
El Banco Central Europeo (BCE) ha hecho del dividendo de la banca el mejor botón a pulsar para recibir la atención de las entidades sobre sus mensajes de alerta. Los supervisores ven venir una recesión ante una salida abrupta del escenario de tipos negativos conjugada con un posible embargo del gas y pide a la banca prudencia y que se prepare para digerir los riesgos que están por llegar, mientras que las entidades miran con entusiasmo los efectos de una ansiada alza de tipos en su margen de intereses. El sector financiero es consciente de que existen riesgos en el escenario macroeconómico, pero de momento mira hacia adentro y se muestra convencido de que el impacto positivo de la subida de tipos en sus cuentas compensará a los negativos que vengan por la parte macro.
La banca está "cegada" (expresión que usó Guindos) con el alza de las tasas de interés después de varios años en negativo y, ante las alertas de los supervisores de prudencia y que se cubran con provisiones, quitan hierro y excusan que precisamente ese es el trabajo del supervisor, "supervisar". El sector confía en sus balances, recuerda que la mora anda a la baja, que hay provisiones suficientes desde 2020 por el estallido de la pandemia y los riesgos serán manejables. Y ante esta actitud, el BCE ha pulsado el botón. El jefe de Supervisión del organismo europeo, Andrea Enria, mencionó este jueves la palabra "dividendos", tan solo nueve meses después de que levantara su veto. Y el sector ni quiere entender a qué viene ni ve que sea el momento de mencionarla.
Sin embargo, en lo que parece una acción coordinada, los dos supervisores, el europeo y el español (y tras un runrún que ya dura semanas sobre el ajuste de dividendos) dejan entrever que el reparto de dividendo de los bancos dependerá de lo bien que cada uno haga sus deberes. El BCE estudiará la semana que viene pedir a las entidades de la zona euro que ajusten sus planes de capital (y con esto el de dividendos) a un escenario de recesión. Es decir, aquellas entidades que ante un entorno de crisis sean capaces de mantener los niveles de solvencia exigidos por el regulador tendrán menos inconvenientes para poder retribuir a sus accionistas. Sin embargo, la lupa estará en aquellas otras que tengan más dificultades para mantener una ratio de capital adecuada para afrontar una recesión.
El supervisor deshecha utilizar el dividendo como herramienta de supervisión, eso dijo Enria la semana pasada en una convención en la que participó en Italia, pero ahí dejó este jueves la palabra. Lo que sí parece en esta ocasión es que, si finalmente hay una recesión, el veto o ajuste no será global, como ocurrió en los momentos peores de la pandemia. Entonces, concretamente en marzo de 2020, el supervisor pidió a todos los bancos que cancelaran el reparto de dividendos para llevarlos a reservas con las que poder afrontar mejor lo que pudiera llegar. La otra forma de reforzar capital es con emisiones de CoCos o deuda subordinada.
La banca se juega su valor en bolsa, ya de por sí penalizado por el exceso regulatorio y el escenario de bajos tipos, y el anuncio de subida ha sido como una bomba de oxígeno, especialmente entre las entidades más domésticas y con un balance más dependiente de la cartera de crédito, como CaixaBank, Sabadell, Bankinter y Unicaja. Si el mercado se toma en serio la amenaza al dividendo que está dejando caer el supervisor puede borrar parte o todo del camino avanzado.
Las entidades insisten en que lo que va a pasar, más que una subida de los tipos de interés, es una normalización de los mismos. Sin embargo, los supervisores añaden que esta normalización va a suponer un incremento del esfuerzo financiero de las familias y las empresas que se unirá a la inflación de los precios de la energía y de las materias primas. El futuro viene con incertidumbre. Ese es, en este ámbito, el único mensaje en el que coinciden.