
Banco Bilbao Vizcaya Argentaria es, como su propio nombre indica, una historia de absorciones y fusiones cuyo último objetivo sigue adelante. La opa lanzada contra Sabadell está en el aire más de un año después de su lanzamiento, a la espera de conocer el veredicto de los accionistas del banco catalán. Pero, salga esta compra adelante o no, la crónica que atesora el banco llena de absorciones, guerras de egos y hasta una canción infantil son fiel reflejo de una industria financiera labrada a base de peces comiéndose entre ellos.
Desde el norte industrial a por Banesto
A mediados del siglo XIX, España se encuentra inmersa en los grandes cambios que azotan Europa. Con la vista puesta en la política francesa y la industrialización británica, empiezan a surgir una miríada de bancos por todo el país para financiar la economía. En el caso de la floreciente burguesía vasca, su referencia fue el Banco de Bilbao, que nace en 1857, mismo año que el Santander.
La mayoría de las entidades financieras durante gran parte de este siglo operaron en régimen de monopolio, sin embargo, a finales del XIX comienzan a surgir por el Norte Industrial nuevas firmas avaladas por los magnates de la zona. Es el caso de Banco de Comercio en 1891, que diez años más tarde se fusionaría con el de Bilbao en su primer movimiento de su historia, o el Banco de Vizcaya en 1901.
Tras un régimen oligárquico, una dictadura, una república, una guerra civil, otra dictadura y una transición democrática llegó el capitalismo moderno y la apertura de España a Europa. En noviembre de 1987, con el eurosistema cocinándose en el horizonte, el Banco de Bilbao, cuarto en ese momento en España, se lanza a por Banesto, segundo de la clasificación. El objetivo era ganar músculo y salir al exterior.
En un primer momento se busca un acercamiento amistoso y una fusión equitativa. Sin embargo, la oferta es rechazada por el consejo de administración de Banesto, comandado por Mario Conde, por lo que el banco vasco se lanza a una opa hostil con una prima del 40%. Antes de que llegue Navidad, la operación es historia, ya que el regulador tumbó la opa debido a que no se amplió el capital social en una junta de accionistas.
Nace BBV y entra en América
El Bilbao gira el foco: en vez de ir hacia arriba, iría abajo. Un par de meses más tarde de la frustrada opa por Banesto, que revolucionó a la clase financiera y política de España, el Bilbao y el Vizcaya (quinto en la 'liga bancaria') decide fusionarse en igualdad de condiciones, con lo que nace el Banco de Bilbao Vizcaya o BBV.
Con la nueva marca, comienza una expansión internacional mediante la entrada en diferentes países americanos: Continental (Perú), Ganadero (Colombia), Francés (Argentina)... El caso más destacado llegaría con el cambio de siglo al comprar Bancomer, una de las principales firmas financieras de México. Años más tarde, ese país se convertiría en su principal mercado y su reorganización de marcas llevaría a lanzar una serie de comerciales musicales deletreando su nombre. Los caminos del marketing son inescrutables...
El Estado da de comer al banco
No hay país en el mundo en el que los bancos no tengan un asiento destacado en sus Gobiernos para ser oídos. La historia de Argentaria, primero, y de las absorciones de las cajas de ahorro, después, dan buena tinta de ello. A principios de los 90, el Gobierno socialista de Felipe González, en horas bajas y con una derecha reorganizada, decide dar un golpe en la mesa con la creación de un conglomerado público que reuniera a todas las entidades de crédito que el Estado tenía colgadas por distintas partes.
De esta manera nació Argentaria, un banco público que a lo largo de los 90 fue visto como un contendiente para el resto del sector financiero con una potente red de sucursales (en una época predigital en la que tener una densa red de oficinas a pie de calle lo significaba todo). Progresivamente, tanto González como Aznar fueron privatizando la entidad financiera para "desprenderse de activos". Durante el cambio de siglo, Argentaria es fusionada con la entidad vasca con la que nace la actual composición: BBVA.
No pasaría mucho tiempo para que llegara una nueva oleada de absorciones. Esta vez procedente de las cajas de ahorro. El desastre financiero que había supuesto la burbuja inmobiliaria y la falta de controles por parte de las autoridades amenazaba con llevarse por delante a todo el sistema financiero. Y con ello, los ahorros de los ciudadanos.
En una clara muestra de falta de imaginación, pereza, desesperación y miedo, el Estado rápidamente reconvierte las cajas en protobancos para que sean adquiridos por las entidades financieras supervivientes. El modus operandi era fusionar entidades en bancarrota, nacionalizarlas y subastarlas, quedándose el Estado los "activos tóxicos" compuesto de deudas que nunca serán pagadas en su mayor parte y el aval de los créditos, como terrenos, viviendas, oficinas, etc. que integró en la Sareb.
Los dos casos más destacados que afectaron a BBVA son Unim y Catalunya Banc. La primera surge de la fusión de varias cajas de ahorro de la corona metropolitana de Barcelona. La segunda contaba con uno de las mayores carteras de clientes y deudas de la comunidad autónoma. Ambas fueron adquiridas y absorbidas por el BBVA entre 2012 y 2018, marcando punto final, como la mayoría de entidades financieras supervivientes, a la crisis financiera.