BBVA sondeó al consejo de administración de la entidad para que el ingeniero portugués Raúl Galamba fuese nombrado consejero delegado en sustitución de Onur Genç en medio de las inquietudes mostradas por el Banco Central Europeo (BCE) sobre la alta exposición del grupo a mercados emergentes tras la decisión de reforzarse en Turquía, según fuentes internas. La propuesta fue descartada por el presidente del grupo, Carlos Torres, después de que no concitase el respaldo para dar un paso formal y elevar la candidatura a la preceptiva evaluación del organismo supervisor. Galamba, como Torres, procede de Mckinsey, donde fue socio y encadenó diferentes responsabilidades durante casi tres décadas. Al consejo del banco entró en 2020 en calidad de independiente y hoy es el consejero coordinador.
Al preguntar sobre esta consulta, en el banco se remiten a las recientes declaraciones de Torres en las que tachó de "pura invención" informaciones previas sobre el relevo de Genç. "No podemos tener mejor consejero delegado de Onur", expresó en un encuentro informativo de la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD) y AT Kearney para zanjar el tema, argumentando en su defensa los buenos resultados que está logrando el banco. Torres garantizó que su opinión sobre el primer ejecutivo "es la que tiene de forma unánime el Consejo".
Las fuentes internas consultadas, sin embargo, mantienen que se efectuó la consulta y la vinculan con los recelos de los supervisores sobre la apuesta personal de Genç por Turquía y el deseo de que el banco tenga menos dependencia de los mercados emergentes por el riesgo de mayor volatilidad que introducen, máxime al tratarse de un grupo que es además una entidad sistémica.
Llega al consejo en 2020
A Galamba se le ve como un hombre de Torres. Llegó al consejo de BBVA en la primera renovación del máximo órgano de administración que acomete Torres tras asumir la presidencia en 2019 para sustituir a Francisco González, quien había decidido adelantar la salida ante la presión por el daño reputacional que estaba sufriendo la entidad a raíz de su involucración en las investigaciones judiciales abiertas por el caso Villarejo.
Se plantea entonces una renovación de nueva etapa y buscando un distanciamiento del consejo puesto bajo la lupa por esas investigaciones y en marzo de 2020 entra, junto al ingeniero portugués, el empresario mexicano Carlos Salazar y Ana Revenga, de la Fundación Microfinanzas BBVA. Para darles cabida salieron tres consejeros ligados a González: José Manuel González-Páramo, fichado en 2003 por el exbanquero y que fue uno de los nombres que más sonó para asumir cargos de alta responsabilidad en la cúpula dada su experiencia en banca y relación directa con el Banco Central Europeo (BCE); junto a los históricos Tomás Alfaro y Carlos Loring.
Ingeniero de formación, Galamba entró de vocal independiente y el 28 de abril pasado fue nombrado consejero coordinador del banco, una figura que tiene por misión ejercer de contrapeso al presidente ejecutivo y servir de enlace entre el presidente y el resto de consejeros. Con anterioridad, el directivo ocupó cargos de responsabilidad en McKinsey a nivel mundial con especialidad en servicios financiero, llegando a dirigir España y Portugal entre 2005 y 2011. Su candidatura a llevar las riendas del grupo rompería, sin embargo, la histórica de BBVA donde todos los consejeros delegados proceden de su cantera de gerencia y han ejercido antes importantes responsabilidades de dirección.
Los negocios en México, Turquía y América del Sur construyen más del 70% del margen bruto del grupo bancario frente al 25,10%, que aporta, por ejemplo, España, con datos a cierre de septiembre.
La importancia del negocio en estos países se ha visto además acentuada con las operaciones ejecutadas en los últimos años porque BBVA vendió la banca retail en Estados Unidos para tomar mayores posiciones en el mercado otomano posteriormente con el incremento desde el 50,15% al 85,97% de la participación accionarial en la filial Garanti. Diluyó así un poco más su posición en un mercado maduro en favor de otro emergente.
Turquía tiene mucho margen de bancarización por la baja penetración de los servicios financieros y la amplia capa de población joven. BBVA siempre ha visto un elevado potencial de crecimiento, pero que hoy tropieza con una situación macroeconómica extremadamente compleja. La galopante inflación, con expansiones que exceden el 80%, ya ha obligado al banco a aplicar la contabilidad por hiperinflación que detrae 324 millones del beneficio, aunque refuerce el capital del grupo. Hasta septiembre, este mercado construía el 12,7% del margen bruto del grupo y apenas aportó 336 millones de los 4.842 millones del beneficio atribuido del grupo (el 6,9%). Genç defendió en la presentación de resultados de la semana pasada que sin la hiperinflación la filial aportaría 1.600 millones de beneficio, reconociendo que el complejo momento que vive la economía no ayuda.
Pero más allá de la evolución económica actual, los supervisores recelan de la nada ortodoxa política del Gobierno de Recep Tayyip Erdogan, cuya apuesta por bajar tipos de interés con la inflación descontrolada para impulsar la economía ha socavado la lira y se suma además a algunos precedentes intervencionistas con exigencias a los bancos. La opción de Galamba surgiría en este contexto. A Onur Genç se le atribuye además ser el valedor principal del refuerzo en Turquía en detrimento además de la fusión frustrada con el Sabadell, cuyo fracaso se achacó en gran parte a la disconformidad en el precio y que hubiese permitido al BBVA subir escalones y tamaño en el mercado doméstico.
Ambas alternativas ganaron precisamente opciones gracias a la desinversión en Estados Unidos, puesto que BBVA se embolsó por entonces 11.500 millones de dólares (aproximadamente 9.600 millones de euros) con el traspaso de la unidad de banca comercial al grupo The PNC Financial Services Group.