
Ibercaja profundiza en la mejora de la calidad del balance con el desagüe de activos improductivos. El banco ha transferido más de 180 millones de euros en créditos con impagos en varias operaciones firmadas durante 2024 y en el arranque del actual ejercicio. La última transacción, por un valor nominal de 140 millones, la cerró el pasado mes de enero en favor de la compañía española Bulnes Capital e incluye créditos dudosos (con, al menos, 90 días de impago) y fallidos (operaciones donde, tras un análisis individualizado, se considera remota su recuperación).
A finales del pasado año completó otra operación con financiación dudosa que se adjudicó Axactor por un valor nominal de 33,11 millones, junto a otras diferentes desinversiones por una cuantía total de alrededor de 8,5 millones, según desglosa la entidad en su informe anual.
Ibercaja utiliza este recurso, como la mayoría de la banca, para mejorar la calidad del balance y dejar en manos de especialistas la recuperación de los créditos y activos problemáticos. La entidad ha protagonizado en el pasado transacciones de altos volúmenes como el bautizado como Proyecto Ordesa, que en 2019 le permitió sacar del balance 534 millones de euros en créditos inmobiliarios para acelerar la reducción del ratio de activos improductivos, pero sus incursiones han sido tradicionalmente muy inferiores a esas cifras y las operaciones habituales de entidades competidoras.
En 2021 desalojó una exposición problemática de 51 millones, en 2022 la transferencia se aproximó a 36,98 millones y en 2023 de apenas 21,68 millones. Las operaciones cerradas desde entonces suman, en conjunto, más que en esos tres ejercicios, aunque la entidad mantiene uno de los mejores ratios de calidad del activo del sector.
Ibercaja concluyó 2024 con el ratio de morosidad en el 1,55% frente al 3,32% del conjunto del sector en España, inferior al 1,62% de un año antes, y su mejor referencia en los últimos quince años.
El ratio de activos problemáticos -créditos y adjudicados- bajó desde el 2,75% al 2,44% en el último año y situó la hucha de provisiones para encarar eventuales deterioros en el 81,2%. En términos absolutos, su cartera de activos improductivos disminuyó a 741,87 millones, desde 830,24 millones en 2023 gracias a la gestión de los riesgos, la venta de porfolios de activos problemáticos y que los impagos no hayan aflorado pese a la subida de tipos y el escenario inflacionario.
Nuevo plan estratégico
En 2018 su morosidad estaba en el 6,74% -versus 5,81% en el sector-, con 3.042 millones de activos tóxicos, y gracias a la venta de la citada cartera Ordesa al fondo americano Marathon, la venta directa de activos y la gestión bajó la morosidad al 3,97% y dicha exposición a 1.918 millones.
El plan estratégico estrenado en 2018 tenía foco en una salida a bolsa que proyectaba acometer antes de 2021, y ahora el esfuerzo coincide con el lanzamiento desu hoja de ruta 2024-2026 que persigue batir el 10% de rentabilidad con un aún más robusto capital en un escenario de tipos a la baja. La entidad quiere potenciar sus diferentes negocios y estrechar la relación con clientes con objetivos como elevar un 10% los clientes "comprometidos" o más rentables, que actualmente componen el 40% de su base de usuarios.
La banca española ha acometido una de las limpiezas de balances más profundas de Europa desde la crisis financiera. Sin embargo, las entidades aún albergaban 76.250 millones en activos improductivos ('non performing loans') en septiembre, cifra solo superada por Francia, con 121.650 millones, y por encima de Alemania (46.830 millones) o Italia (40.260 millones), según la EBA. La banca europea sumaba 360.540 millones.