
Mientras las grandes economías de América Latina sucumben al virus del populismo, Brasil se mantiene firme a pesar de un mal dato de crecimiento de naturaleza coyuntural en el sector minero-industrial. Esta misma semana, el miércoles el Copom (Comité de Política Monetaria) del Banco Central de Brasil recortaba medio punto porcentual los tipos de interés hasta el 5%, señalando los progresos en la reducción de la inflación y en las reformas estructurales que el Gobierno Bolsonaro está poniendo en marcha desde antes de verano.
El proceso de estabilización macroeconómica de Brasil está generando los primeros resultados positivos en materia de confianza, inversiones y, en breve, en la tasa de crecimiento del PIB.
El consenso de mercado en el país fija el avance de la economía en el 0,9% dos años después del fin de la dura recesión que se vivió en 2015 y 2016, y tras dos años creciendo ligeramente por encima del 1%. Si la tasa de inflación se sitúa donde están fijadas las expectativas actuales -en el 3,3%-, se podría producir una bajada mayor de los tipos de interés de otro medio punto para finales de año situándose en el 4,5%.
Aunque no ha sido fácil el arranque del Gobierno Bolsonaro, se ha puesto en marcha la maquinaria reformista bajo la dirección de uno de los economistas más importantes de la región como es el ministro de Finanzas Paulo Guedes y la supervisión de otro importante economista como el Gobernador del Banco Central Roberto Campos Neto. Éste último ha insistido en la necesidad de implementar con rapidez las reformas necesarias que atenazan las cuentas públicas, la posición inversora internacional de Brasil y la reducción de la desigualdad.
El diseño del ministro Guedes se basa en otorgar un mayor peso a los impuestos indirectos sobre los impuestos directos
Una de las reformas más importantes es la previdencia (pensiones). Con un voto amplio del Senado, el Gobierno pretende, por un lado, poner en orden un sistema público anticuado y caótico cuyos compromisos latentes crecen de forma descontrolada y, por otro lado, generar un ahorro estimado en 800.000 millones de reales (176.000 millones de euros) en diez años, equivalente a un ajuste anual de 4,34 puntos de PIB.
Ahora es el turno de otras reformas imprescindibles como la fiscal. El diseño que está haciendo el ministro Guedes se basa en otorgar un mayor peso a los impuestos indirectos sobre los impuestos directos, dado que los primeros son la principal fuente de fraude fiscal del país. Cada uno de los 26 Estados (además del distrito federal) tiene sus propias figuras tributarias de naturaleza indirecta, es decir, sus propios IVA que van desde el 17 al 19%. Mientras que Río de Janeiro tiene está en la banda alta -19%-, São Paulo, Paraná y Minas Gerais tienen fijado el tipo en el 18%.
Además, pretende llevar a cabo una simplificación notable del sistema, haciéndolo más sencillo y más integrado entre las diferentes figuras tributarias de los Estados y a nivel federal. El sistema tributario brasileño es disfuncional, no porque tenga bajos impuestos sino por una compleja estructura cruzada de altos impuestos sobre los salarios, elevado fraude fiscal y escasa capacidad de control e inspección de tributos. Esta es la conducta que se repite en países donde los costes de recaudar impuestos son muy elevados debido a tener tasas de informalidad muy altas. Según los datos del IBGE, el porcentaje de empleo informal en Brasil se ha situado en el 41,4%.
Los impuestos son ya elevados
No es una cuestión, por tanto, de que Brasil tenga un sistema fiscal favorable a los ricos, tal como aseveraban los economistas Sérgio Wulff Gobetti y Rodrigo Octávio Orair, responsabilizando especialmente a la exención del 100% por dividendos en el impuesto de la renta personal (Brazilian Journal of Political Economy, Abril-Junio de 2017).
Los impuestos personales (especialmente las cotizaciones sociales) son ya de por sí notablemente elevados, suponiendo el 47% del total de la recaudación en 2017 según los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Este camp o es el segundo de actuación del Gobierno Bolsonaro, el cual afrontará al mismo tiempo una limpieza a fondo del sector público y la reordenación del sector público empresarial que se encuentra altamente endeudado y con pérdidas continuas de competitividad. En una reciente entrevista del presidente del Congreso Rodrigo Maia en el Financial Times, la tarea prioritaria del Estado es la de que el ciudadano deje de percibirlo como "demasiado caro, demasiado autoritario y que beneficia a muy poca gente".
A pesar de la tendencia mayoritaria en los analistas políticos que meten en un mismo saco a Bolsonaro con los Kirchner, AMLO o Donald Trump, nada tiene que ver lo que está ocurriendo en Brasil con otros países del continente americano.
La mejor forma de ahuyentar al fantasma populista es una agenda potente de reformas estructurales que permitan fortalecer el crecimiento tendencial de la economía y la haga más flexible y más abierta hacia el exterior.