El colapso del Silicon Valley Bank (SVB) por tener que enajenar de forma apresurada activos con minusvalías pone el foco en las carteras de inversión de la banca expuestas al escenario de subidas de tipos. Las seis entidades cotizadas españolas (Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankinter y Unicaja) acumulaban a cierre de 2022 inversiones en renta fija valoradas en más de 448.135 millones de euros, una cifra colosal pero que apenas representa un 12,81% del valor medio de sus activos totales.
El intervenido banco de California tenía invertido casi el 60% del activo en deuda fija, cuyo valor soporta depreciaciones en escenarios de subidas de tipos como el actual si se vende antes del vencimiento, y en algunos casos su posición era además en bonos corporativos menos estables que el soberano por estar vinculados a empresas tecnológicas.
La banca española ha acopiado de forma voraz deuda en el último año. Su cartera crece en 45.781 millones de una tacada o en un 11,38%, con Santander a la cabeza (suma 29.863 millones o un 18,23% más) buscando los mejores rendimientos que ofrecen los títulos de renta fija gracias al endurecimiento de la política monetaria y el aumento del precio del dinero.
Sin embargo, y a diferencia del banco de las tecnológicas estadounidenses, las posiciones de la banca española son predominantes en deuda soberana o pública, más estable que un bono de firmas tecnológicas, y en su mayor parte han acopiado además títulos de Tesoros como el español, italiano, alemán o de Estados Unidos buscando, en parte, gestionar los riesgos de liquidez y de tipos de interés en el balance en los grandes mercados donde operan además de sacar un margen a su liquidez.
Solo en España, el tipo de interés medio en las colocaciones por parte del Tesoro de bonos a diez año ha escalado desde el 0,707% en enero de 2022, antes de que la curva de tipos comenzase a descontar que el BCE iba a actuar, a un 3,21% en las subastas celebradas en febrero. En las letras a tres meses, la referencia más cortoplacista, su rentabilidad mutó desde el -0,617% al 2,53% en el mismo plazo de tiempo.
La oportunidad de inversión se torna, sin embargo, en un deterioro para títulos en cartera al caer su valor, lo que estaría detrás del problema acusado por SVB. El Banco Central Europeo (BCE) avisó a la banca europea hace meses sobre los diferentes impactos de los tipos, positivos y negativos, y les pidió que los vigilase y gestionase, aunque también concluyó que el sector era robusto después de tensar los balances.

En la banca española, la vulnerabilidad se encuentra acotada a alrededor del 44% del porfolio de inversión en renta fija. La mayoría de la posición figura contabilizada a coste amortizado, es decir, que no sufre las oscilaciones de precios porque su objetivo es reforzar el margen con el cupón y se mantiene a vencimiento. Para esta exposición, las entidades transparentan si su valor crece o baja, con plusvalías o minusvalías latentes, pero es un apunte teórico sin impacto algunos salvo que se viesen obligadas a deshacer esa exposición de forma apresurada aunque suelen tener coberturas para limitar cualquier impacto.
Cartera expuesta a los tipos
El cajón que sufre las oscilaciones de precios es la cartera contabilizada a valor razonable, que ascendía a 198.224,5 millones o un 5,66% del activo total. Por entidades, el mayor porfolio que no se encuentra blindado o como coste amortizado corresponde al Santander, con 120.162 millones (6,92% de su activo total); seguido por BBVA, con 57.755 millones (8,09%), CaixaBank, con 11.591 millones (1,95%, para el cálculo de su deuda se excluyen los 17.000 millones de los bonos de la Sareb); Sabadell, con 5.400 millones (2,15%), Bankinter, con 2.615 millones (2,43%) y Unicaja, con 701 millones ó el 0,71%. Esta última entidad es, paradójicamente, la que más inversión en relación al activo tiene en deuda, con 27.568,58 millones ó un 27,85% de sus activos.
Una razón que explica el bajo peso de la inversión sobre el activo y que marca distancias sobre SVB es el modelo de negocio. Mientras el banco de California acopiaba recursos de tecnológicas clientes y los invertían en títulos (deuda y bonos, sobre todo) para extraer un rendimiento, la banca española está especializada en banca retail y el negocio es prestar a clientes el dinero captado de ahorradores. Su cartera crediticia supone, de hecho, el 57,81% del activo total, con financiaciones a clientes por más de 2,02 billones de euros (el total activo roza los 3,49 billones de euros).
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