La pandemia disparó la demanda de comida y otros envíos a domicilio a través de plataformas de entrega inmediata, pero este auge no se ha traducido en una mejora para los riders (repartidores), sino al contrario, según un estudio de CCOO de Cataluña y datos recabados por elEconomista.
Hay muchas compañías que ofrecen comida a domicilio y la mayoría se valen de repartidores que, en vez de tener en plantilla, con unas condiciones regladas y estables, apuestan por autónomos que trabajan por un precio variable por reparto.
Uno de los principales problemas de este empleo es la falta de una legislación concreta, algo que ocurre en muchos nuevos trabajos, sobre todo los ligados al a digitalización, y que la nueva ley rider estatal prevé solventar.
Hasta ahora, ni siquiera la intervención del Tribunal Supremo, que el año pasado declaró que la relación entre los repartidores y la plataforma Glovo debía ser considerada laboral, solventa el desamparo en el que viven los riders. El otro problema es la precariedad derivada de las características de la actividad que desempeñan los repartidores.
Según un informe del sindicato CCOO de Catalunya, estos se enfrentan a larguísimas jornadas de trabajo en las que reinan la incertidumbre y la presión. Incertidumbre porque nunca saben cuántos repartos llevarán a cabo, dónde deberán desplazarse para entregar los pedidos y cuánto cobrarán al cabo del día.
Según la encuesta del sindicato, los repartidores cobran, como mínimo, entre 1,60 euros y 2,90 euros por pedido, cifra que se incrementa según la distancia y el tiempo de espera. Presión porque los repartidores deben ajustarse a unos tiempos de entrega muy exigentes e intentar que el usuario les otorgue una buena valoración en la plataforma para sumar puntos y seguir recibiendo pedidos.
Para repartir se debe poseer una cuenta en la plataforma, que muchos alquilan al dueño original por no disponer de la documentación en regla para trabajar y, en ocasiones, ni siquiera para vivir en el país. Muchos, además, trabajan para varias plataformas a la vez para maximizar el número de repartos.
Condiciones pre y post-Covid
Pese a las condiciones laborales, en las que prima también una desprotección importante en caso de accidente, algo que ocurre lamentablemente con más frecuencia de lo deseado, el de repartidor no siempre fue un trabajo precario.
Los riders deben conseguir el medio de transporte que usan, desde bicicletas, hasta patines eléctricos, motos o hasta coches. Antes del coronavirus, con el auge sostenido de las plataformas de reparto, los primeros riders, sobre todo los poseedores de una cuenta propia, podían llegar ingresar mensualmente hasta 3.500 euros al mes.
En el mismo informe de CCOO, un encuestado cuenta que la cifra variaba mucho cada mes, pero que se habían llegado a estas cifras. A cambio, interminables jornadas que empezaban con el reparto de desayunos y acababan con las últimas cenas, pasando incluso por el reparto desde supermercados. Un trabajo sufrido, peligroso y sacrificado, pero bien remunerado al fin y al cabo.
Pero entonces llegó el Covid-19 y todo cambió. Pudiera parecer que la explosión del reparto a domicilio ha beneficiado a los repartidores, pero su auge ha ido de la mano con un tremendo incremento de los repartidores, que compiten por cualquier pedido que se haga.
El reparto ha sido la alternativa de muchas personas que han tenido que buscarse un nuevo trabajo tras perder el suyo o para acceder a ingresos durante la pandemia. El resultado es una caída de los ingresos por cabeza. Riders preguntados por elEconomista que han decidido permanecer en el anonimato confirman este hecho y cuentan que ahora no es "raro" ver "muchos repartidores" esperando un pedido en las puertas de un restaurante.
El informe de CCOO pone cifras a este hecho mediante encuestas. Mientras los poseedores de una cuenta explican que, si llegan, pueden rozar cifras de entre 1.000 o 1.500 euros, los que optan por alquilar una cuenta apenas llegan a los 700 euros. Todo, con una jornada laboral que dura todo el día.
Las empresas de reparto no han subido el precio por pedido pese al incremento de usuarios y actividad y han mantenido condiciones muy precarias. Los encuestados por el sindicato exponen que la mayoría de las compañías, por ejemplo, además de pagar poco, no cubren el desplazamiento al restaurante donde recogerán un pedido o el tiempo de espera.
"He estado esperando pedidos más de una hora y media y el precio es exactamente el mismo", dice uno. Glovo es la única que sí bonifica la espera, porque un repartidor está obligado a cumplir el reparto si acepta, mientras que otras permiten rechazarlo si se demora demasiado. No obstante la cifra es irrisoria, de 0,60 euros.
Una vez recogido el pedido, la misma plataforma calcula una tarifa en base al kilometraje realizado, sin tener en cuenta desniveles y otras condiciones, de lo que deriva el pago final por entrega. "No es lo mismo recorrer tres kilómetros en llano que tres en subida", reclama uno de los encuestados.
Así trabajan los riders para conseguir unos ingresos mínimos. Según repartidores consultados por esta revista, es también cada vez más habitual que un mismo repartidor acepte a la vez pedidos de distintas plataformas para aprovechar un único viaje para más de una entrega.
Todo, para conseguir un sueldo al final de mes. Otro de los encuestados de CCOO pone una cifra muy llamativa para ejemplificar las condiciones laborales a las que se someten. "Lo máximo que he hecho con 37 pedidos a la semana. Esto, a razón de 600 euros al mes".
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