
La debilidad de los ingresos ante los bajos tipos de interés y los planes de ajuste de plantilla puestos en marcha por Santander y CaixaBank han lastrado un 12% el resultado de la gran banca. Los cinco grandes bancos del país (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia y Sabadell) cerraron el primer semestre con un beneficio de 7.227 millones de euros, frente a las ganancias de 8.219 millones de euros que obtuvieron en el mismo periodo del año anterior. El resultado ha hecho certeras las previsiones de los analistas que adelantaban una caída del beneficio de en torno al 12% por el escenario de tasas negativas.
De los cinco grandes bancos, dos (Bankia y Sabadell) han visto ceder su margen de intereses, mientras que CaixaBank, Santander y BBVA lo incrementaron, estos dos últimos, apoyadas en la diversificación de su negocio. La caída en los ingresos por comisiones es generalizada. A excepción de Sabadell, la gran banca ha tumbado este trimestre los ingresos por comisiones un 6,64%, dañados por los bajos tipos en la gestión de los recursos de clientes. En total, estas cuatro grandes entidades ingresaron 719 millones menos que hace un año. El incremento de las comisiones del 10,8% del Banco Sabadell, más que un hito es una vuelta a la normalidad del negocio después de que en 2018, con la crisis tecnológica que vivió en su filial británica TSB, eliminara prácticamente las comisiones a los clientes para tratar de retenerlos. Asimismo, los resultados del banco que encabeza Josep Oliu también suponen una excepción en sí mismos puesto que las ganancias crecen hasta un 340%. Esto se debe, de igual modo, a la vuelta a la normalidad del negocio bancario tras superar la crisis tecnológica del ejercicio pasado. El resto de bancos ganó entre un 3,63% y un 52,1% menos.
Los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) puestos en marcha por Santander y CaixaBank también han tenido mucho que ver en la caída de sus respectivos beneficios. Mientras que la entidad que encabeza Ana Botín ha provisionado en el semestre hasta 814 millones de euros para afrontar la reestructuración, la que preside Jordi Gual dotó 978 millones de euros para afrontar su ajuste. El Banco Santander cerró un recorte de 3.223 empleados, mientras que CaixaBank prescindirá de otros 2.023 trabajadores.
Revisión de objetivos
Los últimos mensajes del Banco Central Europeo (BCE) sobre la posibilidad de seguir recortando aún más los tipos de interés (decisión que tomará en septiembre) mantienen a la banca en jaque, especialmente a la que tiene mayor peso en hipotecas y menor peso internacional. Bankia ya ha sido la primera entidad en comunicar de forma oficial -informó a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) el pasado lunes- que no logrará el objetivo de beneficio marcado en su Plan Estratégico 2018-2020. El banco confiaba en ganar 1.300 millones de euros a cierre del próximo año, una previsión realizada bajo la ahora falsa expectativa de que los tipos volvería a crecer. La entidad revisará en noviembre su plan para ver qué medidas tomar para alcanzar los objetivos o modificarlos a la baja.
Por su parte, el Banco Sabadell no ha sido tan claro hasta el momento con qué pasará con los objetivos que se ha marcado para 2020, pero tampoco cierra la puerta a futuras modificaciones. Donde sí revisarán sus objetivos y presentarán un nuevo Plan Estratégico es en su filial británica. La nueva consejera delegada de TSB, Debbie Crosbie, presentará la nueva hoja de ruta el próximo mes de octubre.

La discusión ahora se centra en si los bancos cobrarán o no a los clientes si el BCE vuelve a bajar los tipos y a endurecer la facilidad de depósito. De momento, el "no" de las entidades a cobrar a los clientes particulares por sus ahorros es contundente. Sin embargo, el consejero delegado del Sabadell, Jaime Guardiola, se salió del tiesto de sus colegas financieros y ya apuntó a la posibilidad de cobrar a los pequeños ahorradores en un futuro. El sector comienza a hacer calar el mensaje, para que duela menos cuando llegue. Guardiola aseguró que en cualquier escenario con un cambio de paradigma como el actual "puede contemplarse" cobrar a los minoristas. No obstante, matizó que lo ve bastante difícil. Lo que no es difícil, según todos los ejecutivos de las grandes entidades, es que se amplíe el número de clientes a los que se cobra por los depósitos.
De momento, los bancos ya cobran a los clientes institucionales y comienzan a señalar que podrían también empezar a aplicar estos costes a las grandes compañías. El consejero delegado del Santander, José Antonio Álvarez, abrió la posibilidad incluso de cobrar a las grandes empresas por el exceso de liquidez que mantengan en las cuentas no operativas, es decir, aquellas que no utilizan para sus operaciones normales.