
El covid se llevó por delante muchos dogmas y trajo medidas sin precedentes. Una de ellas fue la suspensión por primera vez del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, las normas europeas que limitan el déficit de los Estados miembros al 3% de su PIB y la deuda pública al 60%. El Consejo Fiscal Europeo, faro de la estabilidad presupuestaria en Europa, se ha puesto a la cabeza de quienes piden reformar unas normas que se violan a menudo, son poco transparentes y agravaban el daño en tiempos de crisis, según resumió este martes su presidente Niels Thygesen.
Thygesen habló con los periodistas coincidiendo con la presentación del informe anual de la institución que preside. Volvió a afear a los Estados miembros por no haber creado colchones en las épocas de bonanza para las épocas de vacas flacas. Además, añadió que el impacto de la pandemia ha servido para evidenciar la falta de una capacidad fiscal central permanente, la cual "podría ayudar a amortiguar shocks muy grandes", señala el informe.
El fondo de recuperación de 750.000 millones de euros es la versión temporal de esta capacidad fiscal, que el BCE también quiere que sea permanente. Los negociadores del Parlamento Europeo y los Estados miembros continuaron durante este martes con las negociaciones para terminarlo, logrando mínimos avances en el flanco de la condicionalidad del Estado de Derecho.
Junto al fondo de recuperación, el otro frente importante será la reforma del Pacto de Estabilidad. La Comisión Europea lanzó el pasado febrero una tímida reforma del marco. Pero en el Eurogrupo no se esperaba en un principio demasiada ambición en los cambios, ni que se produjeran resultados rápidamente, sobre todo dado lo sensible que es el marco del control presupuestario.
Thygesen ha defendido no solo una reforma sustancial del Pacto de Estabilidad, sino que además suceda antes de que se reactive el control del déficit y la deuda, lo que no llegará al menos hasta 2022. "Necesitamos indicadores menos ambiguos y más observables" dijo, y objetivos más operacionales.
El Pacto apenas se adapta a las realidades de cada economía nacional
El Pacto tiene dos problemas principales, coincide una mayoría de sus críticos. El primero es que la brecha de producción, valor clave para estimar los ajustes que luego se exigen a los países, es un concepto muy difícil de observar. El segundo es que el Pacto apenas se adapta a las realidades de cada economía nacional. Por eso, el Consejo Fiscal Europeo propone mantener la meta del 60% de deuda "como un objetivo" pero con unas sendas de ajuste "más lentas" y diferenciadas, añade Thygesen.
Junto a este objetivo de deuda proponen una regla de gasto para cada país, que se ajustaría en función de su situación macroeconómica. "La idea básica es hacer el marco creíble, y que los gobiernos se comprometan con objetivos diferenciados", insiste el danés.