Economía

Bruselas y Londres pactan dar un nuevo "ímpetu" a las negociaciones del Brexit

  • Este verano se intensificará el proceso para alcanzar el acuerdo
  • Reino Unido y Europa aún no se ponen de acuerdo en las bases del acuerdo
El primer ministro británico, Boris Johnson, durante una reunión telemática durante el coronavirus. Foto: Reuters
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Las negociaciones entre la UE y el Reino Unido para tejer un nuevo acuerdo comercial tras 47 años como Estado miembro eran la principal preocupación en Bruselas cuando arrancó este 2020. Hasta que el coronavirus hizo saltar por los aires agendas y prioridades. El proceso regresó el lunes a la primera línea, al celebrarse la primera cumbre entre ambos lados tras abandonar las islas el bloque comunitario el pasado 31 de enero.

Las expectativas de la cita eran mínimas, dado el escaso progreso registrado tras cuatro rondas negociadoras, el cruce de acusaciones entre Londres y Bruselas, y las dificultades logísticas derivadas de tener que negociar a través de una cámara por culpa del covid-19.

Por eso, la noticia positiva fue que el primer ministro británico, Boris Johnson, quiere continuar intentando conseguir una relación comercial estrecha con los europeos, tras haber amenazado con levantarse de la mesa si no había progresos suficientes para esta cumbre, prevista para tomar el pulso al proceso.

Además ambos lados se han comprometido a pisar el acelerador. Sin embargo, el premier británico no solicitó una extensión del periodo de transición, que termina el 31 de diciembre. Por lo tanto, si el nuevo acuerdo no está listo y ratificado para entonces, las barreras y aranceles volverán, agrandando el destrozo causado por la pandemia en ambas economías.

"Las partes están de acuerdo en que se requiere un nuevo ímpetu", se lee en el comunicado conjunto publicado tras el encuentro. La UE estuvo representada por los presidentes de las tres instituciones comunitarias: Charles Michel (Consejo Europeo), Ursula von der Leyen (Comisión Europea) y David Sassoli (Parlamento Europeo), además del negociador jefe de la Unión, Michel Barnier.

Londres quiere conseguir el mayor acceso posible al mercado común europeo, pero sin caer bajo el poder regulatorio de Bruselas

Barnier y su homólogo británico, David Frost, ya habían acordado intensificar sus encuentros durante el mes de julio, esperando también que mejoren las condiciones para mantener negociaciones cara a cara de sus equipos, que en total suman dos centenares de personas. Este intento por dar un renovado impulso al proceso "debería incluir, si es posible, encontrar un entendimiento temprano sobre los principios subyacentes a cualquier acuerdo", añadieron en el comunicado conjunto.

Porque, como ha quedado claro durante los pasados meses, Londres y Bruselas aun no se ponen de acuerdo sobre las bases y el alcance de ese acuerdo comercial ambicioso que quieren sellar.

Londres quiere conseguir el mayor acceso posible al mercado común europeo, pero sin caer bajo el poder regulatorio de Bruselas ni la revisión judicial de su Tribunal de Justicia. Al mismo tiempo, Johnson tampoco se ha mostrado muy entusiasmado con incluir los añadidos que quieren sumar sus antiguos 27 socios al acuerdo comercial, en apartados como la seguridad o la agenda digital.

Por su parte, el bloque comunitario insiste en la necesidad del alineamiento regulatorio en aspectos como el medio ambiente, las normas laborales, la protección de consumidores o la competencia, para evitar que haya una competencia desleal entre dos socios comerciales tan próximos.

El bloqueo ha sido casi total durante las pasadas semanas, con acusaciones mutuas de inmovilismo

La pesca ha sido otro asunto conflictivo, ya que el Reino Unido rechaza mantener las condiciones de acceso a sus aguas, tal y como ha pedido la UE. Londres ofrece unas cuotas de captura que se negociarían anualmente.

El bloqueo ha sido casi total durante las pasadas semanas, con críticas y acusaciones desde ambos lados de inmovilismo. Barnier recientemente ha entonado un discurso algo más flexible, aunque la distancia continúa siendo significativa.

Ambas partes tienen apenas algo más de cuatro meses para lograr un acuerdo político que llevaría años, y todavía con el coronavirus de fondo. Barnier quiere tener todo listo para finales de octubre, para así dejar tiempo suficiente para la aprobación parlamentaria a ambos lados del Canal de la Mancha.

Además de los problemas para construir la relación bilateral futura, la UE también tiene dudas sobre el cumplimiento del Reino Unido con los términos del divorcio. Sobre todo en lo relativo al control de mercancías en el mar de Irlanda, tal y como acordaron las partes para asegurar que no entran productos que no respetan los estándares comunitarios, sin imponer una frontera en Irlanda que desestabilice la paz.

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