Economía

¿Qué harías si recibieses 120.000 euros a los 25 años? Los expertos valoran la propuesta más subversiva de la receta de Piketty

  • Piketty defiende una "herencia para todos", el 60% del patrimonio medio
  • Las expertas consultadas son escépticas sobre los beneficios de esta medida
  • "Cambia todos los incentivos de la gente, y eso cambia toda la sociedad"
Jóvenes en un yate. Imagen: Dreamstime.

Al soplar las velas del 25 cumpleaños, los más afortunados son agasajados con unos billetes de avión para pasar un fin de semana en Lisboa, esa chaqueta de piel que no podrían pillar ni en rebajas o una burbujeante sesión de spa con masaje. Pero ¿qué pasaría si en vez de eso recibieran una transferencia de 120.000 euros en su cuenta bancaria? No se trata de una ensoñación devenida de la cercanía del Sorteo de Lotería de Navidad, sino de una propuesta real que el popular economista Thomas Piketty plantea con números en su último libro, Capital e ideología (Deusto).

Piketty, el enfant terrible de la economía mundial tras vender más de dos millones y medio de copias de su anterior obra (El capital en el siglo XXI, 2013), defiende un modelo de "herencia para todos" como método para distribuir la riqueza entre las clases sociales medias y bajas, que configuran el 90% de la población mundial. 

"Con el sistema propuesto, cada joven puede iniciar su vida personal y profesional con un patrimonio equivalente al 60% del patrimonio medio, lo que abre nuevas oportunidades para adquirir una vivienda o financiar la creación de su propia empresa", esgrime en su nuevo libro. El economista subraya la necesidad de evitar que el 10% de la población más adinerada siga concentrando el 60% de la riqueza -el dato europeo; en EEUU, la concentración alcanza el 70% y en Rusia, lo supera- y que ésta nunca llegue al 50% de población más pobre. Ésta "siempre ha visto reducidas sus posibilidades a la hora de participar en la vida económica; en particular en la creación de empresas y la gobernanza", denuncia el que fuera primer director de la Paris School of Economics. 

Elisabet Ruiz: "A los 25 años, los jóvenes se irían de alquiler y se comprarían un coche. El que más les gustase, con todos los extras y complementos"

Más allá de un planteamiento que suena a ciencia ficción, aunque Piketty lo apoya en una estructura de impuestos progresivos de sucesiones, propiedad y renta, ¿en qué se traduciría esta medida en el escenario socioeconómico, cultural y educativo español de nuestros días?

"A los 25 años, los jóvenes se irían de alquiler y se comprarían un coche. El que más les gustase, con todos los extras y complementos", comenta Elisabet Ruiz, profesora de Estudios de Economía y Empresa en la Universitat Oberta de Catalunya ante el ejercicio de imaginación que le propone elEconomista. Para esta economista, la medida hace aguas desde su esencia, al tratarse de un dinero regalado para cuya gestión "no estamos ni educados ni preparados". Ruiz recuerda que España se encuentra por debajo de la media de la OCDE en educación financiera, y que lo regalado tiende a gastarse mucho más rápido que aquello ganado con el propio esfuerzo. "Es como en la lotería; si te toca, el dinero se gasta en un 'plis'. ¿Por qué? Porque no se lo ha ganado la persona", ejemplifica. 

Aunque se muestre de acuerdo con la percepción del efectivo 'regalado' y la importancia de educar en ganarse los ingresos que abandera Ruiz, la socióloga y directora de Estudios Sociales de Funcas Elisa Chuliá rompe una lanza por la prudencia y el sentido del ahorro que impera en la generación que hoy tiene entre 20 y 34 años, los llamados millenials. "No parece que fuesen a gastarse todo de golpe. A pesar de la imagen que tenemos de los jóvenes, valoran mucho el ahorro; no son una generación de descerebrados", apunta la coordinadora de investigaciones apoyándose en los datos de una encuesta recién publicada por este think tank de economía. 

Chuliá apostaría, antes que por el coche, por que un joven de 25 años con 120.000 euros en el bolsillo invirtiese una buena parte en viajar y tener experiencias vinculadas a su realización personal y a sentirse bien consigo mismo, unos valores completamente modernos e inexistentes en la generación anterior. "Nuestros padres probablemente lo utilizarían para comprar una vivienda, pero tenían una idea diferente de lo que es una buena vida", reflexiona. No cree que adquirir una vivienda fuera el objetivo esencial de inversión para un veinteañero ya que, según los datos de la encuesta citada, un 92% de esta población se siente satisfecho con la convivencia con familiares u otras personas. 

Thomas Piketty, en su despacho de la EHESS de París. Imagen: Reuters.

Ruiz pone otro ejemplo de que los jóvenes no suelen pensar en el futuro y de que la inmediatez condiciona sus comportamientos relativos al dinero, argumentando que, incluso los adultos tienden a gastarse sumas antes de recibirlas: "Si sabemos que vamos a recibir una subida de sueldo o una herencia, nos la estamos gastando antes de tenerla". 

Para Chuliá, sin embargo, un mayor condicionante es la incertidumbre sobre la propia vida. El desconocer el momento de nuestra muerte provoca que "el comportamiento racional sea la prudencia, guardar algo para el mañana". "Aunque con 120.000 euros en el bolsillo tampoco es una irracionalidad que no dilates proyectos en el tiempo, ya que puedes asumirlos", añade. 

Bajos beneficios y grandes riesgos

Ninguna de las dos expertas consultadas por elEconomista perciben beneficios en la propuesta más subversiva de Thomas Piketty. La profesora del centro universitario catalán insiste en que "no se puede dar dinero a cambio de nada, y menos cuando la sociedad no está preparada", y se muestra muy escéptica de que un joven de 25 años tenga la madurez o formación suficiente para iniciar su propia empresa con esta suma: "Ni un estudiante de Administración y Dirección de Empresas estaría preparado a los 25 años; no nos educan para esto". 

Desde el punto de vista macroeconómico, Chuliá desliza que, incluso si a todos los jóvenes que recibiesen 'la herencia de Piketty' se les ocurriese invertir en vivienda, el efecto sería pernicioso ya que provocaría un aumento agudo del precio de este bien. "Lo interesante es que cada uno desarrollase una cosa diferente, invertir en su formación, crear una empresa, desarrollasen proyectos laborales y familiares...", sugiere. Sin embargo, a la socióloga le parece un escenario demasiado idílico, y se muestra preocupada por los incentivos negativos que podrían acompañar a una suma de esta magnitud. "Si te llega antes de acabar los estudios, el incentivo para dejarlos sería muy alto", deduce. Y en el caso de que se reciba con la formación terminada, a punto de incorporarse al mercado laboral, la desincentivación la sufriría la búsqueda de un trabajo. "Crearía un espejismo de 'soy rico', pero igual en seis años estás en la miseria", argumenta Chuliá. 

Elisa Chuliá: "Un pequeño capital de 8.000 euros, por ejemplo, daría libertad para  hacer algo razonable, porque sabes que se va a acabar"

La economista Elisabet Ruiz apuesta por otras alternativas, como la recepción del dinero en forma de fondo de inversión, que el montante no tenga carácter universal o que existan unas restricciones para su uso. "Pondría condiciones, como que sea destinado para compra de vivienda o la creación de una empresa, pero hay que invertir de un modo racional. Tendría que haber una agencia reguladora que supervise estas inversiones", propone. Chuliá se decanta por que el montante de Piketty se limitase a una cantidad que no diera alas a la fantasía: "Un pequeño capital de 8.000 euros, por ejemplo, daría libertad para  hacer algo razonable, porque sabes que se va a acabar", defiende la también profesora de Sociología en la UNED, para quien el Estado tradicionalmente siempre trata mejor a los mayores. 

Ambas expertas comparten la sensación de riesgo que rezuma la fórmula de la estrella de rock de la economía mundial. "Cambias toda la sociedad con una propuesta así, todos sus incentivos", advierte la socióloga en su reflexión final.

Fotograma del filme 'María Antonieta', de Sofia Coppola. Imagen: Alamy.

Piketty, sin embargo, no ve otra solución para dotar a la propiedad de un carácter temporal y provocar "un efecto amplificado sobre la distribución real del poder económico y su renovación". "Sería excelente para dinamizar la sociedad y la economía", expone en su libro, aunque subraya que no se trata de una idea nueva, sino rescatada de autores como Thomas Paine  -defendió en 1795 una renta básica- y con la aportación de un modo de financiación basado en el uso de impuestos.

Los detractores de Piketty no podrán acusarle de haber engendrado una ocurrencia postmoderna. El autor de Capital e ideología defiende que la raíz de su planteamiento se halla en las grandes reformas agrarias de la historia, que consistieron en devolver a los agricultores la propiedad de la tierra: "Si realmente se quiere distribuir la riqueza y permitir que el 50% más pobre posea una parte significativa del capital y participe plenamente de la vida económica y social, parece indiscutible la necesidad de generalizar la noción de reforma agraria transformándola en un proceso permanente que concierna a la totalidad del capital privado".

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