
Los pensionistas no perderán poder adquisitivo en el bienio 2019-2020. De hecho, la subida de las pensiones será superior al IPC previsto en el conjunto de los dos años. Con el compromiso del Gobierno, enviado a Bruselas en el marco del Plan Presupuestario para 2020, de revalorizar las pensiones un 0,9% el año que viene, además, se disipan las dudas sobre qué pasaría en 2020, cuando -en ausencia de nuevas medidas- estaba servida la vuelta del IRP (índice de revalorización de las pensiones) sellado en la reforma de 2013, que remitía a un alza del 0,25%.
Así durante este año, las pensiones se han revalorizado al 1,6% en general (las mínimas y no contributivas han subido un 3%). Ese 1,6% se calculó como una estimación razonable de la evolución prevista a priori de los precios. La realidad ha sido que la inflación va perdiendo fuerza desde el mes de mayo hasta marcar un 0,1% el pasado septiembre. Con todo, las previsiones de los principales organismos sitúan el IPC de 2019 en el entorno del 0,7%, lo que evidencia una subida del poder adquisitivo de las pensiones superior a la de los precios, de hecho, de más del doble durante este ejercicio.
No ocurrirá lo mismo en 2020, cuando el alza estimada de los precios es del 1%. En ese ejercicio, las pensiones subirán un 0,9%, una décima menos, pero aunando las subidas de 2019 (1,6%) y 2020 (0,9%), el alza de las pensiones bate a los precios (0,7 y 1%) en al menos nueve décimas.
Con todo, el coste de la revalorización engrosa el gasto en 1.400 millones para el próximo año, después de que este año el Gobierno ya ha pagado unos 1.000 millones más por el desvío de la previsión del 1,6% sobre la menor inflación. De este modo, vuelve a la mesa de debate el reequilibrio de las cuentas de la Seguridad Social, con unos ingresos incapaces de enjugar el mayor desembolso motivado no sólo por la revalorización, sino por el hecho de que las nuevas altas en jubilaciones deparan pensiones cada vez más altas, al tiempo que crece con fuerza el número de beneficiarios, hasta rozar los 10 millones. De hecho, como ha evidenciado AIReF el déficit de la Seguridad Social ya ha adquirido un carácter estructural, enquistado en el entorno del 1,3% del PIB.
Por ello, se torna cada vez más necesario, advierten los expertos consultados por elEconomista Pensiones, que se aborden soluciones estables y permanente en el marco del Pacto de Toledo y, como apunta el Banco de España, con un sólido consenso que no tiene por qué implicar unanimidad. Y añaden las mismas fuentes que, de cara a la actualización de las pagas, es necesario adoptar un criterio perdurable, consistente y predecible a futuro. No en vano, la citada Comisión asumió la indexación de las pensiones al IPC real sin definir este concepto.
De ahí las dudas que han surgido en los últimos meses sobre qué pasaría el 1 de enero de 2020 con los ingresos de los jubilados y sobre si el Gobierno abordaría su subida por real decreto ley en uno de los últimos Consejos de Ministros del año, como finalmente sucederá. No hay, por el momento, un mecanismo automático de revalorización ni siquiera una concreción de qué índice de precios será el que marque la subida de las pagas: si la inflación subyacente (la que elimina los elementos más volátiles); si el dato de IPC elaborado por Estadística y, en ese caso, el de qué mes; si un índice que mida el IPC del jubilado; si el armonizado con Europa. De ello depende poder elaborar unas proyecciones de subida más ajustadas a la realidad que permitan adoptar por el lado de los ingresos medidas correlativas.