Economía

La mochila austriaca que pide el Banco de España recortará la indemnización por despido del empleado

  • Las aportaciones mensuales del empresario sustituyen a la compensación
  • El fondo, de no utilizarse por despido, puede complementar la jubilación
La ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz.

El Banco de España ha vuelto ha lanzar el globo sonda de la mochila austriaca justo en el momento en que los efectos de la pandemia y de la crisis económica obligarán a los gobernantes de nuestro país a llevar a cabo ajustes relevantes y reformas estructurales en el plano político. En el centro de la diana de estos cambios se encuentra el mercado laboral y, más allá, la medida que propone el supervisor bancario supondría una revolución sin precedentes. Sin ir más lejos, la introducción de esta medida supondría de forma automática un recorte de las indemnizaciones por despido que pagan las empresas a los trabajadores, e incluso podrían llegar a desaparecer haciendo del despido un trámite completamente 'gratuito' para el empresario.

Pero la cuestión es más compleja. Este fuerte abaratamiento de los despidos está directamente vinculado a la concepción de la medida. La mochila austriaca se traduce, a fin de cuentas, en una bolsa de dinero que va acumulando cada trabajador a título personal gracias a las aportaciones que realiza el empresario a esta hucha. Esta, que está gestionada desde el sector privado, será a fin de cuentas el dinero que el empleado perciba si el empresario le despide o si causa una baja por enfermedad o por incapacidad. Además, de no darse ninguna de estas circunstancias, se puede disponer de ella como un complemento para la jubilación.

Pero en lo que se refiere a su impacto sobre las relaciones laborales actuales, supondría la cuasi desaparición de la indemnización por despido. Puesto que todas las empresas, despidan o no, tienen que hacer frente a los pagos mensuales en las cuentas de los trabajadores, la mochila supone un aumento inmediato de los costes laborales de todas las empresas, en la cuantía de la aportación a las cuentas de cada trabajador. Pero su funcionamiento diluye (o socializa) los gastos de despido, ya que la creación de las nuevas cuentas afecta a todas las empresas, despidan o no, mientras que con nuestro sistema actual, solo afrontan el coste de despedir aquellas empresas que lo hagan efectivamente.

Además, facilita financieramente los despidos, puesto que, al realizarse las aportaciones al fondo gradualmente, no existen cuantiosos desembolsos en el momento efectivo del despido. Ambas circunstancias hacen que el despido sea más fácil y barato para las empresas. Si el gasto de despedir ya ha sido afrontado por las empresas mes a mes, ¿por qué no amortizarlo en un momento de dificultades, por pequeñas que sean? El coste del despido perdería absolutamente su carácter disuasorio, lo que provocaría un aumento del recurso al despido y de la rotación laboral.

¿Incentivo a la movilidad laboral?

Dos son los principales beneficios que puede tener en un mercado laboral como el español la implantación de la mochila austriaca: por un lado la reducción de los costes por despido para el empleador que puede ser crucial para la supervivencia de ciertas empresas en épocas de crisis y por el otro el aumento de la movilidad entre empresas de los trabajadores en una coyuntura ordinaria de la economía apoyada por las menores barreras económicas para las compañías.

Sin embargo, los sindicatos no aprecian este beneficio. Aseguran que el sistema desincentiva la búsqueda por parte de las empresas de otras soluciones a sus problemas distintas de los despidos, basadas en la flexibilidad interna (rebajas de salario y jornada, reorganización de tareas, etc.). De modo que el despido se convierte en la primera opción de ajuste. Y aunque depende de cuáles sean las cuantías y criterios establecidos para el sistema, lo normal es que su introducción suponga una reducción de las indemnizaciones por despido que perciben los trabajadores, y que se limitan a las cuantías disponibles en las cuentas individuales.

"Para acercar su importe a las cuantías actuales en nuestro país, las aportaciones empresariales cada mes deberían ser muy elevadas, lo que encarecería enormemente el trabajo. Es algo, sencillamente, irrealizable, por lo que, quienes proponen el sistema, realmente están pensando únicamente en una rebaja de los costes del despido, y en especial del asociado a los despidos injustificados o sin causa (improcedentes)", apuntan desde UGT en un informe publicado sobre el impacto del modelo.

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