
Tras las liquidaciones de Silicon Valley Bank (SVB) y Signature Bank, la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés, el organismo que garantiza los depósitos de los ahorradores cuando un banco quiebra) garantizaba que los depositantes recuperarían todo su dinero, estuviera o no asegurado, y que los costes de ese rescate no iban a recaer en los contribuyentes. Dos meses más tarde y con las heridas todavía abiertas, la FDIC ha propuesto una norma para que sean los grandes bancos los que se hagan cargo de ese 'roto'. En Estados Unidos, las cuentas están aseguradas hasta los 250.000 dólares, pero no en adelante.
El organismo ha propuesto este jueves un "plan especial" para recuperar los costes que le han supuesto las quiebras de los bancos mencionados, que ascienden a los 15.800 millones de dólares, según sus cálculos, que se corresponden con los depósitos no cubiertos. En total, serán 113 bancos estadounidenses los que saldrán al rescate de los colapsados, siempre entidades de gran tamaño, con activos con un valor en torno a los 50.000 millones de dólares.
Los nombres que primero se vienen a la cabeza son los de la gran banca de Wall Street, con activos superiores a dicha cifra, como JP Morgan, Bank of America (BofA) o Goldman Sachs, y así hasta completar la lista superior al centenar. Todas esas entidades cubrirán el 95% de los costes, ha especificado la FDIC.
"Los grandes bancos con grandes cantidades de depósitos no asegurados son los que más se han beneficiado de la resolución de riesgo sistémico", justifica la agencia en su decisión. Los bancos sistémicos son aquellos que, en caso de quiebra, sus consecuencias implicarían riesgos para el conjunto del sistema financiero e incluso para la economía.
En todo caso, la FDIC plantea ir cobrando ese dinero durante dos años (ocho trimestres) a partir del 2024, cuando finalice el primer trimestre. Según esta propuesta, los grandes bancos tendrán que pagar el 0,125% o 12,5 puntos básicos del total de todos sus depósitos no asegurados a cierre de diciembre de 2022, excluyendo los primeros 5.000 millones de dólares. Como se trata de ocho periodos, esto se traduce en que abonarán el 1% de sus fondos no cubiertos cuando termine el calendario completo.
Como estimación de lo que supondría el plan especial, el organismo explica que, si se llevase a cabo en un solo trimestre (en vez de en ocho), este tendría un impacto negativo en el beneficio de los grandes bancos del 17,5% de media. Por otra parte, también se ha especificado que la propuesta puede modificarse en caso de que las entidades registren pérdidas, entren en procesos de fusión o adquisición y otras circunstancias especiales.
La propuesta normativa entra ahora en una fase de consulta, durante los próximos 60 días tras ser publicada. El plan de la FDIC podría sufrir ciertas modificaciones y, tras ello, se votará su aprobación. En todo caso, lo que está claro es que las autoridades estadounidenses quieren que sean los grandes bancos los que paguen las recientes quiebras bancarias.
Heridas abiertas
El plan de rescate de la FDIC, que pretende evitar que sea el organismo quien se anote estas pérdidas de fondos públicos, llega cuando las heridas por las tensiones bancarias siguen abiertas. Desde que se liquidaron SVB y Signature, las autoridades también han decidido cerrar First Republic y vender sus 'restos' a JP Morgan. Esta ha sido la segunda mayor quiebra bancaria en la historia de Estados Unidos.
Tras estos colapsos, la banca regional sigue en el epicentro de la tensión. PacWest, Western Alliance o First Horizon han sufrido importantes vaivenes en bolsa desde principios de marzo. Este mismo jueves, la primera de ellas ha notificado una disminución del 9,5% de sus depósitos durante la semana pasada. La entidad ha dicho que está explorando opciones estratégicas para buscar una solución a su situación.
El mercado está poniendo el foco en el balance de los bancos e intentando anticiparse a qué será lo próximo en colapsar, inmerso en la búsqueda de vulnerabilidades. Por eso, cualquier signo de fragilidad puede implicar una fuerte presión en bolsa y salidas de depósitos que pongan en serios aprietos a dichos bancos. Un contexto que no permite dar por solucionadas las tensiones financieras.