España ha experimentado un crecimiento superior al de la zona euro en los últimos años, impulsado por la creación de empleo y la fuerza del consumo privado, junto con un entorno exterior favorable. Estos tres propulsores se están desinflando, lo que ha llevado a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) a rebajar drásticamente su previsión de crecimiento de España para este año y 2020. El consumo privado retenido o embalsado durante los años de la crisis está empezando a desvanecerse, lo que 'condena' a la economía española a un crecimiento más moderado durante los próximos años. El PIB aumentará en 2019 un 2% (frente al 2,2% anterior) y en 2020 y 2021 un 1,6% (frente al 1,9% de las anteriores previsiones). Aún así, el crecimiento seguirá superando al de la zona euro.
Desde 2014 hasta 2018, el crecimiento del consumo privado ha sido fundamental para que el PIB de España avanzase a un ritmo rápido, con la ayuda de las decisiones de compra que se aplazaron durante el periodo recesivo y que se ejecutaron cuando la economía mejoró. Sin embargo, este propulsor tenía una vida limitada. La fortaleza de este consumo (que redujo la tasa de ahorro y empujó el crecimiento del crédito) se ha debido en parte a una demanda de bienes duraderos (coches, lavadoras, ordenadores, frigoríficos...) que estuvo sostenida o retenida durante los años de la crisis. Las familias retrasaron sus decisiones de compra importante por la nefasta coyuntura económica.

Una vez que se comenzó a generar trabajo con fuerza y las perspectivas mejoraron (junto con unos tipos de interés más bajos), los hogares se lanzaron a consumir, llevando a este indicador a crecer a ritmos superiores al 3% anual. Sin embargo, esta tendencia no podía ser indefinida ni sostenible. Una vez que se ha satisfecho este consumo atrasado, la tendencia parece haber alcanzado al una nueva normalidad más sosegada que está permitiendo, incluso, un incremento de la tasa de ahorro gracias al crecimiento de la renta y, quizá, también por motivos de precaución ante lo que pueda pasar.
Las previsiones publicadas por la OCDE coinciden con las mostradas hoy por BBVA Research para 2019. El departamento de investigación del banco español calcula que el PIB trimestral aumentará un 0,4% en el último trimestre del año dejando el crecimiento anual en el 2%.
Desde BBVA también creen que "de cara al cuatro trimestre, los indicadores de gasto y expectativas de los consumidores respaldan una estabilización del consumo privado".
La tendencia del consumo
La nuevas previsiones de la OCDE muestran que el consumo ha pasado de crecer un 3% en 2017, a un 1,8% en 2018 y a un 1,2% en 2019, no obstante se espera que se mantenga entre el 1,3% y el 1,8% entre 2020 y 2021, lo que sería un crecimiento más sostenible. El otro componente de la demanda interna, la inversión fija, pasará de expandirse un 5,9% en 2017, un 5,3% en 2018, a un 2,8% en 2019, un 3,6% en 2020 y en 2021 un 3%, lo que deja entrever que las empresas también dispararon su inversión tras la crisis y ahora están moderando su actividad.

La OCDE destaca en sus previsiones que "a medida que efecto de la demanda acumulada se disipa y el ahorro de los hogares continua incrementándose, el consumo privado se moderará".
No obstante, "la demanda doméstica continuará siendo el principal conductor del crecimiento, aunque a un ritmo más bajo en los años recientes, con una moderación del crecimiento del empleo que pesará en el consumo y lastrará la inversión ante una incertidumbre elevada", destaca el informe del organismo.
El crecimiento del empleo fue de sólo el 0,1% en el tercer trimestre, el más bajo desde 2013, lo que evidencia que la creación de empleo está empezando a congelarse. No solo el menor crecimiento del consumo está detrás de este 'parón' del empleo, también las malas noticias que llegan de fuera en forma de una menor demanda exterior.
El problema del comercio exterior
"Un riesgo a la baja clave es un crecimiento menor de lo que se esperaba en Europa, principal destino de las exportaciones de España. El Brexit puede afectar también de forma adversa al sector del turismo... La contribución de las exportaciones netas al crecimiento será negativa en 2020, mientras que será neutra en 2021", señala el documento de la OCDE.
Por último, el organismo que aglutina a los países desarrollados lanza un mensaje de advertencia: "El consumo podría ser más débil de lo esperado si la desaceleración de la creación de empleo es más fuerte o si las incertidumbres persisten". No obstante, también hay una cara a esa cruz, dados la fortaleza que aún conserva la economía, la inversión podría ser mayor de lo que se prevé siempre y cuando disminuya la incertidumbre.
A nivel global la economía también pierde algo de impulso. Los signos de desaceleración son cada vez más evidentes, mientras que el comercio internacional se está estancando. El crecimiento proyectado para el PIB en 2019 y 2020 es del 2,9%, mientras que en 2021 se espera que aumente un 3%.
Como suele ser habitual en los últimos documentos de previsiones se nombra al Brexit, la guerra comercial o la desaceleración económica de China como las principales causas que están haciendo que el crecimiento repliegue velas. Otra alerta reside en la incertidumbre política de la propia España, que "genera ambigüedad sobre la futura posición fiscal, aunque se asume que será neutral en los dos próximos años". Si la incertidumbre comercial persiste, las perspectivas de crecimiento a medio plazo podría verse lastradas por una caída de la productividad y un menor incentivo a la inversión, señala en el informe en su apartado sobre la economía global.