
La opa de BBVA enfila su fase decisiva con un calendario frenético, cuajado de eventos de gran calado que obligarán a los inversores a estar pendientes casi en pleno periodo estival del desarrollo del culebrón financiero en que se está convirtiendo esta ofensiva y echar números para decantar la decisión. Ambos bancos desplegarán, a buen seguro, sus capacidades de seducción con resultados, defensas de estrategias y promesas de dividendos a finales de este mes en las correspondientes presentaciones de resultados: Sabadell ha fijado el día 24 para reportar sus beneficios y explicar los réditos que espera de su futura estrategia focalizada en España después de haber vendido con plusvalías el británico TSB Bank al Santander.
Es el día elegido para sacar además todo el músculo con las promesas de resultados a futuro y, sobre todo, de remuneración al inversor en el plan estratégico 2025-2027 que lleva meses perfilando. Gran parte del foco, al menos desde la óptica de inversor institucional, será probar que sin TSB Bank no pierde tracción y cuenta con potencial para mantener una recurrencia en retribución al inversor.
Siete días después, el 31 de julio, tocará el turno a BBVA, el banco que presenta en España las mayores rentabilidades y crecimiento en negocio, pero al que la opa se le ha complicado en las últimas semanas por el devenir de los acontecimientos. El pasado día 24 tropezó con el veto del Gobierno a la fusión que proyectaba y, aun así, su consejo de administración acordaba unos días después seguir adelante después de evaluar las implicaciones prácticas de mantener ambos bancos independientes y con gestión autónoma durante tres años, ampliables a cinco. Sobre la mesa de decisión ya se encontraba la intención de Sabadell de enajenar TSB Bank, aunque se desconocía que sacaría 3.400 millones del británico -3.100 millones por la venta a Santander y 300 millones extras en beneficios hasta su ejecución- y que 2.500 irán al accionista.

Distintas estrategias
En el mercado hay quien ve ya estrategias segmentadas por "públicos", como las campañas publicitarias: al minorista le interesan los rendimientos presentes y Sabadell cuenta ahí con la ventaja de tener casi la mitad del capital en manos de particulares, en su mayoría vinculados emocionalmente a la entidad y a Cataluña. La partida de BBVA no puede descuidar ningún flanco, ya que ha condicionado la opa a lograr un 50,01% de los derechos de voto -para neutralizar el efecto de la autocartera- y le interesa lograr el máximo posible de suscripción porque la intención a futuro es fusionar ambas enseñas; pero su mejor carta sería, según las mismas fuentes, convencer al inversor del potencial de crecimiento a largo plazo. Aquí Sabadell juega la carta de ser un banco con negocio en España, la economía europea con mejor desempeño, y que sea el inversor el que diversifique su cartera.
Con todo, el macrodividendo tardará en ser una realidad y su abono se retrasa al 2026 porque la venta de TSB requiere los correspondientes permisos regulatorios y supervisores para que pueda ejecutarse, de forma que su pago sería posterior al cierre de la opa.
Lluvia de dividendos
Antes que eso, aún tendrán que ser aprobados en junta la venta de TSB y el macrodividendo el próximo 6 de agosto para cumplir con el deber de pasividad exigible por encontrarse en medio de una opa. Su celebración será en la Fira de Sabadell, localidad donde la entidad ha retornado su sede tras siete años desplazada en Alicante, a raíz del procés, y el mismo complejo donde la directiva de la entidad se dio ya en marzo pasado un baño de masas y recibió el apoyo masivo del accionariado tras la opa hostil. En esa primera junta en Cataluña batió quorum de asistencia -el 70% del capital- y en votación a favor, sus propuestas superaron el 81% de síes.
Para animar al accionista a emitir su voto, incluso, en remoto, el banco les permitirá solicitar su participación entre el 15 y 4 agosto. Y no será su última carta. El vallesano se guarda otras bazas "retributivas". El 29 de agosto pagará otro dividendo. Es ordinario y también el primero que paga en estas fechas, fijado así estratégicamente en su defensa numantina para erosionar la oposición ofensiva, ya que exigirá un nuevo ajuste en el canje en detrimento del inversor de Sabadell.
Es un mecanismo automático para preservar el valor de la oferta, pero cada vez que el banco catalán abona un dividendo dicho canje exige más acciones suyas por cada título de BBVA, y si es el vasco el que remunera añade su nuevo dividendo en forma de pago en efectivo. Son ajustes técnicos, con el efecto de que transmite al accionista no profesional la percepción de que le piden más por menos.
Recálculo de sinergias
Mientras todos estos eventos van sucediendo, el banco trabaja con la Comisión Nacional de los Mercados de Valores (CNMV) para completar el folleto de la opa, añadiendo la información sobre cómo quedan las sinergias después de los remedies impuestos por el organismo de Competencia y Moncloa, y los riesgos de la transacción. Se espera que la CNMV autorice el folleto en la segunda quincena de julio o principios de agosto.
Tras su aprobación, el banco tendría, si sigue adelante con la operación, que fijar el plazo de aceptación con una vigencia de entre 15 y 70 días, de forma que el inversor tendrá previsiblemente que decidir si la acepta entre agosto y septiembre. El lanzamiento formal de la opa obligará al consejo de administración a volver a valorarla y aconsejarla o desaconsejarla con fundamentos. Para hacer más golosa la permanencia en el capital, ha anunciado otro dividendo el 29 de diciembre, ya fuera de ese calendario y al margen del megadividendo de 2.500 millones.
Esta carrera de eventos, tocando en buena parte al futuro bolsillo del inversor, garantiza un sprint final entretenido después de casi 14 meses de proceso. El 15 de abril de 2024 Carlos Torres abría el melón con una invitación oficiosa a Josep Oliu para hablar de muchas cosas, entre otras la fusión fallida de 2020. En aquel momento fue Sabadell el que tocó a las puertas de BBVA con una rentabilidad al cero y en medio de los temores por el impacto del parón económico con el Covid.
En cambio, en esta ocasión fue BBVA. Ese intento de negociación callada saltó por los aires antes de empezar, al filtrarse el interés del vasco el 30 de abril. Su propuesta fue rechazada por el consejo del Sabadell, que la tildó de insuficiente, y el 9 de mayo decidió extenderla a los accionistas del banco vallesano, convirtiendo la opa técnicamente en hostil.
Cuando se lanzó al ataque, el vasco esperaba cerrar la transacción entre seis y ocho meses, pero no había previsto el profundo escrutinio por parte de la Competencia, que puso bajo la lupa la operación durante once meses. Tras superar el obstáculo del veredicto del Gobierno, la transacción caerá pronto en mano de sus jueces finales, los accionistas del Sabadell que, tras reflexionar por debajo de la sombrilla, tomarán la decisión clave.
El consejo votará a favor de la venta de TSB y del macrodividendo
Todos los miembros del consejo de administración de Banco Sabadell votarán a favor de la cesión del negocio británico y del pago del dividendo asociado, valorado en 2.500 millones, en las juntas de accionistas que se celebrarán el 6 de agosto. Ese unánime respaldo deja clara la posición de David Martínez, el inversor mexicano dueño del 3,49% y máximo accionista individual. En la documentación de la convocatoria de las juntas, el vallesano defiende que la venta de la filial permite simplificar su estrategia, eliminando la complejidad de operar en dos geografías distintas -España y Reino Unido- con muy escasas sinergias operativas y de costes y con una escala distinta. Además, la operación de TSB eliminaría la exposición al riesgo de la evolución del tipo de cambio euro/libra esterlina, algo que podía dificultar la percepción por los analistas y el mercado del valor conjunto del grupo, según explica el banco. Es decir, podría acercar su valor a bancos comparables. Según Alantra, Sabadell cotiza a 1,4 veces valor en libros frente al 1,5-1,6% de CaixaBank o Bankinter.