
Por todos es conocido ya que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es impulsivo. Lejos de tantear la situación antes de reaccionar, el republicano llegó a sopesar duplicar los aranceles a China después de que el gobierno de Xi Jinping anunciase represalias a los nuevos aranceles estadounidenses que entraron en vigor el pasado 1 de septiembre.
El revés de Pekín, que anunció gravámenes sobre productos estadounidenses por valor de 75.000 millones de dólares, desató la ira del inquilino de la Casa Blanca, según fuentes consultadas por la CNBC.
u primera reacción durante una conferencia telefónica con su equipo comercial, donde se incluyen, entre otros, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y el representante comercial de EEUU, Robert Lighthizer, fue exigir que se duplicasen todos los gravámenes impuestos al gigante asiático, así como los que todavía quedan por llegar.
No obstante, conscientes del impacto que esto podría tener en la economía estadounidense y el consumidor, Mnuchin y Lighthizer optaron por incluir en la llamada a distintos consejeros delegados de varias empresas patrias para convencer a Trump del impacto que una decisión de este tipo tendría en la actividad del país así como en las bolsas del país.
Finalmente, el presidente quedó convencido con un incremento del 5% de todos los aranceles anunciados hasta la fecha sobre bienes chinos por valor de 550.000 millones de dólares, que anunció vía Twitter el pasado 23 de agosto, antes de partir a la cumbre del G-7 en Biarritz, Francia. Una decisión que llegó después de ordenar a las compañías estadounidenses abandonar China.
Posteriormente, el secretario del Tesoro y la portavoz de prensa de la Casa Blanca, Stephanie Grisham, reconocieron que Trump se arrepentía de no haber incrementado aún más los aranceles.
El pasado domingo entraron en vigor los aranceles del 15% (previamente fijados en el 10%) sobre productos chinos por valor de 112.000 millones de dólares aproximadamente. El próximo 1 de octubre, el gravamen del 25% impuesto sobre bienes chinos por valor de 250.000 millones de dólares aumentará hasta el 30%. El 15 de diciembre se activarán aranceles del 15% (previamente fijados en el 10%) sobre otro conjunto de importaciones chinas por valor de más de 150.000 millones de dólares. De cumplirse estos pronósticos, EEUU tasará entre un 15% y un 30% todos los productos procedentes del país asiático antes de que termine el año.
De hecho, según los cálculos realizados por Chad Bown, experto en comercio del Peterson Institute for International Economics (PIIE, por sus siglas en inglés), el arancel medio sobre los productos que lleguen del gigante asiático podría alcanzar el 24,3% a finales de 2019. Si esto llegase a ocurrir, la administración Trump habría multiplicado por ocho el gravamen medio del 3,1% a los bienes chinos en menos de dos años, antes de que los tambores de la guerra comercial comenzasen a resonar en la Casa Blanca.
El consumidor de EEUU desconfía de la guerra comercial
Trump, volvió a la carga esta semana tratando de caldear aún más las ya de por sí tensas relaciones con China. Mientras el mandatario recordó que las negociaciones con el gigante asiático avanzan satisfactoriamente reconoció que la esperanza del gobierno de Xi Jinping es poder lidiar con una nueva administración estadounidense tras las elecciones presidenciales de 2020.
Pero en EEUU, el runrún del pulso arancelario entre las dos mayores economías del mundo comienza a contagiar al consumidor, hasta ahora inmune a las tensiones. Cierto es que otras áreas de la economía ya han demostrado no estar blindadas al azote arancelario, prueba de ello está en la actividad manufacturera que según el Instituto de Gerencia y Abastecimiento (ISM, por sus siglas en inglés) se contrajo en agosto por primera vez desde 2016, aún así, el consumo ha prevalecido indemne.
No obstante, el sentimiento del consumidor cayó en agosto a sus niveles más bajos desde las elecciones de 2016 situándose en una lectura de 89,9. Según explica Tim Quinlan, economista de Wells Fargo Securities, "uno de cada tres consumidores hizo referencias negativas espontáneas a los aranceles pese a que estos no estaban incluidos en la encuesta".
Pero este no es el único indicio sobre las dudas que comienzan a plantear los estadounidenses. Según un sondeo publicado el martes por Coresight Research sobre las expectativas de cara a la temporada de compras navideñas casi seis de cada 10 consumidores se mostraron preocupados ante la posibilidad de que los aranceles aumenten los precios de los regalos. De hecho, la mayoría indicó que no aumentará el gasto para absorber posibles aumentos de los precios.
Al mismo tiempo, los economistas Kirill Borusyak del University College London y Xavier Jaravel, de la London School of Economics (LSE) señalaron en un estudio que los aranceles ya vigentes sobre las importaciones chinas costarán anualmente a las familias estadounidenses una media de 460 dólares. Los consumidores de mayores ingresos notarán un mayor efecto, con un coste aproximado de 970 dólares mientras que para aquellos con menos recursos el coste será de 340 dólares.