
Duro Felguera, Imasa, Isastur..., las grandes 'epecistas' han puesto en guardia a inversores y prestamistas en este 2025, año marcado por una concatenación de procesos de reestructuración que discurren en paralelo y aguardan a un final en el que se contiene la respiración. Las empresas referentes del sector que años atrás protagonizaron una significativa expansión internacional hoy tratan de resistir una crisis marcada por la restricción de liquidez ante la falta de avales por parte de la banca y la consiguiente caída del negocio. Las direcciones de las empresas del sector han optado por salir al mercado a buscar un inversor en forma de rescate tras haber recibido otro hace años en el marco de la Covid-19 en forma de dinero público a través del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas (FASEE).
La empresa que acapara todas las miradas es sin duda Duro Felguera, una compañía que encadena distintas crisis y se ha engullido ya 120 millones de ayuda de la SEPI, al mismo tiempo que ha dilapidado las ampliaciones de capital que en 2018 y 2023 llevaron a cabo sus accionistas por 125 y 90 millones, respectivamente. La centenaria empresa asturiana dirime su futuro en estos días tras haber recibido una prórroga extraordinaria del Juzgado Número 3 de Gijón para negociar su preconcurso hasta el próximo 31 de julio.
Sobre la mesa se han puesto todo tipo de soluciones, desde la venta de distintas filiales hasta la de su propia sede, pasando por otros activos no estratégicos como El Tallerón. También la opción de que su actual accionista de referencia, el consorcio de Prodi y Mota Engil inyecte nuevamente capital, al mismo tiempo que se garantizan nuevos avales desde el Instituto de Crédito Oficial (ICO).
Calibrar cuándo empezó el declive de estas empresas no es sencillo. "Muchas epecistas firmaron contratos llave en mano sin cláusulas de revisión de precios, lo que las dejó expuestas a sobrecostes imposibles de repercutir al cliente. Es una situación compleja en proyectos largos y con materias primas volátiles", explica José Carlos Cuevas, Socio Director del área de Transformación y Turnaround de la firma de servicios profesionales Crowe.
Por su parte, Manuel Mingot, socio del despacho Ontier, ahonda en algunos aspectos financieros de estas firmas, principalmente en cómo los avales influyen a la hora de acceder a proyectos sin tener la viabilidad asegurada. "La exigencia de colateral en cash para acceder a avales ha asfixiado la liquidez de estas compañías. Sin capacidad de apalancamiento, su modelo financiero es insostenible incluso con proyectos firmados", afirma.

Ambos aspectos son compartidos por Sergio Masip, socio responsable de reestructuraciones de EY-Parthenon, quien incide en que "la exigencia de avales respaldados por colateral en efectivo ha tenido un impacto significativo en la capacidad operativa y financiera de estas compañías. Al requerir que las empresas bloqueen una parte considerable de su tesorería como garantía, se limita su liquidez y, por tanto, su capacidad para operar. Esta situación no solo restringe la posibilidad de acceder a nuevos proyectos, sino que también obliga a las compañías a buscar financiación adicional para cubrir la tesorería retenida".
La otra gran reestructuración que ocupa los focos es la de Imasa, compañía con reconocida presencia en Asturias y que durante la crisis Covid-19 recibió 35 millones de euros de ayuda pública. En la actualidad, la empresa busca socio inversor y cuenta con una cartera de proyectos que ronda los 100 millones de euros, cantidad que, en opinión de la firma, es suficiente y "constituye una base firme sobre la que seguir construyendo su futuro". A falta de conocer las cifras de 2024, Imasa cerró 2023 con un incremento de ventas anual del 58%, hasta los 159 millones de euros, si bien el resultado bruto de la compañía (ebitda) continuó siendo negativo (-1,4 millones de euros).
La llave para ambas reestructuraciones la tiene la SEPI, que prestó decenas de millones de euros en forma de préstamos participativos. ¿Qué significa esto? Que puede cancelar deuda convirtiéndola en capital y pasando a ser accionista de estas compañías. Por el momento, la empresa pública que preside Belén Gualda y depende del Ministerio de Hacienda ha mantenido esta opción como una línea roja y ha priorizado por relajar las condiciones de esta financiación extendiendo vencimientos de pago y analizando una posible rebaja del tipo de interés.
Otra opción, aunque mucho más remota, ha sido la de crear un campeón nacional entre todas estas empresas y consolidar la actividad en una única compañía. La idea se ha dibujado en torno a la también asturiana TSK, propiedad de los García Vallina. Es una opción sugerida por el Sindicato de Accionistas Minoritarios (SAM) de Duro Felguera, que avanzó hace meses que respaldaría una reestructuración de la deuda en este sentido que integrase ambas compañías. En el entorno de TSK esta opción está desechada.
Pero no todo está perdido. Koldo San Cristóbal, socio responsable de la práctica de EBITDA Boosting & Turnaround en Strategy& - PwC España, explica que todavía "existe un mercado claro para estas compañías, que pasaran por tiempos difíciles hasta que sean capaces de superar los contratos con márgenes negativos y elevados consumos de caja, en algunos casos con ayuda de financiación excepcional y ver la luz con nuevos contratos adaptados a las realidades actuales y futuras".
Sobre las medidas necesarias para revertir su situación, San Cristóbal incide en que la más efectiva "es el acceso fácil y rápido a financiación para el corto plazo, que les permita abordar las necesidades de caja inmediatas sin tener que parar el avance de los proyectos (comprar materiales, pagar subcontratas, trabajadores propios, etc..). Adicionalmente, otra de las medidas importantes es disponer de avales que nos permitan poder continuar en un proceso normal de trabajo".
Isastur
Entre el expediente de Duro Felguera y el de Imasa aparece un tercero en vigilancia, pero que reviste de menor gravedad. Isastur (Ingeniería y Suministros Asturias), un conjunto de empresas especializadas en el diseño, construcción, puesta en marcha y entrega de proyectos llave en mano, principalmente en el sector de la energía, fue la tercera de las epecistas asturianas en recibir dinero del holding estatal dependiente de Hacienda. En suma: 40 millones entre créditos (préstamo participativo por importe de 20,4 millones de euros y otro ordinario de 19,6 millones) que deben ser devueltos en los próximos años.
Isastur, cuyo presidente es el empresario Fernando Alonso, cerró el año consolidando una progresiva mejora respecto a 2023 (ingresos de 161 millones), pero advierte de "la ralentización en la ejecución por parte de los clientes de dos proyectos significativos por su volumen", lo que "ha impedido alcanzar el rango superior del objetivo de producción", según figura en su última memoria depositada en el Registro Mercantil. Fuentes de la dirección reconocen a este periódico que la firma navega entre tensiones de liquidez, si bien la situación financiera no es tan grave como en los casos anteriores.
Y es que la empresa adolece de otro factor externo que ha marcado a estas compañías: las disputas con sus clientes internacionales. En el caso de Isastur el pulso se ha traducido en discrepancias comerciales en los proyectos del Magreb, lo que ha supuesto un fuerte impacto negativo en los beneficios antes de impuestos e intereses (BAI) del ejercicio, que se sitúan en -6,6 millones de euros.
En este sentido, Ángel Martín, senior Advisor y consejero independiente, recuerda que estas compañías han vivido momentos de estrés financiero por otros factores como la estrechez de márgenes debido a la competencia entre competidores y las desviaciones a la baja en los márgenes inicialmente estimados en la licitación, con pérdidas en algunos casos, que han generado problemas de liquidez al no poder devolver el circulante bancario."Esto genera una huida hacia adelante con nuevos contratos utilizando el anticipo recibido de los nuevos clientes para cubrir sobrecostes en contratos con pérdidas", afirma el experto.
Martín, también ex-KPMG global co-head of restructuring, menciona las ejecuciones de avales por retrasos de cumplimiento como otra causa determinante que ha llevado a que las entidades financieras cierren, considerando todo lo anterior, las vías de financiación en circulante y en avales. "El problema no es de las entidades financieras no dando liquidez, el problema estriba en la gestión de un negocio complejo, con márgenes estrechos, con altas necesidades de circulante, circulante que debería ser cubierto en parte por los accionistas, lo que no suele ocurrir, en algunos casos, por desgracia", añade.
Entre tanto, a las puertas de estas compañías se han agolpado los fondos de litigios, conocidos por comprar a precio de derribo los pleitos pendientes de estas compañías, aprovechando las necesidades de liquidez. Sucedió con Fortress, que negoció con Duro Felguera la compra de una cartera de juicios valorada en aproximadamente 40 millones de euros sin que finalmente se llegara a un acuerdo.