
"El laberinto burocrático por el que se hace pasar a las empresas es tortuoso y está secuestrando la potencialidad del tejido empresarial, imposibilitando su desarrollo normalizado e impidiendo un crecimiento económico estable y seguro, principalmente por la inseguridad jurídica que acarrea". Son palabras de Óscar Izquierdo, presidente de la Federación Provincial de Entidades de la Construcción de Santa Cruz de Tenerife (Fepeco).
¿Qué pasa en Tenerife con la construcción?
Tenerife está dividida y digo bien lo de dividida, en tres zonas comarcales, no sólo geográficas, sino económicas y sociales diferenciadas, que viven de espaldas, como Portugal y España. La isla está desvertebrada territorial, económica y socialmente. El sur con un crecimiento económico exponencial muy importante acompañado de un incremento poblacional significativo. La zona metropolitana estancada y viviendo de un pasado glorioso o de una capitalidad sin suficiente respaldo económico y un Norte apagado y desdibujado con falta de autoestima. Tres motores que no tienen la misma intensidad, el sur a pleno rendimiento, la zona metropolitana estancada y a ralentí y el norte parado y parece que averiado. Por cierto, el Norte se está convirtiendo en la Tenerife vaciada por la escasa conectividad viaria y la política de conservación patrimonial de los inmuebles por parte del Cabildo imposibilitan el crecimiento económico de la zona y frena sus potencialidades. Tenerife sólo está avanzando con un motor, el que propone el sur de la isla. Históricamente en cualquier territorio a nivel global, el norte significa riqueza y desarrollo y el ser dependencia y atraso. En nuestra isla sucede lo contrario, lo que existe es el sur, el norte y la zona metropolitana ni se les ve, ni se les espera. Pero no debemos, ni alegrarnos, ni ser pesimistas, ni por supuesto derrotistas, esta compleja situación, lo que nos exige es ser emprendedores, para corregir las disfunciones. Poner en marcha los dos motores rezagados y entonces con un mismo impulso, unificar territorio, sociedad y economía, en un avance único de toda la isla en su conjunto.
¿El norte de Tenerife es inútil?
Esa pregunta me parece fuera de lugar. El sur es imprescindible no sólo para la isla de Tenerife, sino para la conectividad con las Islas Verdes, porque el sur es la puerta de salida y de llegada, que abre de expectativas las posibilidades económicas de las citadas Islas Verdes. Por cierto, es el momento de acometer con firmeza el desarrollo específico y diferenciado de las Islas Verdes, potenciando sus singularidades, pero modernizando sus modelos productivos. Por poner un ejemplo, el modelo económico palmero, basado en el sector primario y en la subvención y que ha servido en épocas pasadas, ahora está caducado, dejando una isla despoblada, envejecida y expulsando a los jóvenes, que significa perder el futuro, por no saber mantener el presente. La modernización pasa por incorporar, sin complejos, a la construcción, al turismo y al sector servicios, como base estructural que posibilite un desarrollo sostenible, basado en un crecimiento económico estable, que permita hacer atractivo la vivencia en las tres Islas Verdes. No proponemos un desarrollismo sin control, ni a lo mejor es un destino para un turismo de sol y playa, pero si tienen las tres Islas Verdes sus encantos y atractivos, bastantes, para configurar un turismo novedoso, respetuoso y altamente competitivo.
Desde la Gomera se insta al PSOE a ejecutar el puerto de Fuensalía.
Aquí es cuando podemos empezar a entender la importancia estratégica del futuro Puerto de Fonsalía, como propiciador de esa autopista marítima, que nos unifique. Un puerto para acercar, dinamizar y potenciar una economía de escala, que revertirá en beneficio de las cuatro islas de la provincia, de la sociedad en su conjunto. No hay que ser muy espabilado para saber que los noístas se opondrán de todas las formas y maneras, es su esencia paralizar cualquier infraestructura, sin pararse a analizar sus posibles beneficios. Pero ya es hora que también se oiga claro y alta la voz de los empresarios, creadores de riqueza social y empleo. Decimos sí al Puerto de Fonsalía porque será bueno para las islas, al propiciar el acercamiento, que es crucial en un territorio insular.
¿Y Granadilla?
Esos personajes que actúan más por motivos ideológicos que estrictamente medioambientales, que intentan imponer su visión, a través de parar todo, para que nada funcione, desde su óptica ideológica, que están de acampada permanentemente y diligentes a presentar recursos en Europa, sólo sirven para no servir. Junto a los escarabajos que están, aparecen o los ponen cuando hay que ejecutar una obra, son tremendamente paralizantes e inoportunos. No podemos olvidar que la mayoría son personas que vienen y viven de la función pública desconociendo lo que significa el esfuerzo por mantener una empresa. No podemos dejar, como ha pasado en el pasado, que su voz sea la única que se oiga.

¿Ustedes qué dicen?
Tenerife está estancada, atascada e inmovilizada, desvertebrada social y territorialmente como consecuencia de décadas de abandono. Se hablaba mucho de defensa de la isla, pero la realidad es que en todas las demás se hacían obras públicas y en Tenerife sólo había ocurrencias. Ha sido un no querer, un no saber o un miedoso apostar al regionalismo, haciéndoselo pagar a nuestra isla. Buscando réditos electorales en la isla de enfrente, se olvidaron de tener acomodada la propia casa. Poco a poco hemos visto como nos quedamos rezagados, sufriendo los atascos en la isla de las colas. El principal motivo es porque ha habido muchos egos personales, que imposibilitan el establecimiento de unas prioridades que se mantuvieran en el tiempo. Cada líder quería hacer su obra pública emblemática, para pasar a la historia y al final no se ha hecho ninguna, o casi ninguna. Se cambiaban constantemente lo que había que ejecutar con más prontitud por ocurrencias varias. Con esa política cortoplacista no se puede emprender ninguna iniciativa duradera y efectiva de obra pública. Por lo tanto, lo primero que hay que hacer es implantar las prioridades, para que no se cambian a la primera de cambio y por vaivenes políticos. Para eso hace falta implantar seriedad, responsabilidad y afán de servicio público.
Describe usted una especie de isla gallinero.
Tenerife no se merece el continuo frentismo al que está sometido constantemente por los políticos. Los empresarios estimamos la tranquilidad y exigimos responsabilidad y alturas de miras. No hay manera que se pongan de acuerdo en los asuntos fundamentales, dejando de lado ideologías, partidismos y egos personales, para poner en primer lugar los intereses generales. Es una política infantil, de patio de colegio, que demuestra la mediocridad de algunos responsables públicos, que no saben que la política es un servicio público y no un continuo combate, donde se buscan constantemente dejar al adversario derrotado. Hay temas que exigen unanimidad, acuerdo, consenso. Hay que implantar la escucha, como método de diálogo positivo, que implique colaboración y solidaridad. Estamos acostumbrados a que cuando se está en el Gobierno se defienden los asuntos, que después se rechazan cuando se está en la oposición. Tenerife es uno de los principales destinos turísticos, no sólo de España sino del mundo y, en cambio, cuenta con una instalación aeroportuaria deficiente, insuficiente y deplorable. La primera y última impresión que se lleva un visitante de un lugar determinado es la que se le queda, en este caso la terminal, estamos aviados con lo que se encuentran al llegar y lo que dejan al salir.
Aena siempre a despreciado a nuestra isla y una prueba evidente es la situación de las instalaciones del Aeropuerto del Sur y también del Norte. Hay un evidente agravio comparativo en cuanto a las inversiones que hace Aena en la isla y lo que invierte, en muchos casos en aeropuertos deficitarios, en la Península. Sería conveniente hacer una comparativa entre lo que obtiene de beneficios Aena en la isla y lo que invierte realmente, dicho sea de paso, con una cuantificación histórica. Así veríamos el capital que sale de Canarias, para financiar obras en la Península. Una petición histórica de Fepeco es la construcción de la segunda pista del Aeropuerto del sur, donde nos hemos quedado en muchas ocasiones solos, también desde dentro de la isla se nos decía por parte de responsables públicos o algunos ambientes empresariales, que no era conveniente insistir en esa petición, para conseguir la construcción de una nueva terminal.
¿Quién apoya la economía tinerfeña?
Los empresarios no podemos trabajar con los tiempos que marca la administración pública. Cuando se entra a un ayuntamiento o a cualquier otra administración pública a gestionar cualquier asunto, hay que ir acompañado con la pastilla de la tensión y algún tranquilizante, para no enfadarse, tener la suficiente paciencia y no perder los nervios, porque las pegas comienzan desde el primer instante. Todo es desesperadamente lento. Ya sea un tema sencillo o una licencia de obra, da lo mismo la dificultad, todo se emborrona de tal manera, que nunca se sabe si algún día se solucionará lo que se está tramitando, depende de tantas cosas y de las ganas que se ponen, que la incertidumbre es la norma. Por el contrario, las administraciones públicas exigen a los ciudadanos y a las empresas prontitud y cumplimiento de plazos cuando piden algo, es más, inmediatamente te envían el recargo correspondiente si te retrasas lo más mínimo. Los que no cumplen, exigen cumplimiento y encima no se ponen colorados. Vergonzoso. La burocracia está paralizando la construcción y poniendo en peligro la supervivencia de las empresas del sector y propiciando el aumento del desempleo en el sector. El laberinto burocrático por el que se hace pasar a las empresas es tortuoso. Es un problema endémico, estructural, que está secuestrando la potencialidad del tejido empresarial, imposibilitando su desarrollo normalizado e impidiendo un crecimiento económico estable y seguro, principalmente por la inseguridad jurídica que acarrea.
¿Y los funcionarios?
En su día la Cumac y después la Cotmac se convirtieron en un gobierno paralelo, compuesto por funcionarios tremendamente empoderados, que sin ninguna legitimidad electiva, a través de unas elecciones democráticas, hacían, deshacían y paraban todo a su antojo e interpretación jurídica particular. Muchos alcaldes fueron víctimas de su arrogancia. Lo mismo está pasando con Patrimonio del Cabildo, el empoderamiento ha llegado a límites inasumibles, creyéndose que están por encima del bien y del mal. Solo vale la visión de los historiadores y arqueólogos que, por deformación profesional, siempre miran para atrás. Además ¡Qué difícil es poner a dos historiadores o arqueólogos de acuerdo! Al final quien pagamos los egos y las discrepancias de los mismos, somos los empresarios. Desconocen la realidad económica y las necesidades del tejido empresarial. Ante las continuas pegas, parálisis y obstáculos a que someten a los empresarios. La conservación patrimonial, es iniciativa privada es para su uso y si es iniciativa pública para el disfrute ciudadano. La zona sur, verdadero motor económico de la isla, no puede depender y paralizarse, porque ocasionalmente se produzcan accidentes de tráfico, estas situaciones coyunturales tienen que ser asumidas eficazmente y con prontitud, si contáramos con las infraestructuras convenientes y adecuadas a la demanda socioeconómica requerida. Todos los trámites burocráticos tendrían que ser instantáneos para no provocar un entorpecimiento de esta actividad.
El turismo merma, siempre dicen el sectores empresariales.
El binomio construcción-turismo es el que ha dado las mayores tasas de crecimiento y progreso a Canarias. Hay que reinventarlo y fomentarlo, porque es un seguro de actividad económica dinámica, nido de creación de empleo y desarrollo sostenible asegurado. En estos momentos difíciles que estamos sufriendo, por la situación internacional debido al coronavirus, tenemos que sumar energías, propuestas y agentes profesionales, para defender con ahínco nuestro destino turístico. Con los áridos, por ejemplo, hay que modificar el PIOT, para permitir la apertura de nuevas canteras "donde exista el recurso" y siempre que no esté expresamente prohibido, por razones medioambientales, de planeamiento, zonas urbanas, protegidas.