselas el miércoles. Ambos se dieron hasta el domingo para intentar llegar a un acuerdo sobre la futura relación, antes de que expire el periodo de transición el 31 de diciembre, y lleguen los aranceles, controles y restricciones al transporte en ambos lados con el nuevo año.
Alta probabilidad de ruptura
La conclusión de Von der Leyen es que "la probabilidad de un no acuerdo es más elevada que la de un acuerdo", según informó un funcionario comunitario al tanto del debate. Una sensación que también es compartida al otro lado del Canal de la Mancha. Johnson dijo este jueves que existe una "elevada posibilidad" de que no se llegue a un acuerdo comercial como el que ambos buscan desde que el Reino Unido abandonara la UE el pasado febrero.
El riesgo es tal que la Comisión presentó este jueves planes de contingencia para amortiguar los efectos más desestabilizadores en algunos sectores, como el transporte aéreo y por carretera.
Los principales obstáculos en la negociación apenas han variado durante los últimos meses: el acceso a las aguas pesqueras británicas, el alineamiento regulatorio en materia medioambiental o laboral, y la supervisión del propio acuerdo, para asegurar sobre todo esa paridad regulatoria, que tantos sarpullidos provoca en Londres por ver amenazada su soberanía.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, expresó su deseo de que la UE y el Reino Unido llegan a un acuerdo y se tengan "las mejores relaciones" con Londres. En la rueda de prensa tras la cumbre, Sánchez dijo que España y el resto de socios quieren "una relación equilibrada", en la que quede bien clarificado el asunto de unas reglas de juego similares a ambos lados en el ámbito regulatorio, "porque ahí nos jugamos mucho", por el riesgo de competencia desleal de los británicos en un territorio tan próximo.
Sánchez, con el resto de sus pares europeos, han mantenido la unidad hasta el final, confiando en las negociaciones que ha llevado la Comisión por medio de Michel Barnier. Los europeos han rechazado los cantos de sirena de Johnson, quien buscó dividir a los 27 buscando negociaciones bilaterales con la canciller alemana, Angela Merkel, o con el francés Emmanuel Macron.
Iberia podrá volar
Si el Reino Unido y la UE no llegan a un acuerdo, las conexiones aéreas quedarán seriamente afectadas. IAG, propietaria de Iberia, tiene que tener más de la mitad de su propiedad en manos de dueños de la UE para mantener sus derechos de vuelo en la Unión. Una situación que no está clara tras la salida del Reino Unido. Sánchez no obstante dijo este viernes que este punto "en principio está resuelto" y "no habría problema para que Iberia opere en el espacio europeo", tras los cambios realizados por el grupo y comunicados a las autoridades españolas y comunitarias.