La evaluación de incentivos fiscales presentes en España ha arrojado una mala estimación de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) sobre la eficiencia de los tipos de IVA reducido y superreducido en nuestro país, ya que según el organismo auditor estos benefician principalmente a las rentas más altas y no logran el objetivo de facilitar el acceso a ciertos productos para las personas con menos ingresos. Por ello, insta al Ejecutivo a revisar este sistema y compensarlo para que no sea una fuente de incremento de la desigualdad.
Concretamente, según la AIReF, los tipos superreducido y reducido tienen un impacto en 2016 en la recaudación de 5.323 millones de euros y 12.463 millones de euros respectivamente (casi 18.000 millones en su conjunto), de los que se benefician la práctica totalidad de los hogares, unos 17,5 millones. Así, pide un "revisión paulatina y acompasada con la recuperación de la economía de los tipos reducidos del IVA para mejorar la eficiencia distributiva del impuesto, en relación con aquellos bienes gravados actualmente a tipos reducidos que consumen fundamentalmente las rentas altas", es decir, el progresivo aumento del tipo con la recuperación económica, si bien propone para no perjudicar a los hogares de rentas más bajas y evitar incrementar la desigualdad en la distribución de renta es necesario articular paralelamente medidas de gasto dirigidas a los colectivos más vulnerables que garanticen un mejor acceso a dichos bienes, así como planes focalizados para la promoción y mejora de la calidad de los sectores estratégicos que se pretenden favorecer mediante el beneficio fiscal.

Pero más allá, el tipo superreducido del IVA supone un coste fiscal de 5.323 millones de los que el 30% de los hogares con mayor renta acumulan el 46% del beneficio frente al 16% del coste que acumula el 30% de hogares con menor renta bruta. Cuando se analiza en términos relativo su renta, sin embargo, se observa cómo el tipo superreducido genera una caída de 0,77 puntos porcentuales en el tipo efectivo, y esta caída es más elevada entre los hogares de rentas bajas, quienes dedican un mayor porcentaje de su renta a consumir bienes de primera necesidad. En línea con estos efectos sobre el tipo efectivo, el índice de Gini sobre la renta bruta de los hogares cae en un 0,6% gracias al tipo superreducido.
Y en cuanto a los tipos reducidos suponen un coste fiscal de 12.463 millones de euros de los que más de la mitad se concentran entre el 30% de hogares con mayor renta. De nuevo, cuando se analiza en términos relativo a la renta, los tipos reducidos generan una caída del tipo efectivo de 1,83 puntos porcentuales, y es más elevada entre las rentas bajas. En particular, los hogares en la primera decila de renta ven caer su tipo efectivo en 8,7 puntos porcentuales frente a una caída de 1,1 puntos para los hogares en la primera decila de renta. Como resultado, el índice de Gini sobre la renta bruta de los hogares cae en un 1,2% debido a la existencia del tipo reducido.
Brecha de desigualdad
"Entre los bienes gravados por IVA reducido la concentración del beneficio en la parte alta de la distribución es mayor y son los servicios de restauración, hostelería y vacacionales los que presentan una mayor concentración. La categoría de gasto que menor concentración presenta es el de los alimentos no gravadas al tipo superreducido", apuntan desde la AIReF asegurando que la ineficiencia distributiva del beneficio fiscal se hace más evidente cuando se comparan los tipos reducidos, que no discriminan por niveles de renta, con otras políticas de gasto más focalizadas en colectivos específicos.
De este modo, la AIReF concluye que el objetivo del beneficio fiscal es establecer tipos impositivos más bajos que faciliten el acceso a bienes y servicios de primera necesidad y de carácter social, cultural o estratégico. Y mientras sí cumplen el objetivo de facilitar el acceso a bienes y servicios de primera necesidad y de carácter social, cultural o estratégico y reducen la regresividad del impuesto, si bien no lo hacen de una forma eficiente desde el punto de vista distributivo. Además, los tipos reducidos, al disminuir los impuestos al consumo, benefician en una cuantía mayor a las rentas altas, que son las que más gastan. "Este efecto se acentúa en aquellas partidas de gasto a tipos reducidos que más consumen los hogares de rentas altas (restauración, paquetes turísticos, hostelería, libros, jardinería…)", apunta la Autoridad Fiscal.
Además, la evaluación destaca la ineficiencia distributiva al compararse los tipos reducidos con otras políticas de gasto más focalizadas en los colectivos o sectores específicos y que consiguen reducir mucho más la desigualdad que los tipos reducidos usando menos recursos públicos. E identifica la existencia de una elevada proporción de gasto a tipos reducidos, lo que explica la menor recaudación de IVA de España respecto a nuestros socios europeos.