
La pandemia del covid-19 que impuso un paréntesis al debate electoral entre los partidos independentistas en Cataluña es la misma que ahora apremia a los republicanos a exigir una fecha para los próximos comicios, escudándose en que no los marque la inhabilitación del presidente Torra.
Así esconden el temor a que una mala gestión y la resolución de la crisis sanitaria pase factura y reste apoyos entre su electorado.
Con los primeros signos de control de la pandemia, la tregua ha acabado. Los socios de Govern, Junts per Catalunya y Esquerra Republicana, han vuelto a la greña. Este último sábado Torra se desmarcó públicamente del acuerdo de ERC con el Gobierno para abstenerse en la votación de la sexta prórroga del estado de alarma por el coronavirus, a cambio de que la Generalitat gestione los fondos europeos de reconstrucción para hacer frente a la pandemia. Torra no entiende "cómo el vicepresidente de un gobierno independentista contribuye a alargar" una situación que quita competencias a la Generalitat.
En medio de estas trifulcas, los partidos de la oposición también pide elecciones, con el argumento de que no tendría sentido diseñar la recuperación económica con un ejecutivo que tiene fecha de caducidad: la ratificación del Supremo para la inhabilitación de Torra.
ERC quiere que los comicios tengan una fecha en el calendario para diseñar con tiempo su estrategia electoral y sortear la crisis 'política' del covid-19 que restaría votos si la recuperación económica y social deja el peor escenario. Son de su responsabilidad las consellerías más implicadas con la crisis sanitaria y sus consecuencias económicas y sociales, Sanidad; Trabajo, Asuntos Sociales y Familia, y Economía. Solo otra de las áreas más castigadas, la de Empresa y Conocimiento -que ahora debe capear el problema del cierre de Nissan-, compete a Junts per Catalunya.
Voces republicanas han advertido a Torra que deben prever todos los escenarios porque sino será el Supremo quien marque, finalmente, la hora de ruta de los independentistas. Y, pese a admitir que el presidente es quien ostenta la potestad, recuerdan que se comprometió a poner una fecha después de la aprobación de los presupuestos para 2020. Una condición que ya se cumplió el pasado 29 de abril, gracias a la implicación directa del vicepresidente republicano Pere Aragonès en una negociación para arrancar el apoyo de Catalunya en Comú.
A principios de enero, fue el propio Torra quien dio por rota la confianza con sus socios y próximas elecciones. El detonante fue el voto de los republicanos para retirar el escaño en el Parlament, por la sentencia que lo inhabilitó como diputado, no como presidente.
Oriol Junqueras, en una entrevista a Radio Nacional, aseguró recientemente que los tempos políticos electorales no los podía marcar el Supremo, "sino las fuerzas políticas que apoyan al Gobierno, pero es necesario que las decisiones y los escenarios futuros estén consensuados entre los miembros de la coalición del Govern". No se pueden seguir tomando las decisiones sin consultar al socio de gobierno por puro tacticismo electoral".
Pero Junts per Catalunya hace oídos sordos. Insiste en que no es el momento de poner las urnas sino de centrarse en la búsqueda de soluciones para la reconstrucción social y económica de Cataluña, "con responsabilidad y generosidad y gobernando bien", apuntaba su portavoz en el Parlament, Eduard Pujol.
Ello no quita que los neoconvergentes aprovechen, por mínima que sea, toda oportunidad para desgastar a sus socios de gobierno. La más reciente, hace unas semanas cuando JxCat votó a favor de una comisión de investigación parlamentaria sobre la gestión de las residencias de ancianos por el covid-19, a pesar de que hubiera avanzado gracias a la oposición, porque "toca analizar, evaluar, explicar, escuchar y tomar el pulso de la situación".
Al desgaste electoral de ERC por la gestión del coronavirus podría sumarse el fracaso de la mesa de negociación entre Cataluña y el Estado fruto del pacto entre republicanos y PSOE a cambio de la investidura de Pedro Sánchez. Una mesa de diálogo creada con el escepticismo de los neoconvergentes pero que, una vez puesta en marcha, el protagonismo ha sido para Torra.
Paralizada también por el coronavirus, los republicanos urgen a los socialistas a retomar la mesa bilateral de negociación. Lo han intentado infructuosamente en cada prórroga del estado de alarma. ERC dijo 'no' en dos ocasiones en el Congreso y escenificó que no quieren política de mando único y recentralización y que no están dispuestos a caer en el servilismo de un gobierno, por muy progresista que parezca.
Pero ERC presumió este sábado de haber "forzado" al Gobierno a "replantear su postura" tras ese toque de atención de los republicanos en la negociación fallida de la semana anterior cuando votaron, por segunda vez, en contra del Ejecutivo.
Conscientes de que rápidamente el PSOE encontró un sustituto, Ciudadanos -y Bildu-, Junqueras, sentenció: "El PSOE debe decidir si se lanza a los brazos de Ciudadanos o si quiere mantener las mayorías de la investidura". "Si no cumplen con la mesa de negociación, no hace falta que cuenten con ERC", añadió.
El acuerdo para esta sexta prórroga no incluye "explícitamente" la vuelta a la mesa de negociación, pero Aragonès sentencia: "Volvemos a la vía del diálogo".